CURRO DE LAS ALBINAS
FRANCISCO ANTÚNEZ MORALES, cantaor payo, más conocido en el mundo artístico del cante flamenco con el apodo de CURRO DE LAS ALBINAS, nació en Mairena del Alcor (Sevilla) en el año de 1861, y murió en su pueblo natal de Mairena en el 1934. Compartió con Marín los honores de primacía abriendo las puertas al cante mairenero. El gentilicio con el que se le conocía le venía de su empleo de encargado y guarda de una finca que aún existe, cerca de la confluencia de la carretera de la Vega con la general Sevilla-Málaga, donde Curro pasó una gran parte de su vida.
Cantaor de arte y sabiduría,
en Mairena del Alcor
todo el pueblo lo sabia,
porque cantaba muy bien
siempre que él se ponía.
Fue hijo de Cipriana Morales y de Luis Antúnez. Su carácter difería antitéticamente del de su coetáneo y amigo Marín el Viejo. Era, Curro de las Albinas un hombre de pequeña estatura, nervioso, bullidor y amigo de fiestas según atestiguaban sus propios hijos. Sentía verdadera vocación por el Cante y otras formas musicales afines, hasta tal punto que, siendo ya hombre maduro y con todos sus hijos en el mundo, abandonó inesperadamente el hogar, sin dar cuenta de sus pasos a la familia, marchándose con un trotamundos que apareció por Mairena al reclamo de su famosa feria, con la obsesión de aprender del nómada ciertas melodías con que este solía acompañar el baile de un oso, compañero de fatigas, el cual con su danza socorría las necesidades de su amo.
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Al
parecer no fueron suficientes las sesiones callejeras que el
gitano diera de su canto en Mairena, para que Curro las
asimilara del todo, optando por seguirle cuando el zíngaro dejó
Mairena con la intención de visitar otras localidades de la
comarca. Algo más de una semana estuvo ausente el de Las
Albinas, ayudando al titiritero en los quehaceres propios de su
oficio a cambio de saciar su repentino ataque de melomanía.
Volvió Curro como si nada hubiera pasado y tarareando ufano la
musiquilla que le enseñara el del oso, poniendo fin a aquella
aventura que había dejado a su familia al borde de la
desesperación.
Confirma
este hecho su personalidad veleidosa y extrovertida, al mismo
tiempo que su instintiva e irresistible pasión musical. Fue
Curro de Las Albinas directo amigo de Manuel Torre, al que
admiraba, como también lo fuera Diego Manolete; y el jerezano
compartía, recíprocamente, esa amistad y admiración. El Niño de
Jerez casi veinte años más joven que Curro, gustaba hacerse
acompañar del de Las Albinas y buscó en numerosas ocasiones esta
compañía en las reuniones o fiestas flamencas a las que era
invitado el gitano de Jerez. Al principio, los anfitriones,
gitanos también, no querían aceptar la presencia de Curro en
estas reuniones, pero tuvieron que ceder ante la defensa a
ultranza que su ídolo, Manuel Torre, hiciera del pequeño payo de
Mairena.
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Algo así
debió ocurrir el día que Curro de Las Albinas se presentó en una
de estas fiestas preguntando por el Niño de Jerez. Los gitanos
allí reunidos amenazaron a Curro, al que incluso hubieran
agredido de no ser por la intercesión de Manuel Torre que
defendió al mairenero con uñas y dientes, dejando claro que
estaba dispuesto a abandonar la reunión y marcharse con Curro,
si éste no era admitido en la fiesta. Los calés aceptaron de
mala gana y, una vez calmados los ánimos, Manuel, que confiaba
plenamente en su amigo, le dijo: Anda Curro demuéstrales a éstos
como se canta, y cómo cantaría el de Mairena que a partir de ese
momento fue siempre bien recibido por aquellos que creían, antes
de escucharlo, que sólo los de su raza eran los predestinados a
interpretar el Cante Jondo.
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Uno de
los cantes que hiciera en aquella ocasión el de Las Albinas que dice mucho de la
categoría y solera del cante mairenero, fue el de los campanilleros, que más
tarde Manuel Torre incluiría en su repertorio dotándolo de la impronta genial
que el jerezano imprimía a todo lo que cantaba. Este hecho, que es creencia casi
general en Mairena, contradice la teoría de Manuel Barrios, el cual, en su
biografía de Manuel Torre la Sevilla de Manuel Torre, publicada por la Caja
Rural atribuye estos cantes a D. Jesús Centeno, médico de Huelva, del que según
Barrios los aprendería Manuel. Curro de Las Albinas era un cantaor largo, que
también en esto se diferenciaba de su coetáneo Marín, que abordaba todos los
palos por muchas dificultades que estos entrañaran. Igualmente, nos consta que
cantó otras por estos estilos y por otros como seguiriyas, tonás, carceleras,
tangos etc. También cantaba por saetas, como buen mairenero que era, Antonio
Mairena así lo refleja en su libro ya citado, «La Confesiones», y Pepito Jiménez
también lo confirmó.
Curro pasó una gran parte de su vida en Las Albinas, cuyo propietario le tenía encomendada su guardería. En un tabanco cercano a la finca, a orilla de la carretera y al que eufemísticamente llamaban «La Grillera», se reunía frecuentemente Curro con los que venían a visitarle, entre ellos Manuel Torre y Pastora Pavón. Allí, alejados del mundo, aquellos hombres cantaban y bebían cuánto querían. En ocasiones aterrizaba Curro por Mairena con la excusa de tramitar alguna denuncia u otros asuntos propios de su oficio. Visitaba la tertulia del Centro, donde se reunían los cabales de entonces, y allí pasaría horas e incluso días, perdida la noción del tiempo, hasta que venían en su busca haciéndole ver la necesidad de que volviera a su puesto de Las Albinas, donde le esperaban su familia y su trabajo.
mayrena.com. Extraído de Raíces Flamencas de Mairena del Alcor (Antonio Rincón Muñiz)
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AUDIO |
Homenaje a Curro de las Albinas |
Enlace, http://www.mayrena.com/antoniomairena/SPM51CurroAlbinas.htm + poema de José María Ruiz Fuentes |
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