MANUEL VALLEJO
MANUEL JIMÉNEZ MARTÍNEZ DE PINILLO, cantaor Payo, nombre originado por el apellido de su abuela paterna, ha sido para nuestra historia del cante flamenco el más grande que hemos tenido, cantaor con mucho arte siendo el más completo que hemos conocido de todos los estilos del cante, con el nombre artístico de MANUEL VALLEJO, nació en SEVILLA en el año de 1.891 y murió en SEVILLA en 1.960, tiene en gloria la llave de oro del cante, y muchísimos trofeos.
Las campanas de Sevilla
replicando a gloria están
a la muerte de Manuel Vallejo
orgullo de España entera
y de toda la humanidad,
Manuel Vallejo tiene
la llave de oro del cante
en el cielo y en la tierra
y España entera le llora
ese arte tan grande
Que él supo crear.
MANUEL VALLEJO tiene la llave de oro del cante, recordare que tan solo existen tres llaves de oro que fueron otorgadas a estos tres grandes cantores, la primera a Tomas El Nitri en el año 1.862 en Jerez de la Frontera, la segunda a Manuel Vallejo en el 1.926 en el Teatro Pavón de Madrid y la tercera a D. Antonio Mairena en el 1.962 en Córdoba,
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MANUEL VALLEJO ha sido para nuestra historia del cante flamenco una de las primeras figuras de aquellos tiempos, obteniendo muchos trofeos y muchos éxitos, fue un genio rey del cante flamenco, era muy completo en todos los cantes, también fue un extraordinario bailaor tenia mucho compás y mucho arte, perfecto cantaor de los cantes gitanos supo darle gran pureza y sabiduría por eso los mismos gitanos envidia le tenían.
Manuel Torre entregando la llave
de Oro a Manuel Vallejo, en el Teatro Pavón de Madrid en el año 1926
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Manuel Vallejo, en una serie de cintas casetes realizadas en la primera época de sus grandes éxitos
Manuel Vallejo, en una serie de cintas casetes realizadas en la primera época de sus grandes éxitos
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En el programa de radio ESCUELA DEL CANTE FLAMENCO, pueden escuchar sus cantes
Manuel Vallejo
Mañana se cumplirán 49
años de la muerte de este artista
FUE conocido por Manuel Vallejo, pero en su inscripción registral figuraba el
nombre de Manuel Jiménez Martínez de Pinillo. Vallejo era el segundo apellido
paterno. Había venido al mundo en la casa marcada con el número 10 de la calle
Padilla, de la capital hispalense, el año 1891 y se inició en el cante en su
ciudad natal. Su primera actuación profesional fue en el Kiosko de Pinto, de la
Alameda sevillana. En 1919 participó en el homenaje que se le tributó a El
Portugués en el Salón Variedades junto a Fernando el Herrero, El Cojo de Málaga,
José Cepero, El Colorao, La Pompi, La Sorda, El Gloria y otros artistas. Los
años veinte y treinta fueron fundamentales para él, ya que realizó numerosísimas
grabaciones discográficas y formó parte de muchos espectáculos en gira por toda
le geografía española. Madrid fue una de las ciudades de sus grandes triunfos,
llenando teatros semanas enteras y reinando en la época dorada del cante
flamenco. En Madrid, el 24 de agosto de 1925, conquistó la Copa Pavón, con un
jurado presidido nada menos que por su admirado don Antonio Chacón, y el 5 de
octubre de 1926 recibió de manos de Manuel Torre 'El Niño de Jerez', la II Llave
del Cante. ¡Cuantos éxitos los de Vallejo en la Villa y Corte! Junto a El
Sevillano presentó en 1930 el espectáculo 'Nobleza gitana', en Barcelona,
realizando también este año una gira con Sebastián el Pena. Encabezó igualmente
espectáculos de ópera flamenca con los que se mantuvo hasta 1936. Pasada la
Guerra Civil continuó llevando espectáculos con distintos elencos. Nuestro amigo
Manuel Yerga decía de Vallejo que «fue un cantaor preciosista a la vez que
grande. Tan grande como el que más. Como bailaor, junto a Pastora y Juanito
Mojama, formó un trío muy exquisito». El 7 de agosto de 1960, mañana se
cumplirán 49 años, falleció en su Sevilla natal, teniendo 69 años de edad.
06.08.09 - GONZALO ROJO
Un héroe sin crónica
Fue uno de los cantaores más completos y hoy es casi un
desconocido
Triunfó en Barcelona y Madrid, donde se le bautizó como 'primera
figura'
Manuel Torre le entregó el 5 de octubre de 1926 la Llave de Oro
del Cante
Abandonado por sus amigos, murió el 7 de agosto de 1960 por un
ictus
Murió
hace medio siglo y su nombre, por mor de un choque de dogmas
irreconciliables, quedó en un olvido lleno de memoria. A pesar
de la certeza de que tarde o temprano todo sería indiferencia,
Manuel Vallejo se fue sin dejar rastro, pero sigue esperando en
silencio porque siempre intuyó que esa indiferencia se vería
refrendada con el olvido en su muerte. Estamos ante uno de los
cantaores más completos de la historia y, por el contrario, de
los más desconocidos por la afición y menos estudiado por los
analistas, acaso porque, salvado los honores que le rindió
Antonio Mairena en 1982 y el homenaje que le brindó Manolo
Centeno en el centenario de su nacimiento, su partidarios se
escondieron tras los fantasmas y lanzaron una cruel batalla
contra sus enemigos (¿?), en lugar de estudiar y difundir su
obra. Y así es imposible. Como abrir frentes contra molinos de
viento, es hacer el Quijote, fijemos las referencias que hagan
sentirnos en una época que no vivimos, tal que el nacimiento de
Manuel Jiménez y Martínez de Pinillo, ocurrido a las 12 horas
del día 15 de octubre de 1891 en el número 1 de la antigua
barreduela de Padilla, del sevillano barrio de San Marcos.
Conocido por el segundo apellido del padre, ya que era hijo del
jornalero Manuel Jiménez Vallejo y de Manuela Martínez de
Pinillo y Varas, pronto dejó traslucir su timidez e inocencia
desde niño, desde que correteaba por los alrededores de la plaza
de la Encarnación, en cuyo mercado de abastos la familia
regentaba un puesto de pescado, hasta que apareció con el apodo
de Vallejillo a los 15 años de edad en el Kiosko de Pinto, o
cuando debutó ya en serio en 1910 en el Puesto del Agua, también
en la Alameda de Hércules, con el seudónimo de El Colorao II.
Esta presentación, auspiciada por el Niño de las Marianas, le
abrió las puertas de los colmaos de la Alameda y las ventas de
las afueras así como la del Salón Variedades, donde figuró el
año 1919 en el homenaje tributado a Antonio el Portugués, y
otros cafés cantantes sevillanos, logrando por tanto la mejor de
las credenciales para dar el salto hasta Madrid y debutar en el
Eden Concert, de la calle Aduana. En esta primera cita madrileña
la climatología hizo que Vallejo fracasara por mor de una afonía
que lo tuvo cuatro años sin cantar. No obstante, reapareció el
22 de septiembre de 1922 en el Café Ideal Concert, de Sevilla, y
días después, el 5 de octubre, en el Teatro Lara de Málaga,
donde actuó durante diez días a razón de 100 pesetas diarias. A
partir de ahí, se le localiza en Barcelona, donde graba sus
primeros discos e impone su ley hasta primeros de 1925, año que
queda marcado por su vuelta a Madrid, bautizándolo la afición de
la capital del reino como "primera figura del cante flamenco"
por su grandes éxitos, siendo el más notorio de ellos el
alcanzado el 24 de agosto de 1925, la I Copa Pavón en el Teatro
Pavón, de la calle Embajadores, compitiendo con Manuel Escacena,
Angelillo, Pepe Marchena, El Cojo de Málaga y El Mochuelo, entre
otros. El trofeo lo recibió Vallejo de manos de don Antonio
