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ARCHIVOS L 4 - Cultura y Espectáculos   | A | B | C | D | E | F | G | H | I | J | K | L | M | 

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Reeditan la biografía de Ortiz Nuevo sobre Pericón de Cádiz
El flamencólogo José Luis Ortiz Nuevo, que fundó la Bienal de Flamenco de Sevilla y dirigió las dos ediciones de Málaga, aseguró ayer que el cantaor Juan Martínez Vilchez, Pericón de Cádiz fue "un talento para la supervivencia", con motivo de la nueva edición de su Las mil y una historias de Pericón de Cádiz. Publicado en una hermosa edición ilustrada por Barataria, la obra lleva las palabras que sobre ella escribió el también genial gaditano Fernando Quiñones, quien recuerda la poética, filosófica y casi científica comparación que hizo Pericón del flamenco con la ópera: No crea usté que hay tanta diferencia entre la ópera y el flamenco. Lo que pasa es que en la ópera to' va p'arriba, y en el flamenco, to' p'abajo. Pericón (1901-1980) fue un maestro de la escuela clásica gaditana, participó en espectáculos teatrales como la versión de Las calles de Cádiz que llevó al teatro Concha Piquer y los últimos años de su vida profesional los pasó en el histórico cuadro grande del tablao madrileño Zambra, pero lo que le hizo único fue su talento natural para la narración oral. "Se burló constantemente, durante toda su vida, de las penas y de las desgracias, fue un chaval de la calle que recogía plátanos podridos de los mercados y hacía con ellos una papilla que le sabía exquisita", recordó Ortiz Nuevo, quien aseguró que en la narración oral alcanzó "un grado de magisterio difícilmente inigualable". Ortiz Nuevo, en el verano de 1973, con un magnetófono enorme, grabó de boca de Pericón las mil historias que recoge este volumen, a la manera de clásicos que no utilizaron grabadora, como Vida de Manolo de Pla, Vida de Samuel Johnson, de James Boswell, o las Conversaciones con Goethe de Eckermann. Entre las más divertidas, Ortiz Nuevo recordó la que aludía a la que paseaba por Cádiz con trajes que no necesitaba invitando a todos los amigos: Yo era el chulo del pulpo y nadie en Cádiz podía imaginar que era un pulpo el que me mantenía, explicaba Pericón en alusión a un cefalópodo que le sacaba del mar la alhajas que la gente perdía, y se las dejaba en un determinado lugar de la playa. Pericón adobaba esta historia con detalles zoológicos sobre la naturaleza del pulpo, daba datos concretos de la tienda de empeños en la que vendía las alhajas y hasta de lo mal que se las pagaban, hasta hacer creíble una historia increíble, culminándola con la muerte del pulpo a manos de un mariscador que lo ensartó en plena bajamar para causarle la ruina a Pericón y al de la casa de empeños. En el último medio siglo "el mundo del flamenco ha cambiado, como ha cambiado la vida; el flamenco ha perdido en intimidad y cercanía, pero ha ganado en universalidad y sigue vivo y pujante, que no es poco en el mundo de mediocridad musical en el que estamos", concluyó Ortiz Nuevo.
Efe / Málaga | Actualizado 01.12.2008. en la foto, Ortiz Nuevo recuerda en el libro las peripecias del cantaor gaditano.

"Lo más triste del asesinato de García Lorca es pensar en toda la obra que él no pudo escribir"
El sobrino del poeta Manuel Fernández-Montesinos presenta su libro 'Lo que en nosotros vive'

La agitada vida que lleva a sus espaldas Manuel Fernández-Montesinos lo convierte en un testigo privilegiado de los avatares del siglo XX: después de los asesinatos de su padre, alcalde de Granada en 1936, y su tío, el poeta Federico García Lorca, conoció el exilio en Estados Unidos, sufrió la prisión franquista a su regreso a España, se trasladó a Alemania, donde trabajó por los derechos de los emigrantes, y, de vuelta otra vez en su país, se presentó como candidato a las elecciones democráticas de 1977. Fernández-Montesinos podía haber mirado atrás con ira, dado el bagaje de episodios dolorosos y desengaños que encierra su periplo, pero en Lo que en nosotros vive (Tusquets), libro finalista del XX Premio Comillas, el autor narra sus memorias desde un tono sereno. "Este libro lo he logrado escribir en un estado de felicidad. He limado muchas asperezas en el camino", declara sobre el enfoque que ha dado a sus vivencias. Lo que en nosotros vive posee, posiblemente, una de las escenas más poderosas que se han escrito sobre el destierro: la imagen de un niño cautivado por el béisbol, admirador del equipo de los Dodgers, que deja el bate para "mantener la tradición granadina montando una cruz de mayo, un altarcillo con flores y hasta una efigie de Nuestra Señora de las Angustias". Fernández-Montesinos recuerda con simpatía ese desdoblamiento entre lo granadino y lo norteamericano. "Uno venía arrastrando una cultura, unos usos, y aunque mi familia no era religiosa, había cosas que se hacían por costumbre", opina. En los tímpanos de Fernández-Montesinos resuena todavía la amarga promesa de su abuelo al dejar su tierra, cuando declaró que no quería volver a "este jodío país" en su vida. El descendiente, no obstante, ya ha hecho las paces con sus orígenes. "Me gusta muchísimo lo que tiene de bueno, y me fastidia lo que tiene de malo. Pero yo creo que lo positivo gana", valora el ex presidente de la Fundación García Lorca. El autor muestra su alivio después de que el juez Garzón haya desistido en su causa contra los crímenes del franquismo. "No es ningún oprobio que nuestro tío esté en una fosa común. Muchos escritores nos han dicho que la tumba donde está es perfecta, es un sitio especial", asegura, antes de añadir "que lo más triste de la muerte de Lorca es que no le dejaran hacer todo lo que su imaginación tenía previsto escribir, todas las obras que tenía en su cabeza".
B. Ortiz / Sevilla | Actualizado 01.12.2008. en la foto, Manuel Fernández-Montesinos.

Carlos Pradal, el hombre que vivió para el arte y el flamenco
Hoy, 30 de noviembre se cumplen 20 años de la muerte de este genial artista que aunque nació en Madrid y vivió en Francia tenia sus raíces en Almería
Se cumplen 20 años de la muerte del artista Carlos Pradal Rodríguez. Precisamente, hoy día 30 de noviembre hace dos décadas que este artista, de raíces almerienses, aunque había nacido en Madrid, falleció en París, muy lejos de la tierra que tanto amaba. Aunque pasó muchos veranos en Almería, tierra donde contaba con grandes amigos y donde descubrió otra luz que se deja entrever en algunas de sus obras, Pradal vivió muchos años en Francia, donde es un artista reconocido y un pintor excepcional. A los 20 años de su muerte, hay una institución como es el Instituto de Estudios Almerienses que ha programado una mesa redonda que se llevará a cabo en unos días, aparte de una serie de conferencias y una gran exposición del artista, aunque esto se pretende que se haga ya en el año 2009. Carlos Pradal era el quinto hijo de una familia de origen almeriense, afincada en la capital de España. Su padre Gabriel Pradal, almeriense, estudió arquitectura y llegó a ser arquitecto municipal de Madrid, manteniendo siempre los lazos con Almería por donde sería elegido diputado socialista en 1931 y 1936. Su madre Mercedes Rodríguez, inteligente y cultivada, comparte las ideas políticas de su marido, transmitiéndolas a sus hijos. La infancia de Carlos y sus hermanos se desarrolló entre Madrid y Almería. Al estallar la guerra en el verano de 1936, la familia Pradal se encontraba en Rioja (Almería). Su padre tomó las armas en el bando republicano, sus hijos mayores fueron enviados a estudiar a París, y Mercedes y sus tres hijos menores permanecieron en Rioja hasta la derrota republicana, es entonces cuando embarcan en Alicante en un barco inglés rumbo a Argelia, desembarcando en el puerto de Orán, donde serán agrupados junto a otros refugiados en el campo de Carnot.  Tras meses de internamiento en este campo, consiguieron llegar a Francia y reunirse con el resto de la familia en Port-Vendres. La llegada de los Pradal a Toulouse se produjo en julio de 1939, en su condición de intelectuales refugiados recibieron un pequeño alojamiento.  Entre la escuela, el juego y su afición por la pintura transcurre el tiempo, y en 1946 obtiene su certificado de estudios, lo que le permite entrar en el Liceo de Toulouse, de donde saldrá en 1952 con el título de bachiller. Durante estos años en los que Carlos adquiere las bases de la cultura francesa, no olvida su cultura originaria. Siguiendo los consejos de su padre seguirá estudios superiores de Lengua Española en la Facultad de Letras de Toulouse, lo que dado su total bilingüismo y su disposición hacia la cultura hispánica, literatura, poesía y filosofía le coloca en una situación ventajosa frente a sus compañeros.  