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Listado de cantaores por orden alfabético |
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Camarón se hace novela
Montero Glez
publica 'Pistola y cuchillo', una narración protagonizada por el legendario
cantaor
Camarón
ya tiene novela. Se la ha escrito el madrileño Montero Glez (1965), un narrador
con fama de maldito que vive desde hace unos años en Chiclana, apartado del
ruido y los navajazos del mundillo literario. Pistola y cuchillo (El Aleph /
Mario Muchnik) se centra en los últimos momentos de la vida de José Monge y
tiene como escenario principal la Venta Vargas, el restaurante que la voz de
Camarón convirtió en templo del flamenco. Allí, en "el camarote", el reservado
donde Camarón y Manolo Caracol mantuvieron
un duelo "cara a cara" favorable al primero que marcaba un cambio de generación
en el trono, Glez recibió ayer a este diario para hablar de su nueva obra,
–brevísima, por cierto–, con sólo 124 páginas, porque, dice, "a veces tu vida
entera se te puede aparecer en unos pocos minutos y entonces ya no necesitas
más". A la entrada de la venta se ha erigido una estatua a Camarón. Cuando, hace
unos pocos años, pasó Glez por allí delante y vio que los gitanos le habían
arrancado trozos para luego venderlos, al grito de "¡al rico camarón de la
bahía, lo pesco de noche y lo vendo de día!", se dijo: "Aquí hay novela, quise
capturar ese sentimiento de las gentes que saben que Camarón les pertenece a
ellos y, por tanto, venden sus trozos como una mercancía propia". Los hechos
reales son el fundamento del relato, sobre el que el autor introduce elementos
de ficción: por ejemplo, se convierte él mismo en el entrenador de un gallo de
pelea cuyas batallas patrocina Camarón. "Aquí las peleas de gallos no están
prohibidas, ojo, y los gitanos tienen mucha afición. Me interesa el valor de la
palabra dada, pues las apuestas se hacen sin papeles". Ese gallo rubio de
Camarón va a adquirir, en el curso del relato, una fuerza simbólica enorme, pues
"representa la amistad, que es el tema del libro". Libro que, sobre todo, "no es
una biografía, ya existe la de Carlos Lencero, insuperable". Glez ha mamado el
flamenco desde chico, aunque su carrera musical se limita a haber ejercido de
palmero suplente en alguna que otra actuación. Cuando estudiaba periodismo en la
universidad, se iba por las noches al local madrileño de Miguel Candela, que le
dejaba acceder a las sesiones privadas que montaban los artistas "tras el
concierto, cuando se ponen a gusto. En ese local pasé yo metido seis años, todas
las noches". Amigo de Antonio Gades –"uno de los pocos flamencos leídos, con él
hablaba mucho de literatura"–, de Tomatito, de los Carmona... Glez, sin embargo,
sólo cruzó un "buenas noches" con Camarón, aunque le siguió por toda España en
sus conciertos. "Cortázar ha descrito a Charlie Parker como nadie, y jamás se
conocieron. Ya lo dijo Onetti: se puede mentir de muchas formas pero la más
repugnante de todas es decir la verdad, toda la verdad, despojada de
sentimientos, quitando el alma a los hechos, dejándolos vacíos, porque los
hechos son tan sólo recipientes que toman la forma del sentimiento que los
llena. No conocí a Camarón, pero es mi amigo, como es mi amigo Valle-Inclán". La
obra contiene, asimismo, pinceladas ensayísticas, anécdotas reales y por ella
desfilan varios secundarios de lujo, como el Cordobés, que se carteaba con el
cantaor. Otro tema es el de los beneficios que no van a parar al artista. "Todos
vieron a Camarón en la tele, lamentándose de que no quedaba nada para sus hijos.
No murió millonario, y es increíble". La Venta Vargas conserva solera y fama,
como dice Glez, "de cuando los trabucos reposaban sobre los muros y las
caballerías hacían cola en la puerta". Tras el mostrador, el Lolo Picardo saluda
a los últimos clientes. Se sabe, desde ahora, personaje de novela, aunque en el
local hay un debate guasón sobre si el ventero de Pistola y cuchillo se trata de
él o de uno de sus familiares. "Yo creo que soy yo –se defiende con gracejo–,
por esa época tenía 20 años y ya estaba aquí atendiendo".
