MANUEL ALEJANDRO

 

ENTREVISTA A MANUEL ALEJANDRO

Manuel Alejandro, el coloso de la música romántica: "Mi única misión era que mis canciones se quedaran en los corazones latinos, y la he cumplido"

Los éxitos del compositor son incontables en España y Latinoamérica. Ayer recibió la Medalla de las Artes de la Comunidad de Madrid

Calibrar la dimensión histórica de Manuel Alejandro (Jerez, 1932) en la música hispanoamericana no es tarea sencilla. Si se recurre a lo numérico, son incontables los millones de discos vendidos bajo su sello creativo -solo siete millones suma Íntimamente de Emmanuel-. Si la medición es cualitativa, bastaría citar a Julio Iglesias, Rocío Jurado y Raphael -el olimpo de la canción popular sesentera y setentera nacional- o a José Luis Rodríguez El Puma, Luis Miguel y José José al otro lado del Atlántico. Buena parte de su éxito confluye en la pluma de un gaditano, reconocido ayer con la Medalla de las Artes de la Comunidad de Madrid, a quien toda una Jurado esperó tres años para parir Señora -disco que incluye Ese hombre, Algo se me fue contigo y Como yo te amo- y José José rogó para que le volviera a componer y producir otro álbum. "Mi única misión era que mis canciones se quedaran en los corazones latinos, y la he cumplido"

¿Qué importancia ha tenido la música clásica de su padre y el flamenco de Jerez para llegar hasta aquí?

Por mi madre hubiese sido médico o salinero, fíjese. Pero mi padre tenía siempre música clásica puesta y eso es lo que más me ha influido. Del flamenco he cogido sus trágicas letras, el aroma profundo que me despertaba de niño por la noche cuando pasaban por debajo de mi balcón en el barrio de Santiago.

Y en realidad le pusieron a estudiar música porque no sabían muy bien qué hacer con usted.

Sí, éramos diez hermanos y mi padre al séptimo, que era yo, y al octavo, mi hermano José María, nos puso a estudiar música porque vio que no servíamos para otra cosa, no por ser unos lumbreras. Hasta los 16 me dediqué exclusivamente a la música clásica, al piano, pero tuve una fractura en el codo y tuve que dejarlo. Ahí empecé a tontear con la literatura, con la canción, y cuando llegué a los 20 años al Conservatorio de Madrid me di cuenta de que mis compañeros me llevaban una ventaja grande. Mi padre pensaba que me iba a morir de hambre y me presentó a unas oposiciones de director de la banda de la Armada, de la Infantería de Marina, pero me tumbaron a la primera prueba porque no había hecho el servicio militar obligatorio por el brazo. Por eso seguí con las letrillas, las melodías y mamando de la música clásica.

¿Una lesión nos ha legado todo su repertorio melódico?

El primer trabajo que tuve para que mi padre no me echara para Jerez fueron las radionovelas de la Cadena Ser donde hacía efectos especiales. Echar un vaso de agua, abrir una puerta... Fíjate, tanto estudiar música para eso. Y luego entré en editoriales de música a traducir canciones inglesas, francesas, italianas, alemanas... en español. Todas las estrellas hispanas cantaban esas letras y eso me llevó a tocar el piano en bares americanos, donde mamé todas las grandes canciones del mundo.

¿Por qué la balada romántica?

Porque tocaba canciones de esa música popular, sencilla y que conocía todo el mundo. Siempre he entendido la canción para el que está emocionado o triste.

O sea desde la melancolía.

Ese siempre es el fondo, el verso de los poetas. Aunque yo nunca he sido un poeta, solo un torpe y mal escribidor de cartas de amor.

Permítame dudarlo.

Mucha gente se ha enamorado conmigo, es verdad. Esa parte enormemente romántica y profunda, que te toca las vísceras la saqué de las grandes sinfonías de Chaikovski, de Bruckner, de Mahler. Mi padre y mi madre me pusieron esa sangre dentro.

 ¿Esa sensibilidad sólo viene de la sangre o de algún otro lugar?

 Es una cosa que se trae en la sangre, no se puede entrenar, lo traes de la cuna. La cuna es lo más importante en cualquier faceta del arte, lo que has sentido desde que has nacido. Es la esencia, lo que nos hace vibrar, vivir.

¿El talento puro?

No, el talento es otra cosa, se adquiere, y con la sensibilidad se nace. No tengo duda de eso, quien no tenga sensibilidad que no se dedique a esto, ni hablar.

Rocío Jurado, Raphael, Julio Iglesias, Marisol, Nino Bravo... ¿se le ha quedado algo sin hacer?

Y los tres más grandes de América que son Emanuel Emanuel, El Puma y José José que aquí no los dejaron ni entrar. Los latinos se cansaron del desdén de España en los 60, 70 y 80. Y hoy han entrado por cojones con la bachata, la cumbia y la madre que lo parió. Son los dioses de esto y llenan todo, ahí está Romeo Santos, cantando una canción mía, Lágrimas, que todo el Bernabéu coreaba. Pues a José José no lo dejaron entrar porque decían que era un sudaca.

Entrar, entraron, pero quizás menos de lo que podría haber sido.

Ahora los han dejado entrar porque ya no hay quien pueda con ellos, han entrado en el mundo entero. ¿Sabe por qué? Porque vivían muy cerca de los gringos y estaban hartos del Pink Floyd de turno y siguieron con su música, gracias a Dios. Pero bueno si en España hasta a Raphael le costó sangre salir porque era demasiado español tampoco había opción para lo puramente español. Lo uno porque no era suyo y lo otro porque decían que había mantenido la dictadura. Quitaron de en medio la copla, nuestra canción popular por excelencia, a Juanita Reina, a la Piquer...

Coplas que en muchos casos no se sabe cómo pasaban la censura.

Pues aquí decían que mantenía la dictadura, eran tan memos que acabaron con ella. Figúrese si era así con esto, cómo sería con cosas más importantes.

¿Por qué siguió perseverando en ese tipo de canción?

Pues fue Raphael el que me dijo que no tenían criterio, un chaval de 18 años en aquella época que en su primer concierto en el teatro de La Zarzuela lo llenó hasta arriba. Y lo mismo en Londres, París, Moscú, Nueva York... en todos los grandes teatros.

Ahora, muchos artistas la están recuperando y dando valor.

En España no se da valor a la historia musical, ni a ninguna otra, no se da valor a lo que se hace aquí. Todos queremos mucho a España, pero no es verdad, siempre hemos tenido vergüenza de lo nuestro. Todavía hay críticas a gente como Raphael... A mí me costó muchísimo trabajo entrar y he visto estas flores porque he vivido hasta los 92 años, si no me voy con el rabo entre las piernas a la tumba

¿Le costó vivir de la música?

Totalmente, porque a todas esas inclinaciones hay que añadirle que la justicia española no defiende al autor. Si me hubieran defendido como los americanos lo suyo, yo hubiese vivido estupendamente. Aquí todo el mundo se escaquea con los derechos de autor y nadie paga y con la nube esta ya ni le cuento. Le pongo un ejemplo, una niña coge mi canción El muchacho de los ojos tristes y le pone El michi de los ojos tristes. Tiene millones de reproducciones y a mí no me dan nada por eso. Ahora parece que cualquiera es cantante y no saben ni de composición ni de música. Gracias a los móviles hacen sus giras, ganan sus millones y a los autores no nos dan nada.

¿Qué le falta en la composición de nuestro tiempo?

Ese oficio caerá completamente porque para la gente la música es lo que hacen cuatro muchachos sin saber de música ni de nada. Menos mal que algunos saben, como Rosalía, que conoce los palos del flamenco como nadie. Lo dice alguien del barrio de Santiago, el de los gitanos. Lo ha fusionado con bachata o con otras cosas, pero lo hace fenomenal.

¿Escucha música actual?

No la escucho, no. Lo hago si Rosalía o Alejandro Sanz sacan algo. Pero no es mi día a día, mi día a día es la música clásica. El otro día me saltó un aviso en Spotify que llevaba 1.800 horas escuchadas de Piotr Chaikovski. Si me voy a poner a escribir canciones, algo oigo, pero sigo haciendo lo que quiero y puedo.

¿Cómo trabajaba para hacer las canciones a medida a cada cantante?

La primera canción que escribí yo en mi vida fue a mi primer amor de niño y la última oficial se la hice a Alejandro Sanz. Yo no escribo canciones si no tengo una idea sobre los cantantes, mujeres u hombres, y según la imagen que dan al público. Porque si no no son creíbles, yo solo escribo palabras que son propias de su boca. Yo escribo sobre lo que la gente piensa y lo que no piensa. Luego hay que tener alguien como Rocío que lo traspasaba todo o a Raphael.

¿Cómo hacía para escribir desde una perspectiva femenina de cuestiones como el amor o el sexo para Rocío Jurado o Jeannette?

Yo creo que el hombre escribe muy bien de la mujer porque habla de ella en forma figurativa, sin límite. Hemos escrito del momento álgido del sexo de la mujer y nos moriremos sin saber lo que sienten, pero el caso es figurárselo y decir que es algo fuera de este mundo.

"Por desgracia nunca he tenido esa cosa especial ni el deseo de figurar de las estrellas. Por eso siempre he vivido de anticipos"

¿Qué importancia ha tenido su mujer en ese aspecto y en su carrera?

Mi mujer era la reina de todo, estaba en medio de todas las salsas, era mi protagonista. Todo se lo escribí a ella, con emoción y culpabilidad. Sin ella no hubiera sido nada. Yo soy aquel fue la primera canción que le escribí a mi mujer porque trabajábamos en la misma editorial, era la que pasaba las canciones a máquina. Y, un día le redacté esa en lugar de una adaptación.

 ¿Y cuál fue su reacción?

 Le dije que era mía, que era para ella y poco más me tira la Olivetti a la cabeza.

¿Echa en falta la balda romántica en nuestro tiempo?

Es que es muy difícil porque para escribir, por ejemplo, una canción como Procuro olvidarte tienes que tener un motivo o sentir algo. Estás jugueteando en el piano y te llega el clímax total, te emociones, lloras... Y ahora casi nadie tiene esa sensibilidad especial desde la cuna.

¿Por qué?

Por lo que veo en la juventud cosas como Spotify nos han llevado a que no oigan nada, solo van picando de una cosa a otra. No creo que oigan ninguna canción entera nunca, el móvil solo ha hecho la música aún más ligera y pasajera. No se queda nada, no hay sensibilidad.

Esa crítica de la fugacidad es bastante recurrente entre los artistas actuales

Antes una canción de amor se quedaba con nosotros meses y años, todo el mundo las cantaba y se la dedicaban a gente en la radio. Hoy no te aguanta nadie una canción de amor. Al año nacen millones de canciones, el otro día me dijeron el número exacto y era una vergüenza. Menos mal que tengo ya todo escrito porque ahora mismo me daría vergüenza tener que hacer algo en este mundo.

¿Por qué no siguió su carrera como cantante después de publicar tres discos?

Yo no tengo ángel para cantar ni para ponerme delante del público. No tengo ni esa cosa especial ni el deseo de figurar de las estrellas desgraciadamente. Porque esos son los que ganan dinero, nosotros no ganamos nada. Yo siempre he vivido de los anticipos. Y menos mal que han existido.

¿Ha planteado un final para su carrera?

No, no, no, yo dejaré la música porque ya no pueda más, pero estamos más cerca de saberlo, es una regla de tres. De momento en mi casa estoy viendo cómo poner un ascensor para ir al estudio. Aunque pienso que no merece la pena para el tiempo que me queda.

 

Madrid- Actualizado Lunes, 30 septiembre El compositor Manuel Alejandro ALBERTO DI LOLLI

https://www.elmundo.es/cultura/musica/2024/09/30/66fae337e85ece1c108b45b6.html

 

 

 

 

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