Durante estos años de universidad compagina sus estudios con su pasión por la pintura, asistiendo como oyente libre en la Escuela de Bellas Artes, y se inscribe en el taller de Raoul Bergougnan. Carlos Pradal reconocería que el pintor le aportó algo fundamental en su pintura: la capacidad de visionar el objeto que se va a pintar, y olvidar el espacio que hay a su alrededor.  Terminada la carrera comenzó a trabajar como profesor adjunto de español en diversos liceos de la región. Su nacionalidad española no le permitió obtener un puesto fijo, y tras tres años de esta inestable dedicación a la enseñanza, sin poder pintar, toma una importante y arriesgada decisión: cesar en su actividad de profesor y afrontar su vocación pictórica como medio de vida, a pesar de la incertidumbre material que este paso suponía. Dedicado de lleno a su actividad artística, en sus comienzos profesionales trabajará en el campo de la decoración. Además de la obra mural, en estos primeros años de carrera artística, hay que resaltar la abundante obra gráfica que Carlos Pradal realizó para portadas de revistas, decorados de obras teatrales, estampas, dibujos y diseños en general.  A Carlos siempre le interesó mucho el flamenco y lo incluye en los años 80 en su pintura. Como señala su esposa, Sophie Cathala, "lo que quiere pintar no es folclore, es la luz del flamenco. Le parece importante pintar desde el punto de vista de la luz. Si el billar expresaba soledad, el flamenco también, pero el billar es intelectual y el flamenco más vital". Pradal fue un gran enamorado de la poesía. En sus últimos años de vida, y viendo que ya no podía ejercer la pintura, decidió dar a conocer a los francés la poesía española. Traduce obras como 'La Zapatería prodigiosa' de García Lorca, 'El rayo que no cesa que Miguel Hernández y 'Diez sonetos metafísicos' de Quevedo. En 1985 expuso en la galería de arte Argar, una serie de obras hechas a base de recuerdos de su juventud y algunos trabajos sobre temas taurinos. Al año siguiente expone en Toulouse una muestra antológica con 180 obras. En julio de 1987, tras quince años de convivencia se casa con Sophie Cathala, en París. Fue un día inolvidable, a pesar de que Carlos ya se encontraba muy enfermo.
D. Martínez / Almería | Actualizado 30.11.2008

La sentimental educación del siglo XX
Fue uno de los mejores cantaores surgidos de la estela de Enrique El Mellizo.
Pero, para Fernando Quiñones y tantos otros gaditanos universales, Pericón fue el fabulador por antonomasia de una vida callejera y dura que él convirtió en paraíso de pulpos, muchachas, hombres, gatos, loros y perros habladores. La capacidad quimérica de Pericón de Cádiz nos remonta, a través de la risa y el encantamiento, a un tiempo lleno de privaciones en el que la picaresca era el arma básica para la subsistencia. La sevillana Barataria, flamante premio Nacional de Edición por el proyecto conjunto Contexto, recupera su vida en la insuperable narración de José Luis Ortiz Nuevo. Con este texto se inaugura una serie de memorias flamencas, como la de Enrique el Cojo o Tía Anica la Piriñaca, que aparecerán en esta colección. Irrumpió como un vendaval de aire fresco en la Italia de Berlinguer, Pasolini y Aldo Moro. Corría el año 1974 y la tercera novela de Elsa Morante despertó de un aldabonazo la conciencia dormida de Europa. Resucitó el debate sobre el Estado como gestor de la memoria social y del olvido. Pero la repercusión mediática le asignó la etiqueta de novela-denuncia que no hace justicia a la inmensidad de su legado. Vista desde el siglo XXI La Historia de Elsa Morante -que cuenta la traumática huella que el siglo XX dejó en la vida de Ida, una humilde maestra que vive con su hijo en un barrio de Roma- cobra inusitada actualidad. Es posible una lectura genealógica de la obra que la reenvía a la narrativa judía contemporánea (Stefan Zweig, Amós Oz). Tradición que descubrió el espacio doméstico (y el tiempo de la infancia) como lugar de autenticidad frente a un exterior agresivo y deshumanizado. El contexto amargo de un mayo del 68 abortado, encarnado por el malogrado personaje de Davide Sagre, permite una aproximación diferente que invita a ajustar cuentas con esa historia decidida de antemano, robada a las personas de carne y hueso que desde la Gran Guerra inició una deriva ciega y pertinaz.  Pero donde la Morante trasciende la herencia mosaica y la urgencia generacional sesentaiochista es en su vuelta al humanismo cívico de los grandes pensadores que se rebelaron contra la fatalidad de un destino marcado por las cartas del Hado reclamando para las voluntades libres el territorio de la vida pública. Elsa Morante dibujó esta idea clásica desde lo más pequeño (las cosas cotidianas sentidas en familia), bastión último para contrarrestar el poder devorador de un Estado que se había adueñado también de los discursos. Y fue así como una novela, escrita con las palabras de la casa, se convirtió en una de las mejores historias del siglo XX.
