PERET
ENTREVISTA A PERET
"Con Franco no me censuraron nada y en democracia ya llevo dos
discos"
Peret está viviendo una segunda juventud quizá ya la tercera- a sus 73 años, algo que se podrá comprobar en Málaga cuando el próximo 15 de octubre lleve su rumba al Teatro Cervantes Mucho respeto es lo que hay que tener cuando el rey de la rumba te da audiencia. Es lo que merece Pedro Pubill Calaf (Mataró, 1935), más conocido como Peret. "Vengo de Madrid, de grabar un disco con Los Chichos, y me lo he pasado bomba", explica jovial y rejuvenecido uno de los músicos fundamentales del siglo XX en España. La música popular le debe la rumba catalana, que no es cualquier cosa.
Está preparando un disco apenas un año después de Que levante el dedo (2007), ¿por qué esta prisa?
Porque el otro ha tenido un éxito tremendo, no de ventas, pero es un fenómeno. De salida estaba censurado, sin que se dijera, incluso las emisoras que si pagas te ponen el disco pues no querían radiarlo.
¿Por qué?
Porque hablaba de las prostitutas, de que tienen sus derechos y que hay que respetarlos. Y esto no les ha gustado.
¿Esto es algo nuevo para usted?
En época de Franco no me censuraron nada, y me había metido con mucha gente. En democracia ya me censuraron un disco dedicado a la figura de Jesucristo.
¿Ya van dos.
Y no hay dos sin tres.
¿Le censurarán el que está grabando?
Ya me gustaría [risas]. Y que me saliera como los otros dos, ojalá.
¿Un público joven parece haberlo descubierto ahora con su presencia en festivales como el Viña Rock.
Esto es un fenómeno, porque generalmente a la juventud no le gusta lo que han hecho los padres, y yo diría que tampoco lo que han hecho los abuelos. Ellos quieren ser diferentes. Para mí es increíble. Yo quería ser diferente a mi padre, y le llevaba la contraria en la forma de vestir. Y la juventud ha aceptado a Peret. Es la segunda vez que ocurre, porque ya me pasó en 1992.
¿Esperaba esta reacción?
Me he quedado asombrado. En Madrid me invitaron a un festival benéfico y allí todos eran jóvenes, los que actuaban y el público. Yo fui solo, sin mi gente, y parecía que aquel público, chavales de 18 años, había estado conmigo todo la vida. Cantaban las canciones, no es sólo que me aplaudieran, las conocían.
¿Me adelanta algo del nuevo disco?
Estoy grabando temas de cuando yo tenía 10 ó 12 años, la música que yo escuchaba. Me lo llevo a mi terreno. El disco todavía no tiene título, aún lo estoy grabando. Es bastante distinto a lo que conoce la juventud: hay cuplé, tangos argentinos... Pero el cuplé que hacía el hombre, el hombre homosexual, que cantaban canciones preciosas...
¿Como Miguel de Molina?
Eso es, o Antonio Amaya, con el que las mujeres se volvían locas. Y cantaban unas canciones preciosas, con melodías que hoy no se escuchan. Esto es lo que quiero trasladar en mi nuevo trabajo. Es lo que yo cantaba con 12 años.
¿Cómo se siente hoy en los escenarios?
Cuando volví en 1990 esta pregunta me la hacían bastante. El día que hice mi primera actuación en Barcelona, en el Palau Sant Jordi, fue como si la noche anterior hubiese estado actuando en Bilbao o Badalona. Era igual, el público no era extraño para mí. No sé por qué me ocurre esto, pero es así. Nunca he sido de esos artistas, grandes figuras, que les oyes decir que tienen nervios o les tiemblan las piernas. Yo no debo de ser artista porque no me ocurre esto. Respeto enormemente al público, y tengo ganas de encontrarme con ellos y cantar.
¿Y por qué estuvo nueve años alejado de los escenarios?
Pues estaba haciendo otro tipo de música y otro tipo de trabajo. Estaba visitando enfermos y es algo gratificante el poder llevar, aunque sea poco, algo de consuelo a gente que está necesitada.
¿Le siguen preguntando por el ventilador?
En un par de meses sale un libro que lo explica todo. Hay mucha confusión con esto. No hay un ventilador, es una frase de Gato Pérez para contar cómo se hacía la rumba. Y no sirve un ventilador, hay uno por cada ventilador. El guitarrista que sólo conozca uno sólo puede tocar una rumba, no todas.
Usted se lo pasa bien, ¿verdad?
Mi trabajo es lo mejor que hay. ¿Usted sabe a cuánta gente le gustaría que le escucharan cantar? Cantan en su casa y su mujer les dice que ya está bien [risas]. Y encima te pagan.
J. L. García Gómez | Actualizado 08.09.2008
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