LUZ CASAL

 

ENTREVISTA A LUZ CASAL
 

 

  «He sufrido mucho, pero no hay que sufrir para escribir o cantar bien»  

 

La cantante gallega, que ha logrado vender más de 400.000 copias de «La pasión», un homenaje al folklore latinoamericano, vendrá a Sevilla en octubre para cantar dos veces en el Maestranza

.Luz Casal (Boimorto, La Coruña, 1958) empezó en 1981 como telonera de Miguel Ríos y no ha parado desde entonces. Ha publicado doce discos y cuatro repicolatorios, de los que ha vendido más de cinco millones de copias. Poco antes de viajar a Bahrein, donde nunca ha actuado («nunca creí que llegaría tan lejos», bromea) habla con ABC de su carrera y de su vida.

Ha vendido de «La pasión» más de 400.000 copias, casi 200.000 en Francia. ¿Me puede decir cómo lo hace en estos tiempos de pirateos digitales en los que vender 30.000 copias es ya todo un éxito?

No tengo ni idea. Estamos asistiendo a una revolución en toda regla y ahora está muy difícil vender discos. Todos tendremos que adaptarnos a las nuevas circunstancias tratando de que no haya ni vencedores ni vencidos, que no haya quien se aproveche ni quien sufra por ese aprovechamiento mal hecho.

Lo va a presentar en Sevilla en octubre en dos conciertos en el Teatro Maestranza los días 15 y 16 de octubre. ¿Ve muchas diferencias entre el público sevillano, el madrileño, el barcelonés o el parisino?

El carácter y la idiosincrasia de cada sitio marcan la forma de ser del público. El público de Sevilla no tiene nada que ver con el de Madrid o el de Lugo. Y menos aún con el de Francia o Grecia. Es muy cálido y se arrancan a tocar las palmas a la mínima. Es muy agradecido y nos gusta mucho a todos los artistas ir allí.

Lleva 30 años sobre los escenarios. ¿Ha hecho algo de lo que se haya arrepentido?

No. Lo que haya podido hacer mal no fue nada gravísimo, así que no lo lamento. De las equivocaciones aprendes para decir que ya por aquí no o para pedir perdón.

¿Qué queda de esa Luz Casal roquera, un tanto cheli y canalla, de los años ochenta que cantaba «Rufino»?

Queda más de lo que muchísima gente piensa. Al final, algunos se quedan con la anécdota porque no son capaces de profundizar. La gente habla mucho de si soy más o menos roquera y eso me hace pensar de que no conocen todas mis canciones. El rock no deja de ser una consecuencia de la influencia anglosajona en nuestra cultura y eso me lleva a dar un paso más allá y arriesgarme a experimentar otras cosas, como hice con el folklore latinoamericano en «La pasión». Me gusta abrirme a formas distintas de música. No puedo hacer en 2011 el mismo disco que en en 1982.

¿Echa de menos algo de esa época en la que era telonera de Miguel Ríos o Leño?

Yo vivo el presente. Me cuesta recuperar la memoria de esa época y de las cosas que hice o dejé de hacer.

¿La música le parece una buena terapia contra la crisis?

Para mí la música es terapia siempre y terapia para todo. Es mi manera de estar en el mundo. Es terapia, sorpresa, escape, viaje...

Sin embargo, muchas de sus canciones tienen letras muy tristes…

Sí, pero creo que tengo más canciones de esperanza que de tristeza. No veo ese sentimiento de tristeza en mi música porque esa aparente tristeza encierra una enorme carga de ironía y porque detrás de esa exposición de penas surge el mensaje de mira qué bien me lo tomo.

No obstante, muchos (y muchas) lloran con sus canciones. ¿Tuvo usted que llorar mucho antes para poder escribirlas?

Tengo la suerte de que siempre que he tenido un dolor, del tipo que sea, lo he podido encauzar a través de la música, hacia una canción o hacia una letra. Y eso me ha quitado ese peso.

En una de sus canciones repite cinco veces el estribillo «sé feliz, sé feliz, sé feliz...» ¿Nos quiere engañar o es que la felicidad, de verdad, existe?

Esa fue una canción necesaria para mí por una experiencia pasada muy fuerte y quería dejar claro a la gente que no iba a tener ninguna actitud negativa sino todo lo contrario.

Ha dicho en alguna ocasión que la enfermedad es lo mejor que le ha pasado. ¿De veras lo sigue pensando?

Sí, lo sigo pensando, pero dicho así, suena casi frívolo, pero me refería a que de las experiencias fuertes se sale fortalecido. Yo me tomo así las grandes experiencias, por dolorosas que hayan sido. Y he visto que me han dado más cosas de las que me han quitado.

También ha dicho usted que se canta y se escribe mejor después de una herida.

Cantar sobre la alegría no es suficiente. Y después de una herida es más fácil llegar al otro.

¿Ustedes los artistas tienen que sufrir mucho para ser productivos?

Yo creo que no se debe sufrir en ninguna profesión y que hay que intentar evitarlo. Lo que sí debe tener un artista es una mayor sensibilidad para ser capaz de llegar al otro con las cosas que dice, escribe o pinta.

¿Los palos más grandes que te da la vida son los mejores para que uno saque lo mejor de sí mismo, la fuerza que uno no sabía siquiera que tenía dentro?

Sí, pero no creo que haya que apuntarse a los palos. Yo he sufrido, mucho pero no creo que haya que sufrir para escribir o cantar bien.

En «Vida tóxica» hablaba de algunos medicamentos que tuvo que tomar cuando se trató contra un cáncer. ¿No cree que el cariño no es tan importante como el mejor fármaco?

Sí, absolutamente. Sentirse querido es como alimentarse y no tener ese alimento te convierte en un ser famélico y dependiente.

Al cáncer le suele usted llamar «viaje», ¿por qué?

Porque lo es. Está lleno de sobresaltos. Es una experiencia fuerte que si tú le sacas partido puede ser una experiencia aleccionadora. Y para mí eso es un viaje.

¿Y qué le quitó ese viaje, aparte de agudeza visual?

Me tuve que poner gafas tras el tratamiento y perdí alguna otra cosa más, pero prefiero no hablar de ello. Prefiero decir que todo lo malo se puede revertir y convertir, si no en algo bueno, al menos en algo menos malo.

¿Cuándo uno cae hasta donde ese nivel donde uno piensa que no se podía caer, a qué se puede agarrar?

A la gente que te protege, que te cuida, a la que te tiene cariño. En mi caso yo me agarré también a la música.

¿No tiene miedo a la muerte?

No, creo que no.

¿Y ese valor le viene de familia, o de dónde?

No sé de dónde viene, pero el caso es que no le tengo miedo.

El joven escritor Christian (Ewan McGregor) le dice en «Moulin Rouge» a la cabaretera Satine (Nicole Kidman) que «amar y ser correspondido es lo más grande en la vida». ¿Está de acuerdo con Christian o le parece que exagera un poco?

Estoy de acuerdo con él. Incluso cuando no eres correspondido, también es bueno amar. «Si aprendo mucho, de viejecita tal vez me atreva con el flamenco»

¿Le gusta el flamenco?

Me encanta. De toda la vida. Anoche me acosté escuchando a Carmen Linares.

¿No le apetece hacer un dueto con algún flamenco?

El flamenco es algo muy serio y no soy tan arrogante. A lo mejor cuando sea viejecita y haya aprendido mucho...

¿Canta sola en la ducha?

No, pero sí hago algunas melodías y ejercicios.

¿Cómo ve el futuro de España, en pocas palabras?

Esperanzador, a pesar de todo.

En Sevilla se han cambiado los nombres de algunas calles y un juez ha dicho que no había razón.¿Nos hemos pasado con la memoria histórica?

Prefiero no hablar de eso porque paso mucho tiempo fuera de España y no tengo mucha información sobre ese tema.

A Rafa Nadal le silban en Roland Garros, sin embargo, a usted la adoran en París. ¿Cómo lo ha conseguido?

Voy mucho a Francia desde 1991 y me lo he currado mucho. El público francés es muy entendido musicalmente y se estudia mucha música en las escuelas. De tenis no sé mucho.

 

jesús álvarez / Sevilla. Día 24/09/2011

http://www.abcdesevilla.es/20110925/cultura-musica/sevi-casal-sufrido-mucho-pero-201109242344.html

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