FLAVIO RODRIGUES
FLAVIO RODRIGUES, guitarrista Brasileño de la guitarra flamenca, más conocido en el mundo entero con su propio nombre artístico de FLAVIO RODRIGUES, nació en Sao Paulo, Brasil el día 12 de Abril del año 1979, procedente de una familia de excelentes músicos, inicia sus estudios musicales de guitarra junto a su padre, a los cinco años de edad. En 1992, ingresa en la Escuela Libre de música "Groove", donde realiza estudios de Música Popular Brasileña y Jazz con el maestro Leyve Miranda durante tres años.
Lamentos de una guitarra,
que el tocaor con sus dedos
le transmite sus penas,
un grito que se desgarra
entre sus cuerdas,
deshojando el llanto
que lleva dentro de su alma.
Sus notas suenan a tristeza y dolor
que el tocaor se lo calla,
para que nadie sepa
el dolor que le atormenta.
Su guitarra le acompaña
para aliviar sus penas,
las manos con sus cuerdas
las dos se abrazan,
en el silencio de la noche
o de la madrugada,
nadie sabe en que momento
se siente esa gran nostalgia.
Al mismo tiempo, en agosto de 1994, empieza a estudiar guitarra flamenca en el Centro Flamenco Pepe de Córdoba (Sao Paulo- Brasil.), con el profesor y guitarrista Fernando de la Rua. En 1998, realiza su primer viaje a España, donde tuvo la oportunidad de estudiar con tres grandes maestros de la guitarra flamenca: Manolo Sanlúcar, Gerardo Núñez, y Rafael Riqueni, residiendo en Madrid un año.
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En el año 2000, fija residencia en Madrid donde inicia una nueva etapa de su
carrera artística, trabajando y compartiendo escenario con grandes figuras del
flamenco como Rafael Amargo, Manuel Reyes, Agustín Carbonell "Bola", Antonio
Canales, etc.
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O mundo fala
flamenco
El guitarrista
brasileño Flavio Rodrigues, director musical de Rafael Amargo, publica su primer
disco como solista
Hay una cosa con la que no estoy de acuerdo con las notas de este disco: el
considerar a la toná el "estilo más primitivo y más puro del cante jondo". No
obstante Rodrigues, que es guitarrista y también canta, hece el estilo a capella
dignamente. Más me gustan las batuquerías que abren la obra o las bulerías de
Sao Paulo, en el más puro estilo frenético jerezano. Rodrigues muestra solvencia
en su uso de la escala modal flamenca aunque, en alguna ocasión, echo de menos
más contundencia. El tocaor se adentra pues, cuando lo hace, en los terrenos
flamencos con todas las de la ley, sin pretextos de fusión o diálogos musicales.
No digo que estos no se den: ocurren, y de manera abundente, con el uso de las
percusioes, los contratiempos y ese clásico de la bossa nova llamado Garota de
Ipanema. Un clásico mil veces oído, en varios idiomas, pero que Rodrigues
conduce suavemente hacia la canción por bulerías. En esta interpretación
mantiene intacta su fuerza, y sufre el refuerzo de las cuerdas de David Moreira.
Y es que se trata de una melodía eterna. Las variaciones corren a cargo del saxo
soprano de Giuliano Pereira, la tabla egipcia de Hossam Ramzy y la kanjira hindú
de Nantha Kumar. Me gusta mucho cómo este tocaor brasileño actualiza con
naturalidad la rondeña-zángano, con las voces de Pedro Oregón y Roberto Lorente.
Se inicia con unos estribillos masculinos para pasar luego a las melodías y
letras tradicionales. Los tangos los abre con un trémolo de granaína para
adentrarse más tarde en los estribillos tradicionales extremeños y otros de
nuevo cuño, e insistir, con acierto, en la modalidad flamenca, demostrando un
virtuosismo rítmico fascinante. En la rumba inventa nuevas melodías cantables en
tono menor, en contra de lo que habitualmente se suele hacer en este estilo,
conectando así con algunos héroes del nuevo flamenco de los 80 y 90. Incluye dos
variaciones a cargo de dos Jorges, Cerrato y Pardo, bajo y flauta, y abundante
percusión cubana. Y para héroes del nuevo flamenco, Ray Heredia, del que
Rodrigues canta y toca Lo bueno y lo malo. Es una melodía universal, con ese
arpegio hipnótico, mil veces versionada, y siempre suena fresca. Rodrigues le da
un toque pop, distanciado, alejado del énfasis característico de otras
versiones... hasta que llega el estribillo. La guajira pierde un poco su
esencia tradicional para convertirse en otra cosa. Es una pieza impresionista
que se abre con sonidos de la naturaleza brasileña y es por tanto una pieza muy
alejada de la tradición flamenca, tanto de la de finales del siglo XIX, como de
la impuesta por Escacena desde los años 20. En realidad se trata de una canción
sentimental con ritmo de tanguillo, que sólo recuerda a la guajira en las
armonías del estribillo. La colombiana se inicia en tonos menores, a diferencia
de la tradición flamenca de este palo, para pasar luego a un fuerte marcaje del
ritmo, acercando la pieza a las fórmulas contemporáneas, con la melodía clásica
patentada por Pepe Marchena para una nueva letra. El tema que da título al disco
es el único solo de esta obra. Una improvisación (así consta en los créditos) de
dos minutos y medio con un incisivo uso del bordón y los armónicos y elementos
melódicos de la granaína clásica de Ramón Montoya.
Diario de Jerez, Actualizado 06.02.2011 - El tocaor brasileño Flavio
Rodrigues (Sao Paulo, 1979).
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Datos de muy buenas fuentes, poema de José María Ruiz Fuentes |
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