JAVIER LATORRE
ENTREVISTA A JAVIER LATORRE
"No hay nada más hermoso que ver cómo tus
alumnos bailan mejor que tú"
El artista afincado en Córdoba considera que el Premio Nacional de Danza constituye un "empujón" a su trayectoria y asegura que en este momento se encuentra "con más ilusión que nunca" de seguir creando
El coreógrafo y bailarín Javier Latorre (Valencia, 1963), afincado en Córdoba desde los años 80, consiguió el pasado jueves uno de los mayores reconocimientos a su trayectoria artística, el Premio Nacional de Danza en la modalidad de creación, un galardón que recibió ilusionado y que supone para él un "empujón" a sus ganas de continuar . El premio le fue concedido por su "constante preocupación por el desarrollo de la danza en España, en especial por su contribución a la evolución de la concepción coreográfica del flamenco, que incorpora elementos de la danza española y de la danza contemporánea en una exposición creativa reconocible tanto en sus creaciones para su propia compañía como para otros artistas", según el jurado.
¿Qué significa este premio para su carrera?
Es un reconocimiento maravilloso, inesperado y un premio a todo una vida dedicada a esto porque son 44 años bailando y 47 obras montadas para más de 20 compañías. Ante todo el baile es una pasión, algo que necesito para vivir y que se me reconozca de esa forma... Yo nunca he sido un personaje mediático, así que me imagino que el premio se me ha concedido por pesado o porque cae por su propio peso, una de dos .
Hacía unos años que su nombre sonaba entre los finalistas.
La verdad es que nunca he presentado candidatura personalmente, aunque sé que el año pasado o hace dos se presentó en mi nombre. Me imagino que la trayectoria hace que tu nombre esté siempre ahí presente pero realmente no me lo esperaba, y este año menos. Estoy ahora mismo flotando y recibiendo un bombardeo incesante de felicitaciones que hacen que todo lo pasado, si es que hubo momentos malos, que ahora mismo no creo recordarlos, valga la pena.
Lo han premiado por su contribución a la evolución coreográfica del flamenco. ¿Qué ha podido aportar a este arte?
He intentado aportar y sigo aportando toda la cantidad ingente de conocimientos que he recibido a lo largo de toda mi carrera. Lo que creo que puede marcar la diferencia es que esos conocimientos los he pasado por mi tamiz, por mi propia personalidad, y he tratado de plasmarlos con un sello propio. En ese sentido, mi sello hoy en día se ve tanto en mis obras con mi propia compañía como en las producciones que he montado para otras. Eso es muy gratificante para mí.
¿Ha recibido críticas por su atrevimiento?
Eso forma parte de la vida. Yo respeto todas las opiniones, lo que nunca he entendido muy bien es por qué para defender tu opinión tienes que atacar la del de enfrente. Si es así es porque pocos argumentos tienen para defender su postura. La competición de un artista no se establece con nadie sino consigo mismo y eso es lo que he intentado hacer toda mi vida y sigo intentando: competir conmigo mismo y ser mejor que yo, salvo en el terreno docente, en el que trato que mis alumnos bailen infinitamente mejor que yo, que es la mayor satisfacción del mundo.
¿En qué momento de su carrera llega este premio?
En un momento mágico porque ahora atravesamos una crisis económica que afecta no tanto al trabajo como a la repercusión de éste. Y anímica y personalmente llega en un periodo muy importante de mi vida en el que necesitaba por varios motivos un empujón como éste. Me encuentro con más ilusión que nunca, con más ganas de crear que nunca, estoy a punto de afrontar una nueva creación para el Ballet Nacional, y me voy a ver mezclado con las generaciones posteriores a mí.
¿Qué influencias ha tenido?
Mi carrera la ha marcado mucho la grandísima suerte que he tenido de haberme mezclado con la inmensa mayoría de los monstruos sagrados de generaciones anteriores a mí, como Antonio Ruiz Soler, Antonio Gades, María de Ávila, Pilar López, Luisillo... Y también de haber coincidido en el tiempo con una generación de bailarines impresionantes, sobre todo los salidos de la escuela del Ballet Nacional, como Antonio Canales, Joaquín Cortés, Javier Barón, Aida Gómez, Lola Greco... Nos criamos en el mismo ambiente y fuimos una generación bastante reseñable. Si uno tiene al alcance estos conocimientos y posibilidades lo único que puede marcar la diferencia es la capacidad de uno mismo para desarrollarlos. La avalancha de creatividad de la que fui testigo ha sido vital en mi vida.
Desde hace más de 20 años se dedica también a la docencia. ¿Qué le aporta la enseñanza?
Es mi faceta más importante, por lo menos la que más me satisface. No hay nada más hermoso que ver cómo tus alumnos bailan mejor que tú.
¿Cómo ve a las nuevas generaciones que llegan?
Con un talento impresionante. Si en los años 50 tenía mérito tener un 600, saber conducirlo y haberlo fabricado, pues ahora lo mismo pero con un Ferrari. La técnica ha avanzado una barbaridad y la creatividad y capacidad artística no es algo que vaya por épocas. En cada generación nacen cientos de personas con esa capacidad creativa, el único problema es que la inmensa mayoría no llega a descubrirla nunca.
¿Qué momento vive ahora el baile flamenco?
Para mí está en un momento impresionante, yo estoy harto de decirlo, lo único que nos hace falta es sitios donde enseñar nuestra obra, circuitos, teatros, escenarios... El tema es que uno se tira dos meses metido en un estudio para crear una obra que luego va a tener cuatro funciones de recorrido y eso es muy triste, sobre todo cuando nuestro campo de trabajo es el mundo mundial. La iniciativa privada no se da cuenta de la capacidad de negocio que tiene ante sus narices.
¿Qué proyectos tiene próximamente?
Además de colaborar con el Ballet Nacional en enero, el mes que viene me voy a Japón porque vamos a reponer La Celestina en cuatro funciones en Tokio. El 30 de noviembre también bailaré allí en un espectáculo benéfico para las víctimas de Fukushima. En Navidad daré un par de cursos en España. Y como he medio vuelto a los escenarios también tengo unas cuantas galas pendientes: en Seúl en abril, en Moscú en mayo...
Ángela Alba / Córdoba | Actualizado 22.10.2011 - El coreógrafo Javier Latorre, en la cordobesa plaza de la Corredera.
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