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HISTORIAS DEL CANTE ANDALUZ
LOS FESTIVALES (XIX)
LOS
FESTIVALES
A mediados de los años 50 empiezan a surgir tímidamente los primeros Festivales flamencos, en los que el cante se ofrece como espectáculo veraniego a públicos numerosos. Yo coloqué en ellos las primeras píedras. Como surgen en una época en que la intelectualidad se preocupa por el cante gitano-andaluz, puede decirse que se inician con buenas perspectivas. Yo los impulsé y ayudé cuanto pude desde su nacimiento, porque me daba cuenta de que en los tablaos el cante, subordinado al baile, se estaba ensordeciendo y asfixiando.
Un precedente de
estos festivales estuvo en la serie de recitales flamencos que, a mediados de la
década de los 50, se dieron en Sevilla. Allá por el año 54, y al tiempo que se
celebraba el Festival Internacional de Música y Danza, surgió la idea de
organizar un recital de cante en Sevilla. La idea surgió de una reunión con
motivo de una fiesta en el casino del Aéreo Club, en la que estaban, entre
otros, don Manuel Bermudo, el señor Pérez Suárez, don José Muñoz Orellana y don
Joaquín Romero Murube. Allí se habló de las posibilidades de que Sevilla fuera
la sede del movimiento de arte flamenco que ya se palpaba. Gracias a aquella
reunión se dieron cuatro recitales: en Triana, en la Trinidad, en la calle
Arrayán y en el Patio de Banderas. En ellos tomaron parte Manuel Vallejo, el
Posaero, la Malena y un servidor, que estuve de cantaor y de organizador. Allí
se dio a conocer un nuevo valor: la Paquera de Jerez. El éxito fue grandísimo.
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Sevilla, patio Banderas y Giralda |
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I Festival Flamenco de Parla (Teatro de la Cultura) |
Luego se
hicieron otros festivales en el parque de María Luisa. En todos ellos
intervenía yo, la mayoría de las veces sacrificándome por el éxito y por la
divulgación del cante, y también por mi Sevilla de mi alma. De ahí nació, en
parte, la idea de un disco que grabé con otros cantaores y del que he hablado
antes: Sevilla, cuna del cante flamenco, en el que la palabra flamenco estaba
tomada en un sentido comprensivo, y, por lo tanto, abarcando a lo gitano. El
título del disco todo hay que decirlo cayó mal en algunos sitios de fuera de la
provincia de Sevilla, concretamente en aquellos lugares de la Baja Andalucía
que, tras la decadencia histórica de Triana, habían adquirido un gran prestigio
en el cante, prestigio que inclusive se convirtió en hegemonía, hasta que en
Sevilla surgió la escuela de los Pavones y se fue forjando el propio Manuel
Torre, que, como he dicho en otra ocasión, fue en Sevilla donde amasó su cante.
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I Festival Flamenco de Parla (Teatro de la Cultura) |
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I Festival Flamenco de Parla (Teatro de la Cultura) |
Una de las
ciudades pioneras en los festivales ha sido Utrera. En 1955, la Hermandad de la
Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza, de los gitanos de aquella
ciudad, me invitó al Potaje que habían organizado, en el que se hizo una rifa
con el fin de recaudar fondos para la Hermandad. Allí me hicieron como una
especie de homenaje. Yo subastaba las papeletas y rifaba cosas. Resultó un
éxito, y los hermanos, agradecidos, me hicieron hermano honorario. Durante siete
años consecutivos intervine gratuitamente en el Potaje. A1 segundo año sus
organizadores buscaron un lugar más amplio y montaron un tablao, con lo que la
fiesta adquirió más envergadura.
Otro de los primeros festivales fue el de Córdoba. Ricardo Molina y yo sugerimos que este festival se hiciera como concurso, a imagen de lo que se hizo en Granada en el año 22, con la diferencia de que en los años 50 había mil posibilidades y conocimientos para estas cosas. Como consecuencia de ese concurso, empezaron a brotar nuevos valores gitanos y flamencos en la tierra cordobesa, que de este modo se convirtió en un importante puntal e la organización de estos festivales y concurso:
En los años 60 ya los festivales se extendía por gran parte de la geografía andaluza. E 1963 surgió el de Mairena. Allí me pidieron que organizara un festival, el cual llevaría mi nombre e iría acompañado de un concurso, cuyo trofeo debía entregar yo mismo. Los ingreso que se recaudaran, como en el caso del Potaje se aplicarían a atender las necesidades de la Hermandad Sacramental y de Nuestro Seño San Bartolomé, de la cual había partido la ¡de del festival. El festival de cante Antonio Mairena se repitió al año siguiente, hasta que el Ayuntamiento terminó patrocinándolo oficiamente. Ha llegado a convertirse en uno de lo primeros de España. Por las mismas fecha surgió otro festival en Morón de la Frontera.
El Gazpacho Andaluz, también con fines benéficos, pues lo obtenido por las entradas, descontado el pago de los artistas, se le entregaba a las Hermanitas de los Pobres, que son muy queridas en aquella localidad. Yo fui invitado a la primera edición de este Festival, desplazándome a Morón en compañía de Juan Talegas, Ricardo Molina, con el que ya trabajaba en el campo de la investigación flamenca, y Alberto García Ulecia, a quien la Comisión organizadora había encomendado mi contratación. A estos festivales siguieron muchos más: la Reunión de cante de Puebla de Cazalla, el Festival de Joaquín el de la Paula de Alcalá, la Caracolá de Lebrija, etc., etc. Hoy día casi faltan fechas en el calendario de verano para los festivales, que incluso se han desbordado de la región andaluza.
A mi modo de ver, los festivales han tenido una cara positiva, pues gracias a ellos se canta para escuchar y se toca para cantar, cosa que no podía hacerse en los tablaos, y los artistas encuentran en ellos una ayuda para vivir. La cara negativa que pueden presentar se debe a las banderías que hay a favor de tal o cual cantaor, que hace que exista una afición ficticia que sólo está dispuesta a oír y a defender a su cantaor, y no al cante. Y también puede resultar negativo en los festivales, sobre todas en los más concurridos, que en ellos el cante pierda la intimidad que requiere, y así, también pierda calidades. Claro que esto se compensa en parte por la gran afición que hoy existe y que es la que sostiene el tinglado actual de los festivales, no sabemos hasta cuándo.
Yo he hecho cuanto ha estado en mi mano por alentar y promover los festivales, aunque ya hace algún tiempo que decidí no intervenir en los mismos, pues considero que, en mi edad y circunstancias y en vista del panorama actual, mi misión en el cante debo encauzarla a través de la discografía y colaborando, de la mejor manera que pueda y sepa, en los esfuerzos que se encaminen a dar a conocer el cante gitano-andaluz, que yo he visto en la miseria y que ahora ha subido como la espuma en la valoración por el público y por los estudiosos.
Las confesiones de Antonio Mairena, escritas por Ricardo Molina |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |