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SEBASTIÁN “PEROLINO” - GUITARRISTAS |
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SEBASTIÁN “PEROLINO”
SEBASTIÁN MARTÍN FRANCO, guitarrista de flamenco, más conocido en el mundo de la historia del arte de la guitarra flamenca con el nombre artístico de SEBASTIÁN “PEROLINO”, nació en Alosno (Huelva) en el año de 1916, murió en 1989 en Alosno, siendo su principal virtud el compás. De él dice Carlos Carpintero que “le venía la casta por línea de su abuelo y madre la afición a la guitarra. Su madre cantaba y se acompañaba. Fue excelente en el punteo de sevillanas, sobre todo en las de su maestro
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Tocó en la película “Puebla de las mujeres” junto al Pinche. En esa valoración d
la justeza del compás se cuenta que cuando había penuria económica, a falta d
uitarra que lo marcara, servían para ello los canutillos de los sombreros de
paja rasgueándolos como si fueran cuerdas sordas. Quizás la exigencia de
Sebastián pudiera ser la característica más importante de los toques de Alosno,
que no requieren florituras, sino simple acompañamiento, para ir llevando la
voz”:
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La guitarra es una lengua parece una brujería hay que saberla escuchar ¡Qué un
madero diga tanto y tantos no digan “ná”! Guitarrilla de mi vida cuántas
nochecitas juntos tú venga darle al metal yo venga sacarte fruto y el resto
venga cantar.
Sebastián hablaba de Bartolomé el Pinche, otro grande de la guitarra, que vendía pasteles por las casas para poder vivir. Memoraba Perolino que antes, en el Alosno, se tocaba con cuerdas de "lauses", metálicas; valía una guitarra trece pesetas, veinte las de Valencia, y por el viaje, veinticinco. Los días de fiesta, la mayoría de los alosneros sacaban las suyas y amanecían las calles regadas de mangos, puentes y cuerdas; la guitarra servía para una noche.
Con el Pinche, Sebastián fué el último tocador con cuerdas de acero: <...hoy ya no merece la pena lo del metal, pero antes decía- la guitarra que sonaba con este tipo de cuerdas daba a los cantes su aire justo, especialmente a los canés, porque donde cantaban treinta hombres, ése sonido metálico podía con todos. El Pinche nunca llegó a tocar con cuerdas que no fueran de metal, con las uñas desgastadas, sangrando por los dedos, y así le dio categoría a los toques de Alosno>
Una vez fueron juntos a Madrid, me contó la última vez que lo ví, <... y nos montamos en un tranvía; como en cada parada escuchábamos decir al conductor: Velázquez, Goya, Alonso Martínez, y la gente se bajaba en ellas, nos quedamos hasta el final, y así que llegamos a la cochera nos preguntó el chófer: Sebastián venía de casta por línea de abuelo y madre; ésta se cantaba y se acompañaba. Para él, el compás era la esencia; no aceptaba a los guitarristas que no se ajustaran , por muy largos que fuesen. Decía que <... los toques, contra más asentaos, mejor>:
En esa valoración de la justeza en el compás se cuenta que cuando había penuria económica, a falta de guitarra que los marcara, servían para ello los canutillos de los sombreros de paja, rasgueándolos como si fueran cuerdas sordas. Quizás la exigencia de Sebastián pudiera señalarse como característica de los toques de Alosno, que no requieren florituras, sino compaña simple, ir con la voz; puede que por eso se le cante a la guitarra como a ese ser que va con todos, nada pide y todo lo da:
Si el Pinche fue compañero de guitarra, el maestro de Perolino fue Fernando Camisa, Guitarrero de seguidillas y de fandangos, aunque le faltaba el dedo mayor de la mano derecha. La mujer era Manuela Pocito. Elle cantaba: Contaba Sebastián de Fernando que estuvo en los consumos en Madrid, Y su visión de consumista era ésta: La guitarra, ese <... pozo con viento en vez de agua> para Gerardo Diego, que <... llora flecha sin blanco, la tarde sin mañana> para Federico, tiene en Alosno su cola lírica, pequeñas historias que los hombres como Sebastián Perolino iban escribiendo a golpe de compás, no en balde era la compañera natural, inseparable, de cualquier cante: Sebastián, esta vez, la última, me ha ido solo y sin guitarra a ese viaje sin retorno, dejando algo más mudo al Alosno, hasta que tanta ausencia sabia lo silencie del todo.
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El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |