MENÚ PRINCIPAL |
Inicio |
Presentación |
Cantaores |
Guitarristas |
Bailaores/as |
Estilos del cante |
Canción Española |
Datos Flamencos |
Dedicatorias |
Entrevistas |
Historias |
Homenajes |
Poesías |
Recitales |
Recordando Cantaores |
Tertulia Flamenca |
Noticias |
PROGRAMAS DE RADIO |
Arte y Compás |
Escuela del Cante Flam. |
Programa Cadena SER |
Programa de radio |
AUDIOVISUALES |
El saber del Cante |
Fotografías |
Galerías |
Títulos |
Videos |
CONTACTOS |
Libro de visitas |
Notas |
Tablero de Anuncios |
Contacto |
Links |
ACCESOS DIRECTOS |
|
HISTORIAS DEL CANTE ANDALUZ XXVI |
Listado de cantaores por orden alfabético |
A B C D E F G H I J K L M N Ñ O P Q R S T U V W X Y Z | ||
Historias | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | |
HISTORIAS DEL CANTE ANDALUZ
EL PREMIO DE LA FERIA DE ALCALÁ DE 1924 (XXVI)
JOAQUÍN EL DE LA PAULA.
Después del concurso de Granada, al que mi padre no me pudo llevar por falta de medios, gané mi primer trofeo en un concurso de cante que hubo en la Feria de Alcalá, en agosto de 1924, y que se hizo al calor del de Granada. Recuerda que al concurso se presentaron muchos aficionados y hubo que hacer una selección antes. Entre los seleccionados estaban, conmigo, Luis Medina el Curilla, el Sordllo de Triana, Eloy Curraga y Agustín Castejón. (Por cierto que a este Agustín Castejón me lo volví a encontrar, más de treinta años después, en París, donde se hallaba exiliado. Era cuando yo estaba en el ballet de Antonio.) En el jurado figuraba don Antonio Alvarez de Alba, que todavía vive y que es en la actualidad un simpático anciano de noventa años, y también don Manuel Medrano, Joaquín el de la Paula y un aficionado de Sevilla llamado Calero, al que le decían Calerito en la Macarena y que tuvo una taberna en la Cruz Verde. El concurso se celebró en la Plaza del Duque, donde ahora está la fuente central, que entonces no existía, y empezó a medianoche. Se habían establecido varios premios en metálico, y yo me llevé el primero: veinte duros de entonces. Me lo entregó Joaquín el de la Paula, el gran maestro de Alcalá.
|
|
|
Yo
canté por seguiriya y por soleá, y tuve bastante público en contra, porque mucha
gente estaba por otro cante, debido al auge que había tomado la ópera flamenca.
Pero Joaquín me otorgó el premio por derecho propio. En el ánimo del jurado
influyó que mi forma de cantar se parecía mucho a la de Joaquín y a la de Manuel
Torre, ya que era muy grande mi veneración por estos genios. Yo incluso imitaba
la vocalización y las maneras de Manuel. Pero, como digo, la gente estaba por
otra cosa y le gustaban más los demás aficionados corcursantes, en su mayoría
fandangueros. Y por eso se armó un revuelo en el público al darme el premio.
Cuando Joaquín proclamó ante el auditorio que yo había ganado el primer premio,
se subió al escenario protestando un concursante que se llamaba Nicolás y que
cantaba unos fandangos muy desconcertados. El tal Nicolás, que era italiano
recriado en Alcalá, se dirigió al público protestando por la decisión del jurado
y puso verde a Joaquín el de la Paula. Cuando se hartó de insultarle, le dijo
Joaquín
¿Ya has «terminao»,
hijo?
Sí, ya he «terminao».
Y va Joaquín y le dice:
Ea, pues a ver si ahora te llevan arrastrando desde aquí hasta tu tierra.
Este hecho es uno de los miles que reflejan el carácter de Joaquín y su extraordinario ingenio, que donde mejor se revelaba era en sus fabulosas comparsas del Carnaval, para las que él mismo componía unas letras llenas de gracia, con un gran sentido crítica, una gran habilidad en los versos y, sobre todo, un inmenso amor por su tierra. Era todo un espectáculo ver a aquel gitano tan negro, con aquel labio inferior tan grandísimo, disfrazado de modo que parecía un jefe de bereberes. Venía organizando sus comparsas desde 1913, cuando el auge de las Viejas Ricas de Cádiz, a las que yo creo que Joaquín superó con sus tangos, cuyas letras y cuya musicalidad tenían un aire puramente alcalareño, como sus soleares.
Joaquín era casi el polo opuesto de Manuel Torre. Era un hombre equilibrado, patriarcal, inteligentísimo, con una gracia finísima. El pobre vivía en una cueva del castillo de Alcalá, y era el gitano can más frío del mundo. Siernpre decía:
Hijo, el calor es la vida; el frío es la muerte.
Yo conservo muchas letras de las comparsas de Joaquín y recuerdo sus melodías, lo cual es para mí como un tesoro. Ahí va, como ejemplo, ésta, que se refiere a é1 mismo y que alude a lo friolero que era.
Señores, fijarse
bien
en el que hace el «Misián».
Si ustedes no lo conocen,
se 1o vamos a recordar.
Es Joaquín el de la Paula,
el célebre cantaor,
único en sus soleares,
como lo sabemos «tós».
Cuando llega el invierno,
no sé 1o que le pasa:
con más f río que un perro
y más arrugas que una pasa.
E1 invierno «pasao»
se compró un paletón.
Se lo puso en septiembre
y en julio se lo quitó.
Este hombre,
que, junto con el anárquico Manuel Torre, tanto influyó en mí, todo lo cantaba
bien tonás, romances, seguiriyas, aunque imprimiendo a todo su sello alcalareño.
Era un verdadero músico, como lo fuera Enrique
el Mellizo, y a la orilla del Guadaira desgranaba sus soleares. Mucha
gente del mundo flamenco acudía a oírle a la Venta de Platilla, la cual, gracias
a Joaquín, llegó a ser el símbolo de toda una época de cante, quedando para
siempre unido su recuerdo al cante de Alcalá, es decir, al cante por soleá de
Joaquín el de la Paula, que viene a ser lo mismo. Pero esto requiere una
explicación un poco más detenida
Las confesiones de Antonio Mairena, escritas por Ricardo Molina |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |