JUAN CARLOS ROMERO
JUAN CARLOS ROMERO, guitarrista payo, de flamenco, compositor e intérprete, conocido en el mundo de la guitarra con su propio nombre artístico de JUAN CARLOS ROMERO, nació en Huelva el día 18 de agosto del año de 1964. Se inicia a la edad de 8 años de la mano de su padre, gran aficionado a la guitarra. Con diez años de edad comienza a tomar lecciones del que considera su primer gran maestro, Miguel “El tomate de Almería”, iniciador de una importante saga de guitarristas como su propio hijo “El niño Miguel”, o su nieto “Tomatito”. Comienza sus primeros contactos con el acompañamiento al cante y al baile en la escuela de Matilde Coral y Rafael “El Negro”, y posteriormente con Manolo Marín y “El Mimbre”.
 Lamentos de una guitarra,
Lamentos de una guitarra,
que el tocaor con sus dedos
le transmite sus penas,
un grito que se desgarra
entre sus cuerdas,
desahogando el llanto
que lleva dentro de su alma.
Sus notas suenan a tristeza y dolor
que el tocaor se lo calla,
para que nadie sepa
el dolor que le atormenta.
Su guitarra le acompaña
para aliviar sus penas,
las manos con sus cuerdas
las dos se abrazan,
en el silencio de la noche
o de la madrugada,
nadie sabe en que momento
se siente esa gran nostalgia.
Su guitarra arropa el cante de primeras figuras del flamenco 
como: José Mercé, Turronero, Chano Lobato, Paco Toronjo, Boquerón, etc. Poco 
después, consigue ser Premio Nacional de guitarra en el prestigioso concurso de 
Jerez de la Frontera, en su modalidad de concierto. Es solicitada su 
colaboración por parte del gran maestro Manolo Sanlúcar, con quien recorre el 
mundo ofreciendo conciertos en las salas y teatros de mayor relevancia en el 
panorama musical, así como la incorporación en los trabajos discográficos del 
genio sanluqueño; con obras para guitarra y orquesta como “Solea” o “Medea”, que 
fueron compuestas para el Ballet Nacional de España. Esta importante y 
fructífera etapa es clave para la maduración y solidez de su personalidad 
artística cada día ya más exigente. En el año 1992, con ocasión de la Exposición 
Universal de Sevilla, participa en la obra “ La Gallarda ”, de Rafael Alberti, 
como primera guitarra de la misma, junto a voces y actores como Montserrat 
Caballé, Ana Belén, José Sacristán, la coreografía de José Antonio y la Orquesta 
Sinfónica de Canarias. Es requerida su actuación en la banda sonora y posterior 
rodaje de las películas dirigidas por Carlos Saura, “ Sevillanas” y “ Flamenco 
”, junto a una extensa nómina de los más importantes artistas del cante, el 
baile y la guitarra.  
 
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La Bienal de Sevilla de 1994 acoge el estreno de la obra “ A 
oscuras ”, que con gran éxito se estrena en el Teatro de la Maestranza, 
destacando su participación junto a figuras como Enrique Morente y Esperanza 
Fernández. Comparte escenario con la cantaora Carmen Linares en la gira que 
emprenden por toda España con la obra “ La Parrala ”. Sus composiciones son 
demandadas e interpretadas por artistas tan significativos como Rocío Jurado, 
Enrique Morente, Carmen Linares o El Pele, con quienes además graba y produce 
algunos de sus discos y muchas de sus numerosísimas apariciones televisivas, 
tanto a escala nacional como internacional. En el año 1997 lanza al mercado “ 
Azulejo” , título de su primer trabajo discográfico en solitario, con el que 
obtiene el reconocimiento, del público y la critica especializada, a su labor 
como concertista y compositor.  
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Sus conciertos en muchos de los mejores teatros españoles y 
europeos son el mejor aval al trabajo realizado. En el año 1998 y en la X Bienal 
de Arte Flamenco de Sevilla, se presenta con “Abanao” un espectáculo creado y 
dirigido por él, añadiendo a sus composiciones para guitarra, el baile de Eva 
“La Yerbabuena” y los cantes interpretados por El Pele y la Susi. Una entusiasta 
respuesta del público así como las elogiosas críticas aparecidas en los 
distintos medios de comunicación, rubricaron el éxito que dicho espectáculo 
obtuvo. En el mes de Enero de 1999 fue la Compañía Andaluza de Danza, la que 
eligió su música para el estreno del espectáculo titulado “ Un ramito de 
locura”, cuya coreografía corrió a cargo del bailaor Javier Barón. En el 2000 
interviene componiendo y tocando para Carmen Linares en la producción del Teatro 
de la Maestranza de Sevilla “ La luz, el júbilo y la melancolía” En 2001 
compone, toca y produce el disco del cantaor Arcángel, para la Compañía 
Yerbabuena (Virgin), y realiza con él la gira de ese mismo año.  
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En el año 2002 y en la XII Bienal de Arte Flamenco de Sevilla 
se presenta en el Teatro Lope de Vega con el espectáculo “ Ritmo Jondo” con la 
orquesta de “Las Arts” y Big Band, haciendo composiciones flamencas con 
tratamiento sinfónico y acompañamiento de metales. En esa misma Bienal se 
presenta la obra de Cervantes “ Rinconete y Cortadillo” coreografiada por Javier 
Latorre y cuya composición musical corrió a cargo de Juan Carlos Romero y el 
prestigioso músico contemporáneo Mauricio Sotelo este ballet fue premiado en 
dicha Bienal y el trabajo musical ampliamente reconocido. En el año 2003 
colabora en el disco que lleva por título Territorio Flamenco” junto a las 
cantaoras Carmen Linares y Estrella Morente. En ese mismo año inicia la 
grabación de su segundo disco en solitario, ya a la venta, que lleva por título 
“Romero ”, y que cuenta con la colaboración de artistas como Eva “La Yerbabuena” 
o Estrella Morente.
En el 2004 inicia una gira por los teatros de Andalucía con la colaboración de Miguel Poveda al cante y Rafael Campallo al baile. En enero de 2005 recibe el premio de la crítica en España año 2004. Por encargo de la agencia para el desarrollo del Flamenco crea el espectáculo "El eterno retorno" para la bailaora Rocío Molina que se estreno en Málaga. Su nuevo espectáculo, en el que la guitarra flamenca despliega posibilidades escénicas hasta ahora inexploradas, es una hermosa obra que lleva por título "Suena a Romero" y que se estrenó en Sevilla en la pasada Bienal de Flamenco y con la que seguirá de gira . También en la pasada Bienal de flamenco en septiembre de 2006 se presento el último trabajo de Miguel Poveda "Tierra de calma" del que Romero es productor y compositor de la mayoría de la música y letras, siendo nominado a los premios de la música 2007 como mejor álbum de flamenco por este trabajo.
Carmen Linares y Juan Carlos Romero presentan 
en la Bienal 'Raíces y alas'
Se trata de un tributo a Juan Ramón 
Jiménez a través de los textos del poeta onubense
La cantaora Carmen Linares y el guitarrista Juan Carlos Romero reivindican esta 
noche, a las 21:00 en el Teatro Lope de Vega, dentro de la Bienal de Flamenco, 
la pronunciada sensibilidad de Juan Ramón Jiménez, a través del montaje Raíces y 
alas. El repertorio del espectáculo, que rescata diez poemas del autor moguereño, 
se podrá oír también en un disco que saldrá al mercado este otoño. La propuesta 
que hoy acoge la Bienal se concibió hace tres años, cuando Linares y Romero 
pensaron que, pese a la excepcional calidad de la obra del escritor -"es un pozo 
del que han bebido muchos y grandísimos poetas", sostiene Linares-, algunos no 
le otorgan la posición destacada que merece en la historia de la literatura. Los 
creadores del proyecto tomaron el título de Raíces y alas de una frase de Juan 
Ramón -"pero que las alas arraiguen y las alas vuelen a continuas metamorfosis"- 
en la que Romero identificó "nuestra forma de estar en el flamenco". En su 
acercamiento al poeta, el guitarrista ha realizado "una lectura personal", 
cuenta el intérprete y compositor. "La obra es tan extensa que da vértigo 
asomarse a ella. En mi caso, me he dejado llevar por la intuición", apunta 
Romero sobre los criterios de selección. Así, el músico onubense se ha guiado 
por la sonoridad de poemas de distintas etapas para barruntar las alegrías, 
fandangos, soleás y martinetes que escondían. Al contrario que algunas versiones 
surgidas con motivo del Trienio de Juan Ramón, que presentaban textos adaptados 
a la música, "aquí es la música la que se adapta a la letra". Para el 
experimento, 
Carmen Linares dio confianza plena a su colaborador. "Es importante 
que la persona que compone tenga libertad. De él me gusta la seriedad con la que 
trabaja y cómo afronta los nuevos retos. Y siento una gran emoción con la música 
que ha compuesto", afirma.
Braulio Ortiz / Sevilla | Actualizado 23.09.2008. en la foto Juan Carlos 
Romero y Carmen Linares, ayer en Sevilla.
Linares encuentra otra obra mayor
No estoy de acuerdo con la declaración de uno de los responsables del 
espectáculo, creo que del propio Juan Carlos Romero, de que Juan Ramón no es un 
poeta afín al flamenco. Por dos razones. La primera es que el autor de Espacio y 
Diario de un poeta reciencasado es también uno de los más grandes poetas 
neopopulares del siglo XX, tanto en los temas como en la métrica. Es verdad que 
sigue siendo el más moderno, pero conocía bien la tradición popular. Por otra 
parte, el flamenco ha demostrado hace tiempo capacidad para adaptar la prosa 
agonizante de Cervantes o el verso libre de los surrealistas. Raíces y alas es, 
hasta ahora, la obra mayor de Juan Carlos Romero. Esa que buscaba desde hace 
años. Es algo que comparten los dos onubenses de la noche: considerar el arte 
como una tarea, una encomienda divina, una religión. Y esa religión le exigió 
anoche a Romero una renuncia, la de su condición de poeta. Cedió la palabra a 
Juan Ramón y el acierto ha sido completo. Demostró lo gran músico que es, la 
capacidad para crear melodías para la guitarra y, lo que es más raro en estos 
tiempos, para el cante. Anoche Romero se reivindicó como creador, más allá de la 
Tierra de calma o de la Calle perdía, porque la lírica no lastraba la melodía 
sino todo lo contrario. Juan Carlos Romero es más Romero que nunca al buscar la 
melodía oculta en los poemas populares (un adjetivo que no gustaba a Juan Ramón) 
del de Moguer. Melodías contenidas, muy intimistas, y falsetas lánguidas. 
También un gusto enorme en los arreglos instrumentales, con unas cuerdas 
sencillas pero contundentes, como la música de capilla del oboe y el fagot para 
El adiós definitivo casi plañidero para cerrar la noche. Ayer Romero inventó 
melodías por alegrías, fandangos, bulerías, tangos, etcétera, jamás antes 
escuchadas en el repertorio flamenco. No cantes nuevos, porque ese canon del 
cante ya está cerrado. Sino canto flamenco nuevo. Y eso es una gran noticia. Un 
verdadero estreno. Emocionado con la grata nueva, casi no tengo espacio para 
hablarle de la interpretación de
Carmen Linares. La gran dama del cante flamenco ha encontrado otro 
compositor a la altura de su buen hacer. Ningún otro intérprete podría haber 
acometido y logrado la empresa con tanto éxito. La jiennense demostró su 
versatilidad para comprender y expresar a compositores tan distintos como Falla 
o Sanlúcar, en el pasado, o Romero ayer. A Borges, Ortiz Nuevo y, anoche, Juan 
Ramón. En los primeros momentos del recital la vocalización no estuvo a la 
altura. Pero pronto la voz entró en calor y Carmen estuvo inmensa en las tonás, 
en los fandangos de Huelva, en el número final. Sin romperse, contenida, fiel a 
la música y a la letra. Íntima, dulce, elegante. A ello debemos sumar su enorme 
capacidad para llenar un escenario de sencillez y elegancia.