XAVI AYÉN | San Fernando (Cádiz) | 24/11/2010.
Camarón ya tiene novela y
se la ha escrito el madrileño Montero Glez / Pedro Madueño / Archivo
El último
concierto de Camarón
Sale a la luz el
disco del recital del maestro en el colegio mayor Johnny, una actuación que a
punto estuvo de no celebrarse. Esta es la historia
Cinco
horas antes de comenzar la actuación, Camarón de
la Isla, recluido en el madrileño hotel Príncipe Pío, no quería cantar.
Acababa de llegar de un concierto en Nimes, en el sur de Francia, y el maestro
alegaba cansancio, tanto físico como psíquico. Cinco minutos antes del
concierto, con la gente que llenaba un San Juan Evangelista (el Johnny) a punto
del motín por el retraso, la gran voz del flamenco, ya en el camerino del
recinto, se negaba a salir. Sudores fríos en los miembros de la organización,
caras contrariadas en los pasillos, gente a punto de darse cabezazos contra la
pared. De repente, la melena rizada del maestro asomó por la puerta del
camerino. Enseguida, y quizá para que no se escapara, Pablo Nacarino (entonces
29 años y responsable de la zona de camerinos del colegio mayor) se lanzó al
encuentro del cantaor. Le cogió con ternura del brazo y empezó a tirar
suavemente de él. "Venga, José, anímate, que hay mucha gente esperándote", le
dijo Nacarino. Pero no había manera. "No quería salir", explica ahora Nacarino.
"Estaba muy alicaído, hecho polvo. Para acceder al escenario del Johnny hay unas
pequeñas escaleras de metal. Yo subí con él, casi empujándole. Me decía: 'Es que
estoy mal, no puedo actuar'. Yo le respondía: 'Anímate, José'. Y le iba guiando
del brazo por la escalera". Cuando alcanzaron, no sin dificultad, el último
escalón, solo les separaba una cortina para presentarse ante el público. La
abarrotada sala ya gritaba, impaciente. Tomatito, el fiel Tomate, único músico
que le acompañaría esa histórica noche, se acercó al lateral, corrió la cortina
y cogió a Camarón del brazo para llevarle hasta su silla de mimbre. En cuanto el
maestro apareció en el escenario, la gente (525 personas, llenísimo), que
voceaba, se sumergió en un silencio indescriptible. Congoja. Camarón se sentó,
no dijo nada (ni en ese momento ni en todo el recital) y se arrancó con la soleá
Salud es lo que yo quiero. Nacarino: "Fue increíble el canto tan hondo que salió
de la garganta de ese hombre. Estaba hundido, pero se transformó. A mí se me
caían las lágrimas". A muchos espectadores también. De esta forma tan épica se
desarrolló el histórico último concierto de Camarón de la Isla. Los flamencos se
saben la fecha de memoria: un gélido 25 de enero de 1992. Seis meses después, el
2 de julio, fallecía, a los 41 años, víctima de un cáncer de pulmón. El 7 de
diciembre se publica el disco de aquella vibrante actuación, titulado El último
concierto. Pero volvamos a aquella postrera actuación. Tomatito, entonces 32
años, estuvo a su lado desde el primer momento: "La verdad es que no sabíamos
que estaba enfermo de cáncer. Ya en el hotel se encontraba muy fatigado. Me dijo
que suspendiera el concierto, que no podía. Yo le comenté que era un recital
importante, el Festival por Tarantos, muy arraigado en mi tierra, Almería. Y que
el director del San Juan, Alejandro Reyes, que hacía un gran esfuerzo para
difundir el flamenco, también era de Almería. Entonces Camarón me miró y dijo:
'Bueno, venga...". Efectivamente, la actuación de Camarón se ofrecía dentro del
festival Flamenco por Tarantos, que cumplía la tercera edición. Costó traer al
de la Isla 3,5 millones de pesetas (21.000 euros). Las entradas costaron 4.000
pesetas, unos 24 euros. Dato: todavía sigue siendo la entrada más cara de la
historia del San Juan. Aquel día se llegaron a pagar 25.000 pesetas (150 euros)
en la reventa, "o una china de hachís muy grande", apunta el director del San
Juan, Alejandro Reyes, que ya lo era en 1992. "Actuó unos 55 minutos y fue uno
de los mejores recitales de su última época. Luego estuvo una media hora
recibiendo a gente en el camerino, se puso un abrigo largo que tenía y se fue.
