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HISTORIAS DEL CANTE ANDALUZ XXXVIII |
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HISTORIAS DEL CANTE ANDALUZ
MEMORIAS A ANTONIO EL SEVILLANO (XXXVIII)
Centenario de 'El Sevillano'. Antonio el Sevillano, la grandeza del fandango
Cuando Antonio Mairena sentenció aquello de que era "un gran artista que, aunque
no nacido en Alcalá, se le puede considerar oriundo y una de las primeras
figuras entre los fandangueros egregios", pocos podían imaginar en la actualidad
que aludiese a Antonio el Sevillano, compositor, cantaor de largo recorrido y,
sobre todo, un ser entrañable que evidenció que para crear belleza es necesario
instinto, intelecto y sentimiento. En estos términos hay que referirse a Antonio
Pérez Guerrero, más conocido por El Sevillano y célebre cantaor que llegaría a
ser presentado en la cartelera como 'El rey del fandango'. Había nacido el 12 de
abril de 1909 en el número 1 de la sevillana calle Macasta, en el mismísimo
barrio de Santa Marina, muy cerca de la Alameda de Hércules, por más que gustara
decir que era de La Macarena, donde tantas noches se le podía escuchar junto a
la guitarra de Eduardo de la Malena. No obstante, residió con su familia desde
los nueve años en Alcalá de Guadaíra, de ahí que se ganara el remoquete de El
Sevillano, hasta que se marchó para incorporarse a la milicia, lo que explica
que aprendiera a cantar junto a Joaquín el de la Paula, con quien trabajó en 'El
Descrédito', la caseta que el maestro alcalareño ponía en la feria de Mairena
del Alcor, a más de conocer al mítico fandanguillero El Curilla o que conociera
sus comienzos profesionales en la popular Venta de Platilla. Lo vamos a escuchar
en un Cante por
FANDANGOS
Acompañado por
Niño de Ricardo,
Duración 3:05
Tras cumplir el servicio militar en Cádiz, El Sevillano se cultivó en los ambientes flamencos sevillanos, sobre todo en la Alameda de Hércules, hasta que en 1935 dejó el fútbol para recorrer con la compañía de Manuel Vallejo el territorio nacional. A partir de ahí, dedicó toda su vida a los espectáculos y a los tablaos madrileños hasta su retirada en la década de los setenta. De ese tiempo recordemos que el año de la Guerra Civil, que le cogió en Murcia junto al guitarrista Esteban de Sanlúcar, actuó con Pepe Pinto, La Niña de los Peines, Niño de la Calzá y Niño de Barbate, para luego reaparecer el año 1939 en su ciudad natal compartiendo escenario con La Niña de los Peines, Pepe Pinto y Canalejas de Puerto Real. En el ecuador de los treinta y los albores de los cuarenta, Antonio copa el interés de los aficionados a través de sus fandangos y bulerías grabados con Niño Ricardo, momento en alza que compagina con los espectáculos, tal que en Cádiz, donde trabajó con La Niña de los Peines y Pericón, y en otro junto a Niño de Fregenal, Juanito Valderrama y Pepe Pinto. Ya en 1941 giró con el espectáculo '4 Faraones', junto a Manolo Caracol, Juanito Valderrama y Pepe Pinto, y al año siguiente hizo lo propio con Paco el Americano y Canalejas de Puerto Real, a más de cantar en Sevilla con El Peluso y el alcalareño Carlos Franco, y en Cádiz, con Manolo Caracol, Pepe Pinto y El Peluso.
El año 1943 regresó de nuevo a la compañía de Manuel Vallejo, así como a la de Niño de Fregenal y El Peluso, para pasar luego al espectáculo 'Aragón y Andalucía', con La Niña de La Puebla y Jacinto Almadén, al que siguieron 'Pasan las coplas' (1947), junto a José Cepero, Paco el Americano y Pepe Marchena; 'Fantasía andaluza' (1948), con El Niño de la Huerta y José Cepero; 'Cantares'; 'El sentir de la copla', encabezado por Manuel Vallejo, y 'Arco Iris', entre 1949 y 1951, así como 'Toros y cante' (1951), con el Niño de la Huerta y La Niña de La Puebla. Manolo Caracol lo reclama de nuevo para figurar, entre 1955 y 1957, en los espectáculos 'Herencia de arte' y 'Arte español', lo que no quita para que en 1957 apareciera, igualmente, en 'Ruiseñores de Hueva', ya que dominaba con justeza los fandangos de Antonio Rengel, José Rebollo e incluso el de Santa Bárbara, pasando ya en 1958 a compartir aplausos con Pepe Marchena, Manuel Centeno y La Niña de Antequera en el espectáculo 'Festival Nacional de Arte Andaluz', así como con ésta última en 'Mensaje andaluz' y 'Dueña del cante' (1959).
En el decenio de los sesenta, El Sevillano vuelve de nuevo con Pepe Marchena, con quien, además de Porrinas de Badajoz y Gracia de Triana, formó en 'Alarde flamenco' en un año, 1964, en que grabó por vez primera con Paco de Lucía -la segunda sería en 1967-, al que siguieron al año siguiente otros espectáculos como 'Los duendes del fandango', con Gordito de Triana, y 'Solera', con Porrina de Badajoz, o su presencia junto a La Niña de Antequera en 'Andalucía canta' y 'Tablao flamenco', ambos en 1967. El Sevillano finaliza esta década con actuaciones en otras compañías junto a Luis Rueda y Manolo el Malagueño en el periodo 1968-70, tiempo en que los bolos marcan su decadencia a favor de los tablaos, lo que explica que a partir de 1971 actuara en Madrid en locales como El Corral de la Morería, Las Cuevas de Nemesio, Los Canasteros y, de nuevo, en El Corral de la Morería. El reconocimiento como artista y como persona siempre lo tuvo tanto en Sevilla como en Alcalá de Guadaíra, porque si en noviembre de 1985 recibió el cariño de Tomares y después, el 16 de octubre de 1987, la peña Torres Macarena le recaudó veinte mil duros mientras estaba internado en el Hospital Universitario de Sevilla, la afición alcalareña le rindió homenaje el 20 de noviembre de 1987, en el Teatro Gutiérrez de Alba, merced a Juan Valderrama, que fue el promotor del mismo. Conocida su muerte, acaecida el 14 de febrero de 1989 tras una larga enfermedad, llegaron, como siempre ocurre, los reconocimientos, tal que la inauguración el 27 de octubre de 1989 del monumento emplazado en la calle Amatista, en la barriada sevillana Las Avenidas donde vivió los últimos años de su vida, en un día intempestivo y de lluvia incesante, y al que no acudieron más que su viuda, Eduvigis Martín Legaza, Lolita Valderrama y un puñado de fieles amigos, o el ulterior festival homenaje al día siguiente, en el que, también como pasa siempre, las figuras de nombre se cayeron del cartel.
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Manuel Martín Martín | Sevilla. Actualizado miércoles 06/05/2009
Centenario
de El Sevillano
Universal publica los
cantes de uno de los intérpretes más temperamentales y melódicos de la historia
del flamenco
A Antonio Pérez Guerrero El Sevillano, nacido en Sevilla en 1909, podemos
considerarlo un cantaor de Alcalá de Guadaíra, ya que ésta fue la ciudad en la
que vivió desde los nueve años, aprendiendo el cante de El Curilla y del mítico
Joaquín el de la Paula, en las cuevas del castillo almohade alcalareño. Lo
cierto es que fue su origen sevillano lo que le dio su nombre artístico
precisamente en su pueblo de adopción, Alcalá, y fue en esta localidad sevillana
donde falleció a la edad de 80 años. Fue futbolista del Betis en los años 20
antes de sucumbir a la llamada de lo jondo. Alternó con varias compañías y tomó
parte de las de Vallejo, Marchena, Valderrama, la Niña de la Puebla, Caracol, la
Niña de los Peines, Pepe Pinto y resto de estrellas flamencas del periodo,
refugiándose en su última etapa cantaora en los tablaos madrileños. Conocido
ante todo como estilista del fandango, El Sevillano dominó sin embargo toda la
baraja estilística, singularmente los estilos a compás como tangos de Triana y
bulerías. Sus registros de la soleá de su maestro Joaquín El de la Paula están
considerados los más fieles al original. Tampoco le hizo ascos a las canciones
por bulerías, milongas, pregones, etcétera. No obstante, este disco, publicado
originariamente en 1964, nos ofrece 12 muestras del estilo estrella de nuestro
cantaor. Su creatividad y virtuosismo fandanguero dan fe de sus cualidades
artísticas: sensualidad, estilo directo y ritmo. Aquí está acompañado por un
joven Paco de Lucía de 17 años que hace un verdadero alarde de toque para el
cante con 12 muestras del mismo estilo sin apenas repetir falsetas, siempre en
el estilo impuesto por el Niño Ricardo en los años 30 para el fandango natural,
libre de ritmo estricto, a la medida de los Marchena, Pinto y el propio Antonio
Pérez. Aunque su época de esplendor fueron los 40, a sus 53 años El Sevillano se
encontraba pletórico de facultades. Todos los cortes responden al mismo esquema
melódico: un primer fandango de introducción y otro valiente, pleno de
musicalidad y expresión (que José Manuel Gamboa describe así: "Cambio de tono
que sustituye el Do mayor por un La mayor y lo alterna con el la menor"),
falseta y un último fandango. El barroquismo de El Sevillano corre por la
cuenta, únicamente, de su voz plena de coloridos armónicos y su ímpetu melódico.
En su estilo no caben melismas de más, adornos superfluos. Además de configurar
melodías fandangueras, es también autor de las letras que canta. En 1987,
apenas un año antes de su muerte, recibió un caluroso homenaje de sus vecinos en
el teatro Gutiérrez de Alba de Alcalá de Guadaíra, promovido por su amigo Juan
Valderrama. Universal toma la excusa de este centenario, que las instituciones
han considerado menor, para poner en la calle sus archivos con los cantes de uno
de los intérpretes más temperamentales, melódicos y sentimentales del flamenco.
Es una de las pocas alegrías que nos está dando este año en lo que se refire a
los centenarios de cantaores ilustres, al poner en circulación cantes
descatalogados.
Diario de Sevilla, Actualizado 15.07.2009. Portada de uno de los viejos
vinilos de los 60 ahora reeditado. Sevillano. Producido por Antonio Sánchez.
Guitarra: Paco de Lucía. Reedición de grabaciones en vinilo de 1964. Universal
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