CRISTINA HOYOS
ENTREVISTA A CRISTINA HOYOS
"Creo que ser socialista me ha pasado factura y no me importa"
Cristina Hoyos lo tiene claro: “Mi marido, Juan Antonio, es mi compañero de viaje. Hasta para ir a comprar.
El cáncer de mama le hizo reflexionar y tomarse la vida de otra manera. Hoy, ha cambiado de ritmo, pero sin dejar de lado la gran pasión de su vida: el arte flamenco. Cristina Hoyos nos abre las puertas de su museo y hace balance de una vida de trabajo.
Nos cita en el Museo del Baile Flamenco, creado por ella misma sobre una casa del siglo XVIII y apostando para ello sus ahorros de toda una vida. Al llegar sólo interrumpe el silencio el sonido del taconeo de los bailaores que allí ensayan. Tras una gran sonrisa nos espera acompañada de su pareja, Juan Antonio, y rodeada de arte. Él se adelanta siempre para abrirle la puerta y la ayuda a bajar las escaleras.
Durante la sesión de fotos deja claro que sabe mirar, sentarse y posar como una grande de la escena. Laureada con los más altos reconocimientos del país, ha pisado los escenarios más importantes del mundo desde que era una niña. Ahora es tiempo de descansar: disfruta haciendo una vida normal, pero ligada, aunque a otro ritmo, al baile. Cristina Hoyos Panadero nos abre las puertas de su museo y de su memoria.
Hoy Corazón ¿Cómo definiría el ritmo?
Cristina Hoyos Es algo con lo que se nace. Algo muy especial. Hay personas que lo tienen y otras que no. Se puede aprender, pero si lo llevas dentro se nota más. En el baile es muy importante, como también lo es tener oído musical, un cuerpo cimbreante y unas aptitudes para desarrollar todo lo que engloba el arte flamenco. Todo se puede aprender, pero, indiscutiblemente, a la gente que nace con eso se les nota.
H.C. ¿Y el baile?
C.H. El baile es algo maravilloso. A mucha gente le sirve de terapia. Es un sentimiento, algo que vive contigo, que se desarrolla contigo y que además sirve para echar muchos humores fuera. A mucha gente le vendría muy bien poder bailar.
H.C. ¿Qué ha cambiado en su vida últimamente? ¿Cómo es su momento actual?
C.H. Estoy más tranquila. Veo más a los amigos, tengo más tiempo, hago cosas que antes no hacía... Me dedico a estar en mi casa, a estar con mi familia. Me levanto y voy a ensayar con algún compañero. Ahora estoy ensayando con uno que se va a Japón. También preparo algún acto con los bailarines que tenía en la Compañía. Y si no, voy a hacer la compra, que para mí es un lujo, porque antes nunca lo hacía.
H.C. ¿Sigue sonando su vida a flamenco?
C.H. Sí, claro, siempre. El flamenco va conmigo. Siempre tengo soniquete. Tengo la suerte de haber nacido en Sevilla, con un amor al baile grandísimo. No estoy retirada del todo, porque aún puedo interpretar un papel arreglado a mi edad y sigo bailando.
H.C. ¿Cómo se consigue una vida despacito y al compás?
C.H. Viene con el tiempo. Después de haber trabajado desde los 13 años que iba bailando por los pueblos, con un programa de radio y estar trabajando y bailando sin parar hasta después de los 65 años, llegó un momento en el que me seguía gustando el baile, el teatro y el flamenco, pero veía también placentero hacer otras cosas que no había podido hacer antes. Sigo dando cursillos, haciendo coreografías. De hecho se estrena ahora una ópera en el Teatro Maestranza, El Gato Montés, en la que he colaborado con José Carlos Plaza. Sigo en activo, aunque no tanto en el escenario.
H.C. Desde la atalaya de la veteranía, ¿es este fin de fiesta el que soñó?
C.H. Sí, sí. Yo siempre he tenido las cosas muy claras. Siempre dije que me retiraría despacito y a compás. Así ha sido. Igual que llegué. Sigo vinculada al baile, no porque tenga un pequeño grupo y disponga de coreografías, sino también porque sigo vinculada a este Museo del Baile Flamenco. Por lo tanto, no es una retirada, es un cambio de ritmo.
H.C. ¿Cuál es su opinión sobre Sara Baras, Cecilia Gómez y Joaquín Cortés?
C.H. Sara está donde está porque lo ha luchado y trabajado. A Cecilia la conozco menos, porque no la he visto bailar, y no puedo opinar sobre ella. Joaquín es un gran bailaor. Buenísimo. Quizás ha hecho cosas que, porque yo me haya quedado antigua o atrás, no entiendo o no me han gustado lo suficiente, pero reconozco que es una gran bailaor.
H.C. ¿Atraviesa por un buen momento el flamenco?
C.H. Sí. El flamenco ahora mismo lo que no tiene es dinero, pero buenos artistas los hay maravillosos. Yo creo que cuando hay crisis los artistas se aprietan más el cinturón: ensayan más, desarrollan mayor creatividad, se esmeran más en todo. Tienen que hacer algo para poder vivir.
H.C. ¿Qué hay de libertad en el artista?
C.H. El artista debe ser sinónimo de libertad. Cuando me preguntan que qué hubiese hecho si no era bailar, siempre pienso en algo del arte. El arte te da una libertad de expresión muy grande en muchos sentidos. Independientemente de que tenemos que hacer determinadas cosas, porque tenemos que vivir, te da la oportunidad de elegir mucho. El arte es libre y es uno de los motivos por los que decidí dedicarme a esto.
H.C. ¿Cuesta caro ser libre?
C.H. En ocasiones. Algunas veces por apetencia, por no verlo en el momento; otras, por factores ajenos al propio baile.
H.C. ¿Le ha pasado factura declararse públicamente socialista?
C.H. Yo creo que sí, porque estoy muy desencantada con algunas cosas que me han pasado. No me importa, porque sigo siendo una mujer de izquierdas. Sigo siendo independiente y libre. Estoy desencantada en general, porque España necesita una nueva generación de políticos que no se metan en política pensando en qué poder llevarse. Necesitamos políticos que trabajen por el pueblo.
H.C. Le detectaron cáncer de mamá y le pudo la partida a esta enfermedad. ¿Tiene miedo a algo?
C.H. A nada ni a nadie. Cuando me operé del cáncer de mama reflexioné mucho. Siempre he sido muy positiva. Los artistas tenemos el privilegio grandísimo de poder estar comiendo un día con un embajador, un empresario de elite o con los Reyes, y mañana estar en una taberna en Triana tomándome un tinto con el portero de mi casa. Somos privilegiados, porque podemos elegir. El cáncer me hizo reflexionar y, aunque siempre he sido muy normal, a raíz de esta enfermedad pensé aun menos en mis enemigos. No pierdo el tiempo con ellos. Que piensen ellos en mí si quieren. Nunca he contestado a lo que haya salido ofensivo en la prensa. El tiempo pone todas las cosas en su sitio. El cáncer me hizo fuerte y perderle el miedo a todo.
H.C. ¿Quién fue Antonio Gades para usted?
C.H. Un gran artista. De los que he conocido, el mejor. Un gran coreógrafo, bailaor, bailarín. Maravilloso artista de la escena y un maestro del que aprendí lo máximo en todas las disciplinas en las que era tan bueno.
H.C. Fue quien llevó el flamenco a los teatros de ópera.
C.H. Pues sí. Él estuvo muchos años con Pilar López, pero nadie estilizó ni le dio la sobriedad al baile como él. Quería a los hombres y mujeres muy sobrios en el escenario. Antes se usaban mucho camisas de lunares, brillos, volantes, chorreras... Con él pisamos los grandes escenarios del mundo y los grandes festivales de la música mundial, donde hasta entonces nunca había llegado el flamenco.
H.C. Si le dan a elegir, ¿interpretación o baile?
C.H. Las dos cosas. Cuando bailamos flamenco interpretamos. Si tú escuchas la música y el cante, la letra te condiciona. Si estás bailando un taranto, estás pensando en la tragedia de la letra, como el cante de una mina, de una viuda, hijas sin padres... Es tristeza. La bulería en cambio es una actitud sonriente, es alegría profunda.
H.C. ¿Cómo es Juan Antonio, su marido?
C.H. Es de los pocos gentleman que quedan (risas). Es mi pareja en la vida. Llevamos muchos años juntos. Ha sido un grandísimo profesional y lo ha demostrado, siendo el oponente de Antonio Gades en todos los ballets. Es un gran pilar en mi vida. En él me apoyo. Aquí estamos los dos, con el deseo de que el destino nos haga envejecer juntos los máximos años posibles. Compañero de viaje. Hasta para comprar el periódico (sonríe).
H.C. Cuando llegue su hora, ¿cómo quiere que la recuerden?
C.H. Sobre todo, como una persona honesta. Si me recuerdan como bailaora mejor, porque es lo que he sido toda la vida. Pero sobre todo como mujer honesta. Creo que lo soy.
H.C. ¿Puede decirme algo que no se sepa de usted?
C.H. (Risas) Soy una persona muy transparente y tengo muy pocos secretos. Siempre he dicho que nací como una niña pobre, pasé hambre de niña. He luchado mucho. He trabajado mucho. Siempre he tenido la intención de hacer más, de apoyar a la gente joven. Honesta con la gente de mi ballet, pagándoles bien, siendo disciplinada. Por lo tanto yo creo que tengo poco en la alcoba guardado.
23 jun 2013 - Hoy Corazón-Mario Niebla del Toro
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