Estuvo muy cariñoso y tierno", apunta Reyes. Camarón acudió acompañado de su
médico, que era costumbre que le asistiera en esta etapa final. Justo antes de
empezar el recital, médico y cantaor se encerraron solos en el camerino. "Que no
pase nadie", ordenó alguien. Y colocaron a un portero para proteger la puerta.
Al rato salieron los dos. Las críticas fueron excelentes. "¡Cómo cantó! En
cuanto que tomó asiento en el escenario sus fatigas volaron. Lo dio todo,
arriesgando en cada nota, y salió triunfante", escribió el crítico José Manuel
Gamboa. La gente, extasiada, no paraba de interrumpir el canto con sonoros "olés".
Hasta que un patriarca gitano les gritó: "A ver, señores, que en misa no se
habla". Tomatito ha estado escuchando estos días la grabación de aquel
concierto. Pero su guitarra no suena. O al menos eso es lo que a él le parece:
"Al lado de Camarón ni me escucho. Lo digo totalmente en serio. Cuando él
estaba, todos sobrábamos". Olé.
CARLOS MARCOS - Madrid - 24/11/2010. La última actuación de Camarón de
la Isla en el San Juan Evangelista, en 1992. A su lado, el guitarrista
Tomatito.- NACHO PRIETO
Fosforito
recibirá una de las Medallas del Ateneo
El Ateneo de Málaga, que distingue cada año con sus medallas a personalidades
que hayan contribuido a la cultura malagueña, ha dado a conocer a los premiados
de 2010. El cantaor y flamencólogo Antonio Fernández Díaz 'Fosforito', el
dramaturgo, creador y director de la compañía infantil Acuario Teatro Diego
Guzmán Ortega, el maestro y pedagogo Manuel Alcalá Hernández, el escritor Rafael
Ballesteros Durán y el experto en turismo cultural Rafael de la Fuente Milanés
han sido distinguidos por unanimidad tras la votación de la Junta Directiva de
la institución cultural, presidida por Diego Rodríguez y reunida el pasado 2 de
noviembre. La entrega de los galardones, que reconocen la labor de
personalidades que destacan en distintos ámbitos de la provincia, tendrá lugar
el próximo 14 de diciembre a las 19.30 horas en la Sala María Cristina de la
Fundación Unicaja.
24.11.10 - 01:17 - SUR.
Hoy se dan a
conocer los ganadores del Concurso de Arte Flamenco
Hoy se dará a conocer el fallo del jurado del XIX Concurso Nacional de Arte
Flamenco de Córdoba, cuya fase de opción a premio finalizó ayer. Los artistas
cordobeses Antonio José Mejías Portero, Inmaculada Aranda Espejo y Severiano
Jiménez Flores Niño Seve optan al gran premio en las modalidades de cante, baile
y guitarra, respectivamente. A ellos se unen los cantaores Aroa Cala Luque (El
Puerto de Santa María, Cádiz), Sebastián Cruz Márquez (Beas, Huelva) y Pedro
Garrido Fernández Niño de la Fragua (Jerez de la Frontera, Cádiz), junto a los
bailaores Lakshmi Pekarek Basile La Chimi (Estados Unidos), David Romero Cardoso
(Hospitalet de Llobregat, Barcelona) y Adrián Sánchez González (Granada) y los
guitarristas Salvador Gutiérrez Aguilar (Ecija, Sevilla), Raúl Mannola
(Finlandia) y Antonio Rey Navas (Jerez de la Frontera, Cádiz). Además de los
tres grandes galardones (cante, baile y guitarra), dotados con diploma y 12.000
euros, la convocatoria establece premios para reconocer a los finalistas de las
tres modalidades, dotados con 2.000 euros y diploma. Todos ellos actuarán en la
gala final de entrega de premios, que tendrá lugar el sábado 27 de noviembre en
el Gran Teatro de Córdoba. En cuanto los artistas cordobeses que han pasado a la
final de este importante certamen, el montillano Antonio Mejías Portero ha
compartido cartel con máximas figuras del cante. Por su parte, Inmaculada Aranda
ha bailado como solista junto a maestros como El Cabrero, Arcángel o El Pele,
mientras que Niño Seve tiene una trayectoria profesional que comenzó muy joven,
consiguiendo hacerse un hueco en estos últimos años entre los grandes del
momento gracias a sus muchos premios y reconocimientos.
24/11/2010 C.L.
La zambomba 'Navidad en Jerez' sonará el 3 y 4 de
diciembre en el Villamarta
El espectáculo
benéfico ha sido organizado por la Hermandad del Cristo de la Expiración
Tras haber puesto en escenas distintas zambombas en las tablas del Teatro
Villamarta, comparece en esta ocasión por primera vez una Hermandad,
concretamente la del Cristo de la Expiración, arropada por sus hermanos más las
peñas flamencas del barrio de San Miguel y Santiago, con el espectáculo 'Navidad
en Jerez'. La recaudación que se efectúe irá destinada a la acción social de la
Hermandad, "que se ubica en un barrio donde la crisis hace mella, y desea
atender aquellos hermanos que pasan por momentos difíciles". El proyecto, que se
pondrá en escena los días 3 y 4 del próximo mes de diciembre a partir de las
ocho y media de la noche, tendrá como director artístico a José Gálvez, artista
que con su ayuda solidaria lleva la tradicional zambomba del Cristo que se
celebra cada año en la plaza del Cristo de la Expiración. El espectáculo
escenifica la plaza, que arropa los jerezanos que comparten los cánticos
navideños con a los miembros de las distintas peñas del barrio junto a la
hoguera. La puesta en escena contará con dos tiempos de cincuenta minutos donde
se escenifica la plaza del Cristo con guitarra, zambomba, panderetas y almirez,
que sonarán acompañando a los villancicos junto a la hoguera.
Redacción / Jerez | Actualizado 24.11.2010
La Málaga cantaora se reivindica
La provincia ha aportado al flamenco nombres ilustres y
una gran variedad de cantes
La
palabra flamenco apareció por primera vez en Andalucía en 1856 en 'El Avisador
Malagueño'. En el XIX, el centro estaba plagado de cafés cantantes que atraían a
las primeras figuras
Es una constante en la historia del flamenco: aparece al recordar a los
personajes que dejaron huella, cuando se enumeran los palos del arte jondo, al
revivir la época de los cafés cantantes, los años dorados de los tablaos...
Parece que Manuel Machado no se equivocó en su definición de «Málaga, cantaora».
Expertos reivindican la «extraordinaria» aportación de la provincia al flamenco,
reconocido el pasado martes como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la
Unesco. Tomen nota: de la provincia es «una de las grandes figuras de todos los
tiempos, Juan Breva» y Málaga es junto a Cádiz «la que más cantes ha dado», en
palabras del flamencólogo Gonzalo Rojo.
Juan Breva triunfó como pocos en Madrid, cuentan que acompañaba en sus juergas a
Alfonso XII y contribuyó a cambiar el rumbo del arte popular con sus cantes.
«Era un grande entre los grandes», destaca el especialista José Luis Ortiz
Nuevo, fundador de la Bienal de Flamenco de Sevilla. «Su generación hace detener
la velocidad de los bailes, lo que permite que el cante tenga sitio por sí
solo», explica. Así, el ritmo vertiginoso de los verdiales -el «protoflamenco»-
se frena, se caen los acompañamientos y nacen los fandangos abandolaos (los
cantes de Juan Breva, el jabegote, la jabera, la rondeña...). Ellos serán la
semilla de las malagueñas. Es al número uno del momento, al sevillano Silverio
Franconetti, a quien le corresponde el honor de ser el primer flamenco en poner
voz a una malagueña en el Teatro Principal de la ciudad y en el café cantante de
la Iberia, según cuenta el investigador José Gelardo. Lo atestigua el cartel
anunciador del espectáculo: «El Sr. Silverio cantará las Rondeñas del Negro y
Malagueñas, concluyendo con el Polo Tobalo», publicaba 'El Avisador Malagueño'
en su edición del 20 de febrero de 1867. Pese al nombre, aún no eran las
malagueñas que han llegado hasta hoy, sino un cante muy similar a los verdiales,
«pero más pausados». Habría que esperar unas décadas para que el palo tomara
forma, «más lento y sin compás». Pero una vez que la malagueña se hace flamenca
en el último tercio del siglo XIX, «se convierte en uno de los cantes obligados
en todos los teatros», asegura Ortiz Nuevo. Y no solo en la provincia y en
Andalucía... «en La Habana
y en
México, las tiples líricas las interpretaban con frecuencia y hay noticias de
verdaderos escándalos en las funciones al tener que repetir varias veces una
malagueña por petición del público». Se conocen múltiples variedades,
construidas con el sello personal de cada artista. Destacaron La Trini, para
muchos la mejor en
este palo; El Canario, que introdujo una novedad al iniciar el cante con un pie
quebrado extraído del primer o segundo verso de
la
estrofa; y Juan Trujillo 'El Perote'. «Álora se ha erigido como cuna del cante
por malagueñas dando a
estos dos importantísimos
cantaores», resalta
Francis Mármol, coordinador de Málaga en Flamenco, el programa de
actividades de arte jondo de la Diputación de Málaga. Pero la escuela malagueña
ha puesto más granitos
de arena al repertorio flamenco. «Están los cantes no autóctonos, aquellos que
no son malagueños en origen pero que han sido hechos por artistas de la tierra»,
apunta Gonzalo Rojo, también presidente de la peña Juan Breva. Se incluyen aquí
los populares cantes del Piyayo, que parten de un tango para crear un estilo
propio con sones de guajira y ecos de carceleras; los cantes de El Cojo de
Málaga y los tangos de La Repompa. Esta cantaora murió muy joven, pero como
recuerda el especialista Paco Roji, dejó su impronta en artistas tan variados
como Camarón, Enrique Morente, Rocío Jurado, Ketama... «Y todavía le sigue
cantando mucha gente. Las Migas, un grupo de Barcelona, tiene ahora un tema
titulado 'Tangos de la Repompa'», indica Roji. Al listado de artistas que
pusieron las bases del flamenco hoy universal se suma el «gran aporte teórico»
de la provincia, tal y como señala Ortiz Nuevo. El flamencólogo rescata del
olvido al «poeta preflamenco Tomás Rodríguez Rubí», del siglo XIX, autor de un
libro de versos andaluces en el que ya se habla de los «jaleos percheleros de
Málaga». Un poco más adelante, el malagueño Serafín Estébanez Calderón, político
liberal del XIX, será «el primer cronista» de este género. «Él describe la
primera fiesta que se cuenta en la historia del flamenco, en Triana en 1838, en
la que actuaba La Jabera», argumenta. Ya en la década de 1860, el archidonés
Emilio Lafuente publicará un pionero cancionero con coplas populares del
flamenco. «Málaga no sólo ha dado intérpretes y estilos, sino también pensadores y
poetas como Salvador Rueda y Narciso Díaz de Escobar», puntualiza.
Málaga, foco de atracción
Y es
precisamente en la prensa local «donde aparece por primera vez en Andalucía la
palabra 'flamenco'», apunta Gelardo. Fue en 'El Avisador Malagueño' en 1856, y
con connotaciones nada positivas. «Ya existía este arte, pero los periódicos no
eran partidarios de darle publicidad», aclara. El redactor del siglo XIX narra
con estupor cómo el teatro se asemejaba «al rico burdel de la taberna (...) al
presenciar el verdadero escándalo que en él se produjo con el canto flamenco del
nuevo castellano nuevo, el baile jaleado zapateado...». Es la época de los cafés
cantantes, donde los flamencos amenizaban la noche entre copa y copa. Málaga
llegó a tener uno de los circuitos más importantes del país, con una veintena de
locales que atraían a la capital y a su provincia a primeras figuras del cante y
el baile. «Era puerto de mar al que llegaban muchos marineros y contaba con un
emporio de riqueza por su industria textil y los altos hornos... había dinero»,
reflexiona Rojo. Así se justifica que solo en los alrededores de la plaza de la
Constitución se ubicaran el Café Sin Techo, La Loba, La Lobilla, El Suizo, El
España, El Turco, El Chinitas, Las Pistas... «Eran
muchos y
muy conocidos», afirma Paco Roji. Pero la mala prensa de estos establecimientos
-siempre rodeados de escándalos- acabó con ellos. Tras un
breve periodo de la ópera flamenca, los escenarios resurgirían en la provincia a
mediados del
siglo XX en forma de tablao. Quien era alguien en este arte actuaba en Málaga en
la década de los 60.
Camarón,
Farruco o Terremoto, entre otros muchos, pisaron las tablas de La Gran Taberna
Gitana. Su ubicación junto al Cervantes «favoreció que muchos artistas que iban
a trabajar al primer teatro de la ciudad luego se pasaran por él y echaran un
buen rato rodeados del arte de los flamencos, como Claudia Cardinale»,
indica
Mármol. Y es que los tablaos de Málaga sirvieron de escaparate del arte jondo
para el resto del mundo. La jet set internacional se reunía en los de Lola
Flores y La Cañeta en Marbella; Sean Connery y
Orson
Welles escucharon bulerías y soleares en El Pimpi, en la capital; y en
Torremolinos, a la puerta de El Jaleo llegaban autobuses repletos de turistas
para disfrutar del baile de La Mariquilla. «En invierno, los tablaos de Madrid
eran los más frecuentados, pero cuando llegaba el verano la actividad se
trasladaba a la Costa del Sol, que vivía su boom turístico», apunta Roji. Hoy,
sin embargo, esta imagen forma tristemente parte de la historia. Ya son pocos
los herederos de aquellos años que se mantienen en la Costa (la taberna de Pepe
López, antiguo Jaleo; la sala Tirititrán en Benalmádena; un par en
Marbella...), pero en Málaga capital el tablao clásico está en extinción. «Es
muy difícil de mantener, pero hay demanda. Mis
clientes
me
preguntan constantemente a dónde pueden ir», cuenta Roji, también dueño de la
tienda Flamenka (www.flamenka.com).
El arte, hoy
Ahora son
principalmente las peñas, con la ilustre Juan Breva a la cabeza, las que
divulgan y promueven este arte por todos los rincones de la provincia. Entre
ellas se ha
creado una amplia programación de cante, toque y baile impulsado por Málaga en
Flamenco, de la Diputación. Esta plataforma ha desarrollado 600 actividades en
sus cinco años de vida, además de editar libros y discos del género, patrocinar
una escuela de cante y crear un concurso provincial. Porque, pese a la falta de
escenarios, el flamenco en Málaga goza de buena salud. Es la provincia andaluza
con más festivales de verano (Torre del Cante de Alhaurín de la Torre, el
Festival de Cante Grande de Casabermeja, el de Vélez, Ronda...) y lidera el
'ranking' andaluz en el número de profesionales dados de alta en el Régimen de
la Seguridad Social (un
total de
21). Una cantera repleta de nombres que pisan las tablas de medio mundo y que
reinventan el arte jondo garantiza un interesante futuro al flamenco en Málaga.
FLAMENCOS MALAGUEÑOS QUE DEJARON HUELLA
2. JUAN
BREVA (1844-1918) CANTAOR Y GUITARRISTA
Su nombre
artístico le viene por la profesión de su abuelo, vendedor de brevas. Antonio
Ortega Escalona es la figura más relevante de todos los tiempos,
«era cantaor de la corte de Alfonso XII, cobraba en oro y se convirtió en el rey
de los cafés cantantes de la época», explica Francis Marmol, de Málaga en
Flamenco. De hecho, cuentan que cada noche actuaba en tres locales diferentes de
Madrid. Da nombre a la peña más importante de Málaga.
3. LA TRINI (1868-1930) CANTAORA
Trinidad
Navarro Carrillo creó escuela en el cante por malagueñas y está considerada como
la mejor intérprete de este palo. Con ella vivió durante años La Niña de los
Peines, a quien La Trini instruyó en los cantes. Entre la leyenda y la realidad,
se dice que perdió un ojo cuando en una juerga flamenca un amante le ofreció una
aceituna pinchada en una navaja y por un mal paso se le clavó en el ojo. Fue
propietaria en La Caleta de un ventorrillo que llevó su nombre.
4. EL COJO DE MÁLAGA (1880-1940) CANTAOR
La
poliomelitis dejó a Joaquín José Vargas Soto cojo desde la niñez, y de ahí su
nombre artístico. De raza gitana, fue un especialista en los cantes
mineros-levantinos, destacando la taranta. Dicen que él mismo afirmaba que en
esta variante no encontraba imitadores. Actuó en los principales cafés cantantes
de la época en Málaga, Sevilla y Madrid, pero murió casi en el olvido y sin
dinero en Barcelona. Cuentan que el entierro tuvo que ser costeado por sus
amigos.
5.
ANIYA LA DE RONDA (1855-1933) CANTAORA Y GUITARRISTA
Ana Amaya
Molina se acompañaba con su guitarra en el cante. Provocó ilustres admiraciones:
la reina Victoria Eugenia le regaló un mantón de Manila tras su actuación en una
fiesta privada, Pastora Imperio le obsequió con una bata de cola y Federico
García Lorca la citó en una conferencia como una de las figuras del momento. Con
75 años fue una de las estrellas en la semana andaluza de la Exposición de
Barcelona de 1930.
6. ANITA DELGADO (1890-1962) BAILAORA
Su
carrera artística duró poco, pero su fama traspasó fronteras al convertirse en
la famosa maharaní de Kapurthala. Comenzó en el café cantante que su padre
regentaba en la plaza del Siglo, pero la familia emigró a Madrid. Allí
continuaría actuando con su hermana (Las Camelias) en el Central-Kursaal, donde
conocería a intelectuales como Pío Baroja y Romero de Torres. El maharajá se
enamoró de ella cuando la vio bailar en las fiestas previas a la boda de Alfonso
XIII.
7. EL CANARIO (1857-1885) CANTAOR
Juan
Reyes Osuna murió antes de cumplir los 30 años junto al puente de Triana y a
manos del padre de la cantaora La Rubia de Málaga. Cuentan que los celos
profesionales o un romance escondido están detrás del asesinato que acabó con un
prometedor cantaor que triunfaba en los cafés cantantes de Sevilla. Él es el
creador de una nueva malagueña, que arranca con un pie quebrado extraído del
primer o segundo verso de la estrofa.
8. LA CUENCA (1855-1890) BAILAORA Y GUITARRISTA
Trinidad Huertas fue una revolucionaria, una mujer adelantada a su tiempo. Fue
la primera en atreverse a vestirse de hombre para bailar (como se aprecia en la
imagen) e innovó al zapatear en las soleares. En una época en la que cruzar las
fronteras era una aventura para una mujer, La Cuenca pisó con éxito escenarios
de París, Nueva York, Ciudad de México y, entre otros muchos, La Habana,
donde murió en 1890, según ha investigado José Luis Ortiz Nuevo.
9. EL
PIYAYO (1864 -1940) CANTAOR Y GUITARRISTA
Un poema de José Carlos de Luna ha hecho inmortal a Rafael Flores Nieto, aunque
en él no salga bien parado. El autor se tomó ciertas licencias literarias, pero
lo cierto es que fue un personaje curioso. Se sabe que cometió un crimen en
Sevilla que le llevó a la cárcel y, de allí, es probable que fuera a la guerra
de Cuba. A su regreso a Málaga se ganaba la vida vendiendo con cantes calcetines
y peines que guardaba en su chaqueta. Creó un estilo propio a partir del tango.
10. LA REPOMPA (1937-1959) CANTAORA
Murió con
solo 21 años de peritonitis, pero Enriqueta de la Santísima Trinidad de los
Reyes Porras tuvo tiempo de dejar su marca en el flamenco. Su cante, los tangos
de La Repompa, ha influido en figuras como Camarón y Enrique Morente. Formó
parte del grupo Los Vargas -con La Cañeta y Pepito Vargas- y Pastora Imperio la
reclamó en los escenarios de Madrid. Su fallecimiento conmocionó a la ciudad,
que se volcó en su despedida.
11. EL CHINO (1953-1997) CANTAOR Y GUITARRISTA
De niño,
José Manuel Ruiz acompañaba con cantes a su abuela mientras vendía cupones, a
los 14 años debuta en Madrid como cantaor y adquiere soltura con la guitarra.
Amigo de Camarón y Paco de Lucía, fundó el grupo Arte 4 donde -según los
críticos- se revela como precursor de las corrientes vanguardistas flamencas. Se
hizo un nombre en Venezuela, su residencia durante años. En 1992 regresó a
Málaga, donde falleció de un paro cardiaco a los 43 años.
Fotos (2) Juan Breva (3) La Trini (4) Cojo de Málaga (5) Aniya la de Ronda (6)
Anita Delgado (7) El Canario (8) La Cuenca (9) El Piyayo (10) La Repompa de
Málaga (11) El Chino
21.11.10 - REGINA SOTORRÍO
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