Jaime García Bernal | Actualizado 30.11.2008

"De la música de los siglos XVIII y XIX se habla mucho pero se conoce muy poco"
Faustino Núñez presentó en Cádiz su libro 'Guía comentada de músicas y bailes pre flamencos'
Con los restos de cera adheridos a esos manuscritos que resucitó tras doscientos años de silencio, Faustino Núñez hizo una vela. Un pequeño cirio configurado con retales de historia durante los cuatro años que el musicólogo gallego pasó encerrado en la Biblioteca Municipal de Madrid. Hizo una vela y un libro, claro, la Guía comentada de músicas y bailes pre flamencos 1750-1808 que el viernes se presentó en el Centro de la Merced. "De la música de los siglos XVIII y XIX, de ese periodo concreto que sentó las bases del flamenco tal y como hoy lo conocemos, se habla mucho pero se conoce poco", aseveraba, momentos antes de la presentación de su obra, el músico que con su estudio intenta paliar ese vacío, apenas cubierto por obras como las Cartas Marruecas, de Cadalso. Así, el gallego afincado en Cádiz se sumergió en "los tesoros" de la biblioteca madrileña para revisar "más de 5.000 partituras" de entremeses, sainetes y tonadillas. Durante cuatro años, todos los días. "Sin ayuda alguna", recalcaba. Todo el material interesante lo clasificó en una base de datos, sedimento de la investigación. "Ordené las notas y construí un índice de cuarenta páginas sobre personajes, lugares, estilos...", enumeró. El resultado: "Cerca de 16.000 noticias que pueden en mayor o menor medida ser interesantes para la flamencología". Y es que, Núñez insistía en que, como su propio nombre indica, "este trabajo es una guía para futuros investigadores, es una barquita para navegar en el inmenso, denso y rico mar musical del XVIII". "Un periodo musical -proseguía- desatendido y poco interpretado. Y los pocos que lo hacen, como la Orquesta Manuel de Falla, lo hacen a la manera italiana y no de forma castiza". Guía comentada de músicas y bailes pre flamencos 1750-1808 se divide en siete capítulos. Algunos de los más interesantes son los de Instrumentos, con la guitarra a la cabeza, Personajes, "donde hablo de los gitanos, los majos, boleros...", Géneros Musicales, donde el investigador profundiza en la seguiriya, la jota y el fandango, estilos que Núñez distingue como "los más influyentes" y que "más han marcado tanto el repertorio flamenco como el folklórico". "En el apartado de Lugares, Cádiz ocupa un lugar privilegiado", llamó la atención el músico. Así, la ciudad aparece "continuamente" como uno de los sitios donde mejor se cultivaba "el repertorio de la tonadilla". "El gracejo de una gaditana no lo encuentra en el mundo persona humana", declamaba Núñez como ejemplo.
Tamara García / Cádiz | Actualizado 30.11.2008

Un libro retrata a Ricardo Molina, alma de Cántico
Una obra patrocinada por la Oficina de la Capitalidad 2016.
"Ricardo Molina. Conciencia de Cántico" es el título del libro que se presentó anoche en el refectorio de la Fundación Bodegas Campos. El volumen, patrocinado por la Oficina de la Capitalidad Cultural 2016 del Ayuntamiento de Córdoba y editado por Renacimiento, recoge una serie de trabajos sobre Ricardo Molina fruto del congreso celebrado el pasado año sobre el poeta de Cántico. El libro, preparado por el escritor y periodista Antonio Rodríguez Jiménez, recoge textos de especialistas como Guillermo Carnero, Carlos Clementson, Pilar Palomo, Antonio Colinas, o Vicente Molina Foix, entre otros. En el acto celebrado ayer estuvo presidido por el delegado de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Rafael Blanco, y por el poeta de Cántico Pablo García Baena.
