NIÑO DE ELCHE
ENTREVISTA A NIÑO DE ELCHE
"La Sevilla que yo vivo está en un momento musical efervescente"
Las indagaciones sonoras de este flamenco atípico inauguran hoy la segunda edición del ciclo 'Showcase'.
Francisco Contreras Molina, Niño de Elche, es un atípico cantaor curtido desde su adolescencia en el flamenco clásico que, tras afincarse hace seis años en la capital andaluza, inició una intensa investigación con otras músicas como el metal, el rock progresivo y, ahora, la electrónica, que le ha vinculado a los colectivos más interesantes de la vanguardia local. Esta noche abre junto a la banda José Cicuta -con la que inauguró el pasado Festival de Cine Europeo (SEFF), trabajo que les dio mucha visibilidad- la segunda edición del Showcase, el ciclo de joyas interpretativas en formato íntimo que programa La Suite.
Su trayectoria musical se consolidó con su tercer disco, Sí, a Miguel Hernández, en el que participaron más de 50 artistas. ¿Se encuadra en ese tipo de alianzas su trabajo con José Cicuta?
El disco partió de un material que yo tenía y que conectaba con el discurso reivindicativo que quería ofrecer apoyándome en la muleta de Miguel Hernández. Mi sorpresa es que ese trabajo, que a priori podría haber despertado muchos prejuicios, sirvió para que entablaran relación conmigo músicos increíbles de Sevilla, como los Pony Bravo, David Cordero, Marco Serrato de Orthodox, José Cicuta... Cuando La Suite me propuso inaugurar el SEFF les planteé trabajar con José Cicuta y, de hecho, dos de los números que estrenamos entonces los interpretaremos hoy en el CAS. Pero también habrá mucho material nuevo. El concierto tendrá tres partes e incluirá electrónica, ambient y música más extrema. Habrá arte sonoro, improvisación y mucha poesía. Sobre Miguel Hernández haré una creación que no se recogió en el disco.
¿Qué papel desempeña la poesía en su imaginario y en su modo de abordar el cante flamenco?
Hasta que incursioné en otras disciplinas como la danza contemporánea, la performance o la música experimental, mi trayectoria estaba ligada al mundo de los tablaos, festivales y peñas flamencas. Y al cante más clásico, del que nunca renegaré porque forma parte de mí. Sin embargo, la mayoría de las letras que interpretaba no tenían que ver conmigo. La poesía me ayudó a establecer un discurso concreto, fue mi primer desplazamiento del flamenco más clásico. Comencé a trabajar con letras de cantautores como Paco Ibáñez o Silvio Rodríguez. Luego, conforme fui conociendo la forma de desestructurar el flamenco, seleccioné versos, palabras o frases que amoldé a mi forma de cantar. En este concierto con José Cicuta no faltarán versos de Elliot, Ernesto Cardenal, un poema infantil del riojano Antonio de Benito o un texto de Apollinaire que me descubrió el artista Pedro G. Romero, que es una vorágine de aportaciones. Hemos colaborado juntos en exposiciones suyas en Stuttgart y el Museo Picasso de Barcelona.
¿Con qué voces flamencas se identifica más?, ¿en qué palos se siente más cómodo y libre?
Me siento cerca de las herramientas que el flamenco me ha proporcionado pero Enrique Morente pertenece a mi universo en el mismo porcentaje que Manuel Torre, Chacón, Mairena, El Lebrijano o José de la Tomasa. No creo en la originalidad, no me importa revelar mis influencias; el arte es un trabajo colectivo y hay que intercambiar información. Pero si les hablo a los flamencos de Diamanda Galas, Fátima Miranda o de Ministry no se enteran. Aunque canto mucho por soleá y Marchena me apasiona, no me rijo a la hora de crear por la severidad de los cánones clásicos, busco matices y sonoridades distintas.
¿Qué le aporta a Niño de Elche trabajar en Sevilla?
Para mí Sevilla es la gente con la que me relaciono, gente sobre todo de la escena independiente que me aporta muchísimo y me ha implicado en la mescolanza entre la música experimental y la danza contemporánea. La Sevilla que yo vivo está en un momento musical magnífico, efervescente. Cuando estoy aquí no quiero perderme nada: la fiesta de Pylar, el concierto de Fiera en Malandar...
Con David Cordero (Úrsula) va a grabar un disco de nanas inusual.
Comenzaremos a trabajar la semana próxima en los estudios La Mina. Será mi primer acercamiento puro a la música electrónica, aunque he hecho incursiones en ese ámbito con José Cicuta y el coreógrafo Guillermo Weickert. La electrónica es el gran reto de mi carrera en este momento, creo que no se ha hecho desde el flamenco un trabajo serio con ella, en parte porque subsisten muchos prejuicios. Y me interesa conectar la propuesta con el sentido político y subversivo que tienen la música electrónica, el techno, el dance.
Muchos cantaores catalanes bajan al sur a formarse en las peñas de Sevilla o Jerez. Su camino ha sido el inverso: se curtió en tablaos de Barcelona con bailaores como Rocío Molina, Olga Pericet o Marcos Flores, y vino a Sevilla a experimentar.
El flamenco básico lo aprendí fuera. En Sevilla he abierto otras puertas. Para mí ser flamenco no tiene nada que ver con el contenido romántico de la vida de los flamencos ni es una cuestión social: es que te guste la música flamenca y que un porcentaje de tu propuesta artística tenga connotaciones y herramientas flamencas. En Sevilla empecé colaborando con Bulos y tanguerías (Raúl Cantizano y Santiago Barber), con los que creé en 2011 Vaconbacon, basado en la vida y obra del pintor Francis Bacon, que se vio en Zemos98 y en la Bienal de Flamenco. Allí llevaba el cuerpo al extremo, haciendo vibraciones y ejercicios con la voz. Todo lo que descubrí en ese proceso de trabajo me cambió el chip. Vino a verme mucha gente de la danza contemporánea y así surgió mi relación con Guillermo Weickert, con el que monté Lirio entre espinas, que estrenamos en el Festival de Itálica. Este año volveré a trabajar en coreografías de los bailarines María Muñoz y Juan Carlos Lérida que, como el guitarrista Raúl Cantizano, me interesan muchísimo.
Charo Ramos / Sevilla | Actualizado 21.03.2014 - Niño de Elche nació y creció en esa ciudad alicantina pero desde hace seis años reside en Sevilla.
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