Juan Vergillos | Actualizado 24.09.2008
Un hombre y su 
verdad
El guitarrista 
onubense Juan Carlos Romero, que ha producido trabajos para Arcángel y Poveda, 
publica su tercer y más conmovedor disco como solista
 Juan 
Carlos Romero. Con José Mercé, La Susi, José Valencia, Alexis Lefevre y Mama 
Carmen. Producido por Juan Carlos Romero. Karonte. Juan Carlos Romero (Huelva, 
1964) fue la sorpresa mayor de la última Bienal de Flamenco de Sevilla. Y no 
porque sea un recién llegado, precisamente. Ahora publica su tercer disco en 
solitario, Agua encendida. No obstante, nos encontramos un Romero distinto del 
que nos tenía acostumbrados. Esta nueva madurez de la guitarra flamenca quiere 
decir que ya no necesita mostrarse con los velos de ninguna retórica: ni el 
virtuosismo, ni el frenesí rítmico, ni la calidez melódica. La emoción, pura, 
dura. El discurso musical de Romero es contenido, austero en sus formas, y se ha 
desprovisto de cierto lastre intelectual. En Sube la marea cuenta con el único 
acompañamiento de percusión y palmas, mientras que en El vino de la herida, la 
segunda entrega buleaera que contiene el disco, hace acto de presencia el cante 
de La Susi. Es ésta una bulería menos frenética, con guiños a tonos mayores y a 
la canción flamenca en la voz y los estribillos. El guitarrista se apoya en la 
pura fisicidad del instrumento: se recrea en el rasgueo por el rasgueo, deja que 
la madera suene a tierra y también a metales, a melodía
Juan 
Carlos Romero. Con José Mercé, La Susi, José Valencia, Alexis Lefevre y Mama 
Carmen. Producido por Juan Carlos Romero. Karonte. Juan Carlos Romero (Huelva, 
1964) fue la sorpresa mayor de la última Bienal de Flamenco de Sevilla. Y no 
porque sea un recién llegado, precisamente. Ahora publica su tercer disco en 
solitario, Agua encendida. No obstante, nos encontramos un Romero distinto del 
que nos tenía acostumbrados. Esta nueva madurez de la guitarra flamenca quiere 
decir que ya no necesita mostrarse con los velos de ninguna retórica: ni el 
virtuosismo, ni el frenesí rítmico, ni la calidez melódica. La emoción, pura, 
dura. El discurso musical de Romero es contenido, austero en sus formas, y se ha 
desprovisto de cierto lastre intelectual. En Sube la marea cuenta con el único 
acompañamiento de percusión y palmas, mientras que en El vino de la herida, la 
segunda entrega buleaera que contiene el disco, hace acto de presencia el cante 
de La Susi. Es ésta una bulería menos frenética, con guiños a tonos mayores y a 
la canción flamenca en la voz y los estribillos. El guitarrista se apoya en la 
pura fisicidad del instrumento: se recrea en el rasgueo por el rasgueo, deja que 
la madera suene a tierra y también a metales, a melodía
 condensada 
por el tiempo. Con todos los arreglos aparentemente convencionales que contiene, 
estribillos corales incluidos, el contexto en el que se sitúan, el desierto, los 
hacen aparecer como recién nacidos, inventados. Y la melodía que se demora, que 
se hace más y más remolona. La calidez de la voz de La Susi es el contraste 
perfecto para la crudeza insoportable de la guitarra, de la escala flamenca. 
Seguramente a usted le ocurrirá como a mí, que no podrá escuchar el álbum del 
tirón. Tanta intensidad exige un respiro, de cuando en cuando. Sigamos adelante, 
pues: Portalillo del zapatero a ritmo de cantiñas, incluso con bajo eléctrico, 
coros y violín: ni eso molesta. Porque la voz todopoderosa de José Valencia nos 
embadurna de barro lebrijano. Alexis Lefevre se hace más esencial que nunca, por 
contagio, haciéndonos guiños con los tonos mayores y destilando cada nota, en 
lugar de pasar por encima de ellas. Dar a cada cosa de este mundo, de este 
disco, su sitio; esa es la virtud enorme de esta obra, de un hombre que ha 
llegado a una verdad: la acumulación habitualmente resta. Es sin duda el corte 
en el que la influencia maestra de Manolo Sanlúcar se hace más patente. El disco 
tiene dos soleares: la primera, sentimental, rota, es una brutal declaración de 
amor en la voz de José Mercé. La segunda, más clásica y solemne, pura guitarra 
solista, estricta en su contundencia rítmica y sin concesiones, es decir, fiel 
al cien por cien al sabor tradicional de este palo. Eso sí, con los sonidos, 
metálicos, estridentes en ocasiones, de hoy. Una soleá que conoce el olor de los 
cuerpos quemados de Auschwitz con un amplio despliegue técnico también de 
trémolos, con un final abierto. Esencial en su discurso y desbordante en su 
sentido absolutamente contemporáneo. Este disco, de evidente corte clásico, no 
cae jamás en arcaísmos o en falsas nostalgias.  La seguiriya es una bulería a 
ritmo de seguiriyas con el compás seguro, poderoso, de Tino di Geraldo en el 
cajón y el pandero. Más tierra, más danza del pueblo estilizada. Es la faceta 
más contemporánea de este guitarrista que, en consonancia con los tiempos, 
resulta tan inquietante, o más, en los estilos llamados festeros que en los 
otros. Claro que desde Paco de Lucía-Camarón está distinción se volvió 
inoperante. Porque la contundencia se desprende, también, del arrollador impulso 
rítmico.  En la rondeña se recrea el tocaor en la pura melodía, arrastrada hasta 
sus últimas consecuencias sin presiones de tiempo o compás y con la emoción 
siempre contenida. Y la nana: la voz del pueblo, no profesional, para una 
miniatura musical espeluznante, tan clásica como inclasificable.