29/11/2008 ANTONIO RODRIGUEZ. N la foto, García Baena y Antonio Rodríguez, ayer, en la presentación. Foto:JUAN MANUEL VACAS Edición impresa en PDF

Raphael: "No tengo fecha de caducidad"
Raphael dio muestras ayer de su vitalidad en la presentación del álbum con el que celebra sus 50 años en el mundo de la música y en el que le acompañan una veintena de artistas de la talla de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Víctor Manuel y Ana Belén, Paloma San Basilio, José Luis Perales, Miguel Ríos, Miguel Bosé, Paul Anka, Alaska, Enrique Bunbury, David Bisbal, Juanes y Armando Manzanero, entre otros. El cantante se mostró tajante al comentar entre risas que "no tiene fecha de jubilación ni de caducidad" y afirmó que nunca mencionará la palabra "retiro". "El día que no pueda dar todo lo que doy ahora me tomaré unas vacaciones muy largas. Pero nunca hablaré de retiro porque sé que a los tres meses volvería". También confesó que había disfrutado con la grabación porque las cosas habían salido sin problemas.
Redacción | Actualizado 28.11.2008

"Quiñones tuvo desde el principio una concepción política del flamenco"
Félix Grande habló de las relaciones del autor gaditano con el flamenco en su conferencia 'Las otras vidas del escritor'
"Fernando Quiñones -comenta el escritor Félix Grande- tiene una vida como autor, como narrador, poeta, articulista y ensayista. Pero, también, tiene una vida casi tan importante como ésta, la vida flamenca". Sobre las amplias relaciones de Quiñones con el flamenco habló ayer el poeta y flamencólogo en el IX Seminario Fernando Quiñones. Félix Grande, que fue introducido por Miguel Ángel García Arguez, subrayó la faceta de agitador cultural flamenco de Quiñones en una época en la que este arte sufría el rechazo tanto de la intelectualidad como de los medios: "Colocar un artículo o conseguir unos minutos en radio o televisión era impensable -rememora Félix Grande-. Y en esa época Fernando trabajó de un modo casi beligerante: hizo programas de televisión que ya están en la historia de la difusión flamenca y publicó libros fundamentales, entre ellos, alguno fundacional, como Los Cantes de Cádiz". Quiñones tuvo, desde un principio, una concepción política del flamenco, "que quizá sea la canción protesta más duradera que se conozca, pues surge en el siglo XVIII y ya entonces tenía un fuerte componente social". Así, en algunos recitales flamencos de los sesenta y setenta, había policía esperando en la puerta, porque Menese daba un recital y se transformaba en un mitin, o cantaba Morente y citaba a Miguel Hernández. Confiesa Grande que a su acercamiento a Quiñones contribuyeron las afinidades de ambos en literatura y flamenco, así como el ambiente antifranquista de la época: "Esas tres dimensiones de la vida nos hicieron casi hermanos". "Hoy en día -continúa Grande-, gracias a la labor de gente como Fernando Quiñones o la propia difusión desde los medios, el flamenco es universal. Al flamenco ya no se le discute en el barrio, ni en la corrala, ni en el Ministerio. Lo que sí está pendiente -apunta- es que comience un proceso de socialización del flamenco". Una cuestión de la que hablaba ya hace más de diez años el propio Quiñones, y que pretende paliar la diferencia entre los grandes nombres -y los grandes cachés- y los artistas de calle. "Fuera de los circuitos de poder -apunta Félix Grande- hay muchos artistas que están en casa esperando a que el teléfono suene, con la nevera vacía. No costaría mucho tener unos cuantos locales abiertos donde los artistas flamencos pudieran cobrar un sueldo razonable a precios posibles, porque no falta ni cantera ni afición. Y es algo que incluso se podría plantear a nivel institucional".
Pilar Vera / Cádiz | Actualizado 26.11.2008 Félix en la foto, Grande, durante su intervención en la Casa de la Cultura.

El pasado escondido
El Carmen de las Tres Estrellas, en el Albaicín, oculta una larga historia de tertulias literarias, leyendas ancestrales e inspiración de novelas que gozaron de enorme éxito en el siglo XIX
Un cartel anuncia fríamente: "Se vende". Parece casi una humillación para un lugar que una vez fue tan señorial, tan rico de cultura, tan acogedor para las letras. Escondida en un rincón del Albaicín, en la calle Estrella, se oculta con rubor el Carmen de las Tres Estrellas, una antigua mansión morisca que ha ido desvencijándose con el paso de los años. Es una casa venida a menos. Pero una casa con mucha historia. Un hermoso carmen todavía. La calle Estrella es una calle quebrada, muy árabe, silenciosa. Un lugar de poco tránsito que impone cierto escalofrío en los meses del invierno. Es una calle recóndita, evitable. Incluso podría decirse que ignorada. Ahí se alberga el Carmen de las Tres Estrellas. Debe su nombre a las tres estrellas de color verde que aparecen de forma vertical en el centro del arco de la puerta de entrada. Cuenta Enrique Villar Yebra en su libro Albaicín, de 1966, que las "tres estrellas son el símbolo de la eterna felicidad que los genios que moran en las aguas de los estanques, en el aire y en las flores, concedieron a tres bellísimas princesas moras que allí vivieron, enamorados de la hermosura física y del bondadoso carácter de aquellas jóvenes". La casa experimentó a lo largo de lo siglos diferentes modificaciones, por lo que alberga en sí el aire morisco original con restos mudéjares o los arabescos que se le impusieron en el siglo XIX para darle un aire más oriental. Durante el Romanticismo hubo en la ciudad una moda que llegó al paroxismo de que todo debía tener un aire árabe y se pasó por alto lo que era genuinamente granadino en la época de Al-Ándalus. Pero cuando el Carmen de las Tres Estrellas alcanzaría su máximo esplendor sería a finales del siglo XIX. Se convirtió en una casa auténticamente señorial en manos del escritor Antonio Joaquín Afán de Ribera y González de Arévalo (1834-1906), un hombre perteneciente a una familia de abolengo de la sociedad granadina, miembro de la Cofradía del Avellano en la que estaba también Ángel Ganivet e impulsor de numerosas tertulias intelectuales en la ciudad. En aquellas tertulias se hacía apodar Gaudete el Viejo para diferenciarse de Melchor Almagro San Martín, conocido como Gaudete el Joven. Autor de obras teatrales, de libros de poemas y de obras de carácter costumbrista como A orillas del Dauro: novelas, artículos y leyendas (1875), Fiestas populares de Granada (1885) o Los días del Albaicín: tradiciones, leyendas y cuentos granadinos (1886), Antonio Joaquín Afán de Rivera se dedicó a organizar cada domingo del año (excepto en los meses de invierno) animadas tertulias culturales en el Carmen de las Tres Estrellas. Francisco de Paula Villarreal y Valdivia escribía en 1888 (citado por Villar Yebra en Albaicín) sobre el carmen: "En nuestros tiempos sirve de lugar de recreo a un cultivador de las musas y más de una tradición granadina, de las muchas que ha escrito, habrá sido inspirada, sin duda alguna, contemplando los históricos recuerdos de la famosa Casa de las Tres Estrellas". Afán de Ribera creó la que llamó Academia del Carmen de las Tres Estrellas, una tertulia que estuvo funcionando durante casi treinta años. A ella asistía un escritor que, con el paso del tiempo, sería uno de los más famosos de la España del siglo XIX: Manuel Fernández y González. Nacido en Sevilla en 1921, hijo de madre granadina, la familia se trasladó a Granada cuando él era un niño. Fernández y González fue un escritor precoz que, con sólo 14 años, ya había escrito una novela. También estrenó en el Teatro Isabel la Católica su drama El bastardo y el rey. De carácter impetuoso, hay una anécdota que refleja muy bien su carácter: solía subir a diario a la Alhambra. Un día se compró unos anteojos con los que solía fisgar, desde la Alhambra, en las ventanas abiertas del Albaicín. Así fue cómo se enamoró de la hija de panadero: espiándola con los anteojos. Al final logró que ella aceptase ser su novia. El escritor iba a visitar a diario a la mujer en el Albaicín. Como en esa época el barrio, dada la oscuridad de sus calles y su disposición laberíntica, era propicio a los asaltos y los robos, Fernández y González se hizo con una pistola. Pero un día, en casa de un orfebre, vio una réplica de la espada de Boabdil y la adquirió. A partir de entonces, iría al Albaicín con la espada envuelta en una capa. Fernández y González se inspiró en el Carmen de las Tres Estrellas para escribir obras como Los monfíes de las Alpujarras o Martín Gil, obras que le propiciaron un enorme éxito. De ahí que hoy haya una placa en la fachada que lo califica de "insigne poeta de alma granadina". El escritor, ya casado con su novia, se trasladó a Madrid y se convirtió en un prolífico autor de novelas y folletines. Era tal su ritmo de producción que escribía dos obras simultáneas dictándole a sus secretarios, entre quienes se encontraba Vicente Blasco Ibáñez. Sin embargo, un vida disipada y llena de alcohol haría que muriera casi arruinado en 1888. Sus obras siguieron manteniendo el éxito. Ahora, el carmen que inspiró tertulias, relatos, acrecentó leyendas y sugirió un pasado lleno de princesas y genios de los estanques, aparece bronco, humillado, triste en un rincón del Albaicín. Un cartel de "Se vende" anuncia que hay un pasado que concluyó para siempre.
