ROJO EL
ALPARGATERO
ANTONIO GRAU MORA,
cantaor payo, más conocido con el nombre
artístico de el ROJO EL ALPARGATERO, nació en Callosa de Segura
(Alicante) en 1847 y murió en La Unión (Murcia) en el 1907. El sobrenombre era
debido al color de su pelo y alpargatero por su dedicación a su trabajo, Hizo
el servicio militar en Málaga, donde comenzó a iniciase en la afición al
flamenco.
Todos los cantes mineros
Lloraron con mucha pena,
cuando dejo de existir
su maestro el Alpargatero,
todas las campanas al vuelo
replicaron a gloria
porque saben que en el cielo
sigue cantando a
los Ángeles
el Rojo el Alpargatero.
Se establece en La Unión donde monta una posada, cambiando luego el negocio