condensada 
por el tiempo. Con todos los arreglos aparentemente convencionales que contiene, 
estribillos corales incluidos, el contexto en el que se sitúan, el desierto, los 
hacen aparecer como recién nacidos, inventados. Y la melodía que se demora, que 
se hace más y más remolona. La calidez de la voz de La Susi es el contraste 
perfecto para la crudeza insoportable de la guitarra, de la escala flamenca. 
Seguramente a usted le ocurrirá como a mí, que no podrá escuchar el álbum del 
tirón. Tanta intensidad exige un respiro, de cuando en cuando. Sigamos adelante, 
pues: Portalillo del zapatero a ritmo de cantiñas, incluso con bajo eléctrico, 
coros y violín: ni eso molesta. Porque la voz todopoderosa de José Valencia nos 
embadurna de barro lebrijano. Alexis Lefevre se hace más esencial que nunca, por 
contagio, haciéndonos guiños con los tonos mayores y destilando cada nota, en 
lugar de pasar por encima de ellas. Dar a cada cosa de este mundo, de este 
disco, su sitio; esa es la virtud enorme de esta obra, de un hombre que ha 
llegado a una verdad: la acumulación habitualmente resta. Es sin duda el corte 
en el que la influencia maestra de Manolo Sanlúcar se hace más patente. El disco 
tiene dos soleares: la primera, sentimental, rota, es una brutal declaración de 
amor en la voz de José Mercé. La segunda, más clásica y solemne, pura guitarra 
solista, estricta en su contundencia rítmica y sin concesiones, es decir, fiel 
al cien por cien al sabor tradicional de este palo. Eso sí, con los sonidos, 
metálicos, estridentes en ocasiones, de hoy. Una soleá que conoce el olor de los 
cuerpos quemados de Auschwitz con un amplio despliegue técnico también de 
trémolos, con un final abierto. Esencial en su discurso y desbordante en su 
sentido absolutamente contemporáneo. Este disco, de evidente corte clásico, no 
cae jamás en arcaísmos o en falsas nostalgias.  La seguiriya es una bulería a 
ritmo de seguiriyas con el compás seguro, poderoso, de Tino di Geraldo en el 
cajón y el pandero. Más tierra, más danza del pueblo estilizada. Es la faceta 
más contemporánea de este guitarrista que, en consonancia con los tiempos, 
resulta tan inquietante, o más, en los estilos llamados festeros que en los 
otros. Claro que desde Paco de Lucía-Camarón está distinción se volvió 
inoperante. Porque la contundencia se desprende, también, del arrollador impulso 
rítmico.  En la rondeña se recrea el tocaor en la pura melodía, arrastrada hasta 
sus últimas consecuencias sin presiones de tiempo o compás y con la emoción 
siempre contenida. Y la nana: la voz del pueblo, no profesional, para una 
miniatura musical espeluznante, tan clásica como inclasificable.
Juan Vergillos | Actualizado 17.02.2011 - Juan Carlos Romero, acompañando a 
su paisano Arcángel.
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| Datos Tomados de su propia Web, http://www.juancarlosromero.info/ Poema de José Maria Ruiz Fuentes | 
| El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 | 