Granada, Actualizado 25.11.2008. fotos, Fachada del Carmen de las Tres Estrellas.

Bodegas Tradición acogerá una muestra de Julio Romero de Torres
La exposición, que estará abierta al público desde el día 12 del próximo mes de diciembre hasta el 18 de enero, trae a Jerez cuadros como 'La consagración de la copla', 'La rivalidad' o 'Carmen'
Las bodegas Tradición, situadas a la espalda de la plaza del Mercado y que alberga la colección de pintura española del empresario jerezano Joaquín Rivero, acogerán desde el día 12 del próximo mes de diciembre hasta el 18 de enero una muestra del pintor cordobés Julio Romero de Torres. La exposición podrá verse en esta ciudad gracias a un acuerdo de Bodegas Tradicion con la Fundación Prasa para traer a Jerez su colección de pinturas de Julio Romero de Torres. La muestra es de gran interés, pues muchas de estas obras, inéditas hasta entonces, acercarán al público al pintor a través de sus distintas épocas. Entre las obras cabe destacar 'La consagración de la copla', inspirada en su devoción por el cante hondo. Polémica obra desde su presentación al Certamen Nacional de Pintura de Bellas Artes en 1910. El cuadro representa una selección de diecisiete personajes de la sociedad, la cultura y el espectáculo de su época, como el torero Machaquito, Pastora Imperio, Adela Carbone, Carmen Escacena, e incluso el mismo pintor se autorretrata en esta colosal composición que resume la recuperación de las técnicas y composiciones del renacimiento italiano así como del Siglo de Oro español, que tanto éxito le supusieron. También podrá contemplarse 'La rivalidad' presentado en el siguiente concurso Nacional de Pintura de 1912, como respuesta provocativa por el desagravio que recibió del jurado en la edición anterior, desoyendo las alabanzas de intelectuales y artistas que tanto le defendían. Se trata de un espectacular doble desnudo femenino que levantó pasiones y críticas, pero que desde luego no pasó desapercibido. Otros grandes retratos de la mujer cordobesa que se presentan en esta exposición son el de 'Carmen' ; 'La Bendición'; 'Semana Santa' o 'La niña de la calle Armas'. También estará colgado en Bodegas Tradición un retrato de la Familia Besabé, nunca antes expuesto; así como otras obras que presentan magníficamente su propio lenguaje simbólico , como el de 'Las dos sendas'. En definitiva son catorce obras de las más significativas de la carrera del gran pintor que la familia Romero ha ido recuperando para el patrimonio español y andaluz, y cuya labor ha supuesto un impulso esencial para la recuperación del lugar del gran pintor cordobés de principios del siglo pasado.  Según explican desde Bodegas Tradición, "será una ocasión única, resultado del importante esfuerzo que ambas empresas realizan para la difusión de la cultura de nuestro país, y que vestirán la Navidad de encaje, seda y mantillas". Esta exposición temporal es la primera de las que se celebra en la bodega, y supone un punto de partida de las actividades que se celebrarán de forma periódica cuando la ampliación de la zona de exposición de cuadros esté inaugurada en la bodega recientemente adquirida en la calle de Rincón Malillo.
Pilar Nieto / Jerez | Actualizado 25.11.2008. El cuadro Las dos sendas, lleno de simbolismos, es uno de los que podrá contemplarse en Bodegas Tradición.

Por cantar en el café
LA Palma es una diputación o pedanía de más de cuatro mil almas que se halla en el corazón del Campo de Cartagena, muy cercana a la ciudad que da nombre a la comarca, comprende este núcleo poblacional también una serie de aldeas y caseríos que remontan su historia hasta el siglo XVI, cuando estas tierras se veían transitadas por las numerosas cabezas de ganado de La Mesta. Durante el siglo XIX la eclosión de los yacimientos mineros de la región convocó a gentes de diversa procedencia que en aras de un mejor salario dedicaron su vida a la extracción del metal. El café-cantante era uno de los lugares de esparcimiento de esta masa obrera que gustaba oír y ver espectáculos de variedades y de flamenco, al amparo de este ámbito laboral -la minería- el flamenco adquirió madurez en esta zona del levante hispánico donde converge lo tradicional y folklórico con lo flamenco siendo uno de los vehículos transmisores estos lugares en los que servían diversión y bebidas. Es este un cálido homenaje a ese lugar de encuentro en el que las gentes del Campo Cartagena se daban cita para disfrutar de un buen cante. El Grupo folklórico "Ciudad de Cartagena" de La Palma intenta con este registro resumir, en cierto modo, treinta años de trayectoria que se han destacado por la defensa, difusión y renovación del patrimonio tradicional del campo murciano, una labor que les ha llevado a la recuperación de indumentaria tradicional así como de la antigua tradición de bailadores de La Palma. Tratan pues de devolver al folklore lo que del folklore había salido así como reivindicar esa parcela que el flamenco ha ocupado por derecho propio en el espacio lírico-musical de esta zona, ello explica porque a lo largo de este registro se detectan rasgos que evidencia ese trasiego entre los géneros, que no hacen sino complementarse, como es caso de la malagueña de Conchita la Peñaranda o el caso de la cartagenera, la murciana y la levantica, si bien hay que destacar que no se desea una lectura flamenca de las mismas sino establecer esas afinidades existentes, dando como resultado: modelos de corte abandolao; o genuinamente flamenco; o de clara factura bolera. En cuanto al repertorio jotero se rinden ante patrones locales como la Jota de La Palma y la Jota Marinera, la primera estructurada sobre los elementos rítmicos-armónicos característicos de la jota, mientras que en las segunda planean otros motivos, quizás más modernos pero no por ello menos interesantes. No olvidan la larga tradición que las seguidillas tienen por estos lares registrando las Sevillanas de Fuente Álamo. Murcia tuvo una larga historia de maestros de baile de la escuela bolera, originaria y transmisora, llegó a tener más de ochenta maestros boleros, esa larga tradición queda manifiesta en un largo corpus de piezas que utilizan como excusa el bolero que demuestran a todas luces la larga tradición secular de este baile tan español por estas tierras. Un trabajo que rinde tributo no sólo a tres decenios de desvelos es también a un sentido homenaje a aquellos que contribuyen a la difusión de manera anónima del patrimonio tradicional.
Actualizado 21.11.2008

El verso y la canción, como motor de la obra de Falla
Esta tarde se inaugura la muestra 'El fuego y la palabra' comisariada por Ripoll
no cesa, como la mar de Cádiz". Estos versos inéditos del poeta José Ramón Ripoll rotulan la entrada de la exposición El fuego y la palabra, una muestra que supone un recorrido íntimo por la obra de Manuel de Falla a través de las canciones y los versos que marcaron su vida. "La Fundación Archivo Manuel de Falla me encargó el pasado mes de febrero la coordinación de una exposición que girara en torno a la relación de Falla con la palabra y con la canción, dos vertientes en las que tuvo mucho que ver su relación con los poetas de la Generación del 27 y con todo ese cancionero que escucharía de pequeño de su tata La Morilla, por ejemplo", explica Ripoll, también comisario de una muestra que se inaugura esta tarde, a las seis y media, dentro del programa del VI Festival de Música Española.  A través de fotografías, partituras autografiadas por el músico gaditano, tapas y cubiertas de partituras editadas y programas de mano, entre otras piezas, el visitante podrá sumergirse en una exposición que "puede dividirse en dos partes", informa el comisario. "La primera de ellas está articulada con las obras y en cómo están basadas en textos previos, mientras que la segunda incide un poco más en la relación del maestro con los poetas del 27. Recordemos que Falla fue el único músico que responde a la petición de Alberti y de un grupo de poetas de esa generación para llevar a cabo el homenaje a Góngora. Así, Falla participó con el Soneto a Córdoba", resume. "La canción, como forma esencial y primigenia de comunicación, fascinó a Falla", aduce Ripoll que rememora cómo "una de sus primeras partituras se llamó Canción y, aunque no tenía letra, poseía ese espíritu del cancionero que como un fino filamento atravesó toda su obra incluso en los momentos más sinfónicos". El comisario también llamó la atención sobre la figura del empresario teatral, Gregorio Martínez Sierra, y de su mujer, María Lejárraga -ambos muy presentes en la muestra- "autora de la mayor parte del libreto de El amor brujo aunque no lo firmara debido a los prejuicios de la época a este respecto", dice.
T. García / Cádiz | Actualizado 20.11.2008. 

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El Arte de Vivir el Flamenco © 2003
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