Chacón, que presidió el jurado, quien quince días después le
diría en una fiesta celebrada en Villa Rosa con motivo del
galardón: "Te he dao la copa porque la mereces, pero la Vieja
-por Marchena-, ganará más dinero que tú". Vallejo sienta de
nuevo cátedra en Madrid, donde el 29 de agosto cantó en el
Teatro Olimpia en un homenaje a La Coquinera, así como dos meses
después en el Romea, junto a Manuel Centeno, pero también en
Barcelona, donde se mantuvo hasta septiembre de 1926 en que
regresó a la capital para participar de nuevo en el concurso
Copa Pavón, triunfando en esta segunda edición su paisano Manuel
Centeno, gracias tanto a una soberbia saeta cuanto a los
intereses empresariales. Aquella polémica decisión quedó
rebocada el 5 de octubre de 1926, cuando Vallejo, por acuerdo
unánime de todos sus compañeros artistas, recibió de manos de
Manuel Torre la Llave de Oro del Cante, galardón que entonces
carecía de toda significación pero con el que el maestro
sevillano continuó dejando muestras de su destreza cantaora en
troupes hasta conformar su propia compañía, con la que recorrió
todo el territorio español y Marruecos.
Vallejo se erige, pues, en símbolo de toda una época, la Ópera
Flamenca, y sobresale en toda la geografía tanto por su cante
como por su baile por bulerías. En 1928, por ejemplo, gira con
Chacón, Niña de los Peines, José Cepero, El Estampío,
Frasquillo, Carmen Vargas o La Quica con la Solemne fiesta
andaluza. Un año después incluye en su compañía a Carmen Amaya,
y en 1930, ya con El Sevillanito, protagonizó el espectáculo
Nobleza gitana, en Barcelona, al tiempo que ese mismo año
realizó una gira con El Pena hijo, tónica que mantuvo hasta
después de la Guerra Civil. En los 40 decae con creces la
actividad artística en los teatros y se busca la vida en los
colmaos de Madrid, para luego, en 1947, encabezar Solera
andaluza y en 1950, capitanear El sentir de la copla. Pasado el
tiempo, reseñamos una de las actuaciones memorables de Vallejo
en la clausura de los Festivales de Primavera de Sevilla, en el
Patio de Banderas, donde el 5 de junio de 1954 encabezó un
cartel con La Malena, Antonio Mairena, Juan el Cuacua, La
Paquera, Fernanda y Bernarda de Utrera y Terremoto, entre otros.
Fue en el ecuador de los cincuenta cuando, con motivo del
homenaje a Luisa Ortega en el Teatro Lope de Vega, cantó por
última vez en Sevilla. Regentaba una pescadería en la calle
Hombre de Piedra pero padeció serias estrecheces económicas.
Solía pasar todas las mañanas en una de las mesas del bar Las
Maravillas, esquina Alameda de Hércules con la calle Amor de
Dios. Allí, con sus alfileritos en la barriga e inmerso en la
soledad de sus silencios, en sus rarezas y en su soltería, se
encontró indispuesto el 1 de agosto de 1960, siendo trasladado
al Hospital Central, donde falleció a las 15.30 horas del
domingo 7 de agosto a consecuencia de un ictus apoplético,
recibiendo al día siguiente cristiana sepultura en el cementerio
sevillano de San Fernando. No pudo volver ni tan siquiera a su
domicilio, en el número 10 de la calle Amparo, para ordenar sus
cosas. Sólo atendido por sus sobrinos, se fue abandonado por sus
amigos, siendo Fregenal y El Pajarero los únicos artistas que
asistieron al entierro, silencio que se prolongó hasta 1982 en
que, a instancias entre otros de Antonio Mairena y Manuel
Centeno Fernández, se colocó una placa en la casa donde nació.
