EL PAÍS semanal
Numero 1.032 Domingo 7 de Julio de 1996
RANGAPINO
Viva Japón y Chiclana
Ahí lo tienen, en la Gran Vía. Imposible cantar mejor y con gesto de más verdad.
Alonso Núñez, Rancapino, es el cantaor más en forma del momento. Cada vez que
aparece, y lo hace mucho últimamente, arma el taco. A los 50 años, este gitano
de Chiclana de la Frontera ha ocupado finalmente su lugar. Primero vivió a la
sombra de su primo y amigo José, Camarón de la Isla; después se fue a Japón en
busca de yenes con que llenar la buchaca. Ahora, de la mano del intelectual
Manuel Arroyo (que ha editado un magnífico disco que rompe 20 años de silencio),
del pintor Miquel Barceló (que ha diseñado la portada) y de la guitarra del
renacido Paco Cepero,
Rancapino ha dejado el círculo de los iniciados para
saltar a la arena del éxito. Lo ha hecho desde esa simplicidad compleja que
duerme en el cariño a la pureza, el amor al cante con faltas de ortografía, como
él dice, y el respeto a maestros como Aurelio, Caracol o el inefable Manolito de
María, del que Ranca borda unas bulerías llenas de marcha y anticlericalismo.
Texto MIGUEL
MORA, |
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CARMEN LINARES
La enciclopedia del Cante
Es la
voz femenina más importante del flamenco actual. Carmen Pacheco Rodríguez, de
45 años, empezó a cantar en la puerta de su casa de Linares (Jaén), mientras su
padre tocaba la guitarra. La afición se convirtió pronto en pasión. Carmen
empezó profesionalmente en la infantería del cante: estuvo diez años
trabajando en tablaos madrileños, como una más, y en ese semianonimato aprendió
todos los cantes. El camino fue lento, pero sólido. Su último disco, Antología,
es una joya que recupera 27 estilos diferentes de cantes de mujer. Carmen,
reconocida ya como la cantaora más enciclopédica surgida desde La Niña de los
Peines, posee, además de una hermosa voz, una serena guapura. :Qué es eso de que
hay que ponerse fea para cantar'
Carmen Linares es una :mujer
que canta en mujer muy inteligentemente, muy flamencamente
Texto
Nuria Barrios |
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JOSÉ MENESE
El maestro carismático
José
Ménese nació en La Puebla de Cazalla (Sevilla) en 1942. No llegó a sufrir la
guerra, pero sí aquella posguerra incivil, "con la tocineras ululando pa cá y
pa yá", que le marcaría para siempre. En 1962, con veinte años, queriendo ser
cantaor, llegó a Madrid de la mano del pintor y poeta Francisco Moreno Galván
-autor después de todas las coplas de sus cantes-, y de pronto se vio inmerso
en un mundo intelectual que desconocía. Era gente con una filosofía de
izquierda, como la que instintivamente lo movía a él, y conectó bien con
ellos. Rápidamente fue creciendo su conciencia política, al mismo tiempo que su
voz terrible y jonda, que le convertiría en el cantaor más duro, tierno,
conmovedor y emblemático de aquellos años de infeliz memoria. Todo ello le dio
un carisma especial de maestro que fue ejemplo y referencia insoslayable para
una juventud inconformista, carisma que le acompañó ya siempre, hasta hoy
mismo. A lo largo de casi una veintena de discos, Ménese fue olvidando sus
inicios de zapatero y aplicando los conocimientos adquiridos a la vera de sus
maestros, Mairena y Talega. Su entrega al cante, su compromiso, han sido de
tal envergadura que incluso su enorme corazón se ha resentido. Recuperado ya
del golpe cardiaco que lo separó de los escenarios Ménese sigue ahí, respirando
dando el mejor flamenco.
Texto
ÁNGEL ÁLVAREZ CABALLERO |
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CHANO LOBATO
Sabio Y generoso
Chano Lobato
tiene 69 años y padece diabetes, pero cuando está fresco es capaz de hacer, él
solo, hora y media del mejor espectáculo flamenco del mundo. Su voz ladina, su
humor astuto, sus tablas y su inteligencia enganchan. Es una pequeña
enciclopedia de letras y estilos, y no se sabe qué hace mejor, si cantar puro y
a compás, como aprendió de Ignacio Espeleta y Pericón o contar los chistes más
graciosos de Cádiz. Después de pasar 40 años junto a los mejores bailaores
(Antonio, Pilar López o Carmen Amaya), Chano decidió dar el salto adelante.
Desde entonces ha regalado las letras más bellas y el ritmo más contagioso del
flamenco actual. Es el último cantaor sabio, el depositario de un arte de vivir
y sentir el flamenco que posiblemente se irá con él. Pero un momento: acaba de
grabar su disco. Será el regalo del cantaor más listo y generoso del mundo
texto
Miguel Mora |
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EL
TORTA
Vivir al
limite
Genial, y por tanto imprevisible, Juan Moneo, El Torta (Jerez, 1952), es el
arquetipo del cantaor de inspiración. No tiene término medio: si conecta con el
duende, entusiasma; si no, deja frío al aficionado más caliente. Hermano menor
de Manuel Moneo, otro gran cantaor, Juan es contemporáneo de Camarón, y su
historia ha corrido en muchas cosas en paralelo a la del rey: gitano rubio,
artista intuitivo, de gran tirón y mucha espontaneidad, enorme personalidad y
sello absolutamente propio, sus frecuentes escarceos con la marginalidad han
estado a punto de acabar con sus facultades y su carrera. La leyenda dice que
retó varias veces al de la Isla a cantar frente a frente y que éste nunca
aceptó. Nacido en el mítico barrio de San Miguel, Moneo destaca en los cantes
festeros (bulerías, tangos) tanto como en los palos serios (soleás, siguiriyas),
que ejecuta siempre al límite de unas fuerzas sorprendentes para sus 50 kilos
escasos. Sus letras hablan de desamor, aunque la favorita de sus paisanos es la
Bulería de la heroína, una creación doliente y autobiográfica que es menester
verle cantar en Jerez: "La de la droga, la de la droga", pide el público en
cuanto sale. Y él siempre la canta, entregado, de pie, entre el patetismo y la
gloria.Cuando sale de Jerez, las cosas suelen ser distintas. Si le da el aire,
El Torta es muy capaz de decir buenas noches al segundo cante, levantarse de la
silla y salir corriendo.
Texto Miguel Mora. |
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JOSÉ MERCÉ
El Flamenco
solitario
José Mercé,
número uno en los festivales andaluces desde hace más de una década, tiene su
particular manera de vivir el flamenco: lejos de los flamencos. No aguanta las
comidillas del artisteo, prefiere platicar de fútbol. Llegó a Madrid con 13 años
para grabar un disco de canciones aflamencadas, pero Manuel Ríos Ruiz, el
productor, lo lanzó como cantaor. José Soto Soto, José
Mereé,
nació en Jerez (Cádiz) en 1955. Cantaba en latín en el coro de la basílica de
la Merced de ahí su apodo, y los curas se enojaban con su afición a los jipíos.
Mercé estuvo con Antonio Gades, trabajó en los tablaos, grabó discos, se
presentó a concursos, acudió a las peñas y se situó en primera línea. "Yo quiero
ser José Mercé", afirma, "y ojalá algún día me acercase un poquito a Camarón".
Texto
José Manuel Gamboa |
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El Arte de Vivir el Flamenco © 2003
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