PEPE MARTÍNEZ
JOSÉ MARTÍNEZ LEÓN, guitarrista payo, más conocido en el mundo del arte de la guitarra flamenca con su propio nombre de PEPE MARTÍNEZ, nació en Sevilla en el año de 1923, y murió en su misma ciudad natal de Sevilla en el 1984. Uno de los últimos seguidores directos de Ramón Montoya. Asimismo era un gran admirador del arte del Niño Ricardo.
Las seis cuerdas de la guitarra
desde la prima hasta el bordón,
suena con bonita armonía
en los dedos de su tocaor,
del maestro Pepe Martinez
que lo hace con mucha afición,
para deleite de toda España
orgullo para todo el mundo
y para toda la buena afición
Su toque muy flamenco y exquisito acompañó durante muchos años al cante de Pepe Marchena, como guitarrista muy especial de la Niña de Antequera, Valderrama, La Niña de La Puebla, etc. Era también continuador de la tradición concertista de Montoya, como se refleja en su discografía en solitario. C.D. 8.
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A Pepe Martínez tuve el placer de verle en varias ocasiones en
el Circo Price de Madrid, en estas actuaciones siempre le vi
acompañando a la Niña de Antequera, que era por lo visto su
guitarrista preferido,
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Una guitarra olvidada
El tocaor
sevillano Pepe Martínez fue un reputado concertista en Londres y París.
Fonotrón rescata uno de sus discos solistas más brillantes, de 1960
Pepe
Martínez. Grabaciones originales años 1957-1960. Calé Records. La
información biográfica que aparece en la contraportada de este disco de Pepe
Martínez (1923-1984) es la misma que leemos en todas las historias de la
guitarra flamenca. Editado por vez primera en 1960 por Hispavox, este Lp
recoge el contenido de epés aparecidos dos o tres años antes, recurso
habitual en la época. Mi primer contacto con este guitarrista, en disco, fue
el toque pulcro, refinado y sin embargo directo, que aparece en la segunda
antología de Juanito Valderrama, Una historia del cante flamenco (Belter,
1968). Mi segundo contacto con él fue el capítulo que le dedica la serie
Rito y geografía del cante emitido el 23 de julio de 1973. Sin poseer una
técnica apabullante, Martínez convence por la veracidad de su toque, que
consiste en una cierta placidez vital, en gustarse y recrearse con las notas
y los silencios, que lo acercan a la guitarra clásica. Una lección de paz y
contemplación que tendría un efecto benéfico hoy, de popularizarse, en la
guitarra flamenca, y que lo encontramos en escasos intérpretes actucales
como Alfredo Lagos o el Canito. Por su tratamiento del compás de estilos
como la guajira, tal y como escuchamos en esta obra, podemos apreciar que la
evolución rítmica de determinados estilos ha venido siempre de la guitarra,
afectando esta evolución también al cante, obviamente. Martínez afirma en
la entrevista incluida en el programa de televisión mencionado que tocó para
todos los grandes intérpretes de la segunda ópera flamenca, la de posguerra:
Marchena, Valderrama, Niña de la Puebla, Pepe Pinto, Canalejas, Manuel
Vallejo, Niña de los Peines, Jacinto Almadén, etc. Aunque señala, a
continuación, que prefiere el concertismo, carrera que llevó a cabo sobre
todo en Francia e Inglaterra. Sus inicios como concertista tienen que ver
con este último país ya que, según nos cuenta, fue a raíz del interés de un
guitarrista aficionado y discípulo suyo de aquel país que comenzó a dar
conciertos en universidades y conservatorios ingleses, grabando varios
recitales para la BBC. A raíz de ello registra un puñado de discos para
Columbia, Decca e Hispavox a finales de los 50 y primeros 60. Con todo, en
su tierra siguió siendo prácticamente un desconocido, pese a la monumental
exhibición que hizo en el disco de Valderrama arriba mencionado, con más de
50 toques diferentes, excepto para un selecto grupo de seguidores y
discípulos entre los que se encontraban los ingleses Harvey, Jones, Ted
Diggle y John Magarsliasch, que transcribió a la partitura la obra de
Martínez, transcripciones que se editaron en Francia en los años 60. Esta
disco no es sino una personal visión del tocaor del legado clásico, con
aportaciones propias en los niveles melódico, en forma de nuevas y
originales falsetas, y rítmico. La obra combina estilos más melódicos, como
tarantas y guajiras, con otros con el ritmo como protagonista como bulerías,
con acompañamiento de palmas, seguiriyas y soleares, en los que demuestra
que ser un estilista lírico no está reñido con el dominio del compás
flamenco. La base melódica y armónica de esta disco es la obra de Ramón
Montoya a la que imprime Martínez un acento rítmico muy marcado. Y todo ello
con el marchamo de la pulcritud, la elegancia, el gusto por el matiz, y el
respeto por el oyente, de manera que su discurso se ofrece con amabilidad,
con donosura, sin excesos ni distorsión alguna. Incluso las formas
tradicionalmente más agresivas, como la seguiriya, en la guitarra de
Martínez aparecen pulidas y fácilmente accesibles para el oyente. Pepe
Martínez León vivió toda su vida en la Alameda de Hércules sevillana,
donde se inicia al toque con 11 años impulsado por su madre, cantaora de
saetas aficionada. No es sin embargo hasta los 17 cuando profundiza en su
instrumento, gracias a sus vivencias en la Alameda de Hércules con los
Cepero, Pinto y compañía. Todos estos datos los oímos de su propia voz, como
digo, en la entrevista que se emitió en 1971, hecha en el salón de su casa,
con un puro en la boca y enfundado en su batín. Vemos también, en el mismo
programa, a Martínez paseando por las columnas y tomándose una cerveza en la
barra de la Norte-Andaluza.
Juan Vergillos | Actualizado 11.09.2011 - El tocaor en una de sus
sesiones para la BBC.
VIDEO |
Arte Flamenco. La Guitarra Flamenca de Pepe Martinez. |
Datos históricos recopilados, poema de José Maria Ruiz Fuentes |
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