Luego, en 1991, con motivo del centenario de su nacimiento, el
propio Centeno le organizó unas magníficas jornadas en la Peña
Torres Macarena.
Manuel Martín Martín | Sevilla. Actualizado sábado 07/08/2010
Foto (1) Manuel Vallejo recibiendo la Llave de Oro del Cante de
las manos de Manuel Torre. Foto (2) Con Ramón Montoya. Foto (3)
Con Juanito Valderrama
Vallejo, cantaor en reivindicación
Este año se celebra el cincuentenario de la
muerte de quien fuera segunda Llave de Oro del Cante, el
sevillano Manuel Vallejo, un artista denostado por la
flamencología gitanista
Este
año está siendo completo en cuanto a efemérides de notables
artistas, como es el caso de Manuel Vallejo, de quien se cumple
el cincuenta aniversario de su muerte. Manuel Jiménez Martínez
de Pinillo (1891-1960) es uno de los cantaores que continúa
manteniendo numerosos seguidores y a la par reivindicadores de
su cante. Se trata de un artista que habiendo sido clave en la
época que le tocó vivir no ha gozado en nuestro tiempo del
reconocimiento que en cambio sí han tenido otros cantaores
históricos con menos trascendencia artística. El revisionismo
que de la historia del flamenco realizaron Antonio Mairena y el
poeta metido a flamencólogo Ricardo Molina y reflejado en el
libro Mundo y Formas del Cante Flamenco, sentenció al ostracismo
a un buen número de cantaores que no cumplían los postulados
estéticos que promocionaban. Cantaores no gitanos fueron
devaluados como el caso del propio Antonio Chacón, y qué decir
de Cayetano Muriel o Manuel Vallejo, entre otros. Pero incluso
intérpretes gitanos de valía artística y creativa, como el Cojo
de Málaga, fueron arrinconados por no entrar en la inercia de
repertorio y sonido -timbre de voz- que el neoclasicismo
mairenista auspiciaba. Una amplia nómina de cantaores de finales
del siglo XIX y principios del XX, algunos de ellos maestros y
claves en la configuración de cantes y estilos, fueron
infravalorados. Por fortuna, el estudio del flamenco entró hace
años en una nueva dinámica y exigencia musical e intelectual que
está permitiendo redescubrir a estos artistas eclipsados.
Gracias a las ediciones discográficas podemos escuchar y
contextualizar cantaores y cantes de todas las épocas conocidas
en el flamenco desde finales del XIX. Entre las grabaciones más
interesantes que podemos escuchar están las de Manuel Vallejo,
de quien se conocen prácticamente la totalidad de los cantes que
registró. Escuchándolo se hace aún más grave la injusticia
cometida con este artista sevillano, relegado al ostracismo con
argumentos tan irrisorios como que su voz era muy atiplada y no
la adecuada para cantar flamenco. Ante el indiscutible dominio
del compás que poseía Vallejo, la manera que la flamencología
gitanista de Mairena tuvo para menoscabarle fue haciendo alusión
a su condición de no gitano. Ante este tipo de peregrinas
argumentaciones ya se sabe. La realidad es que a los cincuenta
años de su muerte Manuel Vallejo aún necesita ser reivindicado,
aunque hay que señalar que son bastantes los aficionados,
críticos y flamencólogos que están en esa labor que parece que
nunca acaba cerrarse del todo. En Sevilla este año se han
celebrado conferencias y jornadas en su memoria, pero poco más.
No hay que olvidar que bastantes de los cantes realizados por
quien fuera segunda Llave de Oro del Cante han sido y son
referencia obligada.
Actualizado 20.10.2010 - Manuel Vallejo muestra su Llave de
Oro del Cante.
VIDEO |
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AUDIO |
PROGRAMA DE RADIO - ESCUELA DEL CANTE FLAMENCO
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El cante flamenco de
PINCHAR LA LECCIÓN 25 |
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Autor: José María Ruiz Fuentes |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |