MANOLO SANLUCAR
ENTREVISTA A
MANOLO SANLUCAR
"Llevo años
habitando en el flamenco como un monje"
El guitarrista gaditano protagoniza esta noche en el Teatro
Alhambra uno de los grandes momentos de '
Flamenco viene del Sur' con un repaso por su trayectoria
Cuando se presentó la programación de Flamenco viene del Sur, nadie dudó en señalar el concierto de esta noche como el gran momento del ciclo. Manolo Sanlúcar desnuda su Alma compartida, un repaso a composiciones como Tauromagia o Locura de brisa y trino. Y aunque la gran mayoría sólo nombra a Paco de Lucía en el olimpo de los guitarristas, Sanlúcar lleva décadas habitándolo con total discreción.
¿Su 'Alma compartida' responde a la máxima de pensar despacio para andar deprisa?
Sí. Yo creo que los guitarristas, sobre todo en el flamenco, cuando nos vemos tras mucho tiempo con las alforjas colmadas de música y de experiencia flamenca estamos abocados a realizar un análisis sobre qué hacemos y qué debemos hacer. Desde este punto de vista, me encuentro que el flamenco fue constituido por nuestros mayores. Una soleá no puede ser de otra manera, igual que la bulería o la taranta, que no sólo no puede cambiarse la estructura, ni siquiera la tonalidad en la que se hace, que tiene que ser en fa sostenido. Es decir, el flamenco lo fijaron los guitarristas del pasado y eso conlleva unas características. En un mundo donde se camina con tanta velocidad, en el flamenco tenemos los patrones determinados desde principios del siglo XX.
¿Qué pasa entonces con el futuro de la guitarra flamenca?
Es difícil. Para ser vanguardia hay que caminar con nuevos patrones pero sin dejar de ser. Claro, es muy difícil. La prueba es que muchos guitarristas destacados han tomado como referencia el jazz o la música caribeña. Esto demuestra que, según estos compañeros, la guitarra flamenca está desgastada. ¿Pero el futuro está en tomar referencia de otras músicas para llevarla a la guitarra flamenca? Esta pregunta hay que hacérsela.
¿Es el camino más fácil?
Claro. Cada cultura es lo que es porque se ajusta a un comportamiento y unas razones históricas. Yo he profundizado, llevo muchos años habitando en el flamenco como un monje y en esta dedicación he podido desarrollar cosas interesantes. Mi obra más vanguardista, donde la mayoría de los flamencos ni entran, está basada en un sistema que he organizado a partir del referente más antiguo del flamenco, los modos griegos. Ahí está la cadencia andaluza. Me he basado en los modos griegos para organizar un mundo que siga sonando flamenco pero que aporta una serie de valores musicales. Pero muchos guitarristas encuentran esto demasiado moderno.
¿Cómo debe situarse un músico ante la tradición?
Hay que situarse con honestidad ante uno mismo en primer lugar. Si uno se siente enlazado con su pueblo y su cultura hay que implicarse. Pero también se puede estar en música pensando en uno mismo, que ya podría ser suficiente. Yo me siento ligado a mi cultura, me siento responsabilizado. Después de 50 años de profesión, y aunque me cueste trabajo decirlo, tras tener muchos éxitos, ahora menos que nunca me interesa el éxito facilón. Ahora quiero aportar al crecimiento de la guitarra flamenca.
¿El término guitarrista, en su caso, se queda demasiado corto. Para algunos es, en su faceta de estudioso y compositor, casi como uno de los herederos de Falla.
Podría ser así. En los tiempos de Falla la música sinfónica caminaba. Hoy sólo tenemos que ver las programaciones y veremos que siempre son los mismos, los que están fuera de los derechos de autor. Claro, los programadores buscan no tener que pagar derechos de autor. Por esto, la mayoría de conciertos son de autores del siglo XIX para atrás. Mi música sinfónica busca relacionarse con el flamenco, más cercana a lo andaluz, pero mis intenciones eran hacer música sinfónica para el flamenco. Pero hay que dedicar una vida a esto. He estudiado el lenguaje musical para conocer los cánones. He hecho la carrera de música para componer para orquesta y creo que soy el único guitarrista de la historia que escribe y compone obra sinfónica.
¿Tanto su hermano Isidro Muñoz como usted, a decir de los artistas, son unos perfeccionistas incorregibles. ¿Es el sello familiar?
Creo que sí. Hay mucha imaginación. Hay una condición, la búsqueda de un lenguaje desde nuestra cultura, pero con nuevas palabras. Mi hermano, a la hora de producir, no perdona los valores esenciales. Tienen que estar ahí aunque la grabación dure dos años.
¿Cuándo un tocaor puede dar el paso a ser concertista?
Un tocaor es el que tiene un gran nivel pero que no representa la vanguardia. Ojalá hubiera más guitarristas así, como Manolo Franco, que no busca una vanguardia muy forzada pero que construye muy bien su música. Es un ejemplo de lo que debe ser un tocaor. La gente como yo, que buscamos otras cosas, nos atrevemos con conceptos que no están en la tradición. Para que yo o Paco de Lucía podamos seguir buscando, la tradición debe estar protegida por gente como Manolo Franco.
¿En el santuario de los grandes están usted y Paco de Lucía sin discusión. Sin embargo, en el olimpo de los maestros de guitarra, en cuanto al didacticismo, muchos le señalan a usted como el número uno indiscutible.
Eso es ya la condición de cada uno. Yo respondo a mis inquietudes. Había una gran demanda de gente para aprender guitarra flamenca y eso me llenaba de satisfacción. Desde 1970, cuando comienzo con los cursos internacionales en Francia, he estado cada año haciendo un curso internacional. No es suficiente, pero si me dedico más a la enseñanza no puedo atender mi mundo de composición.
G. Cappa / Granada | Actualizado 03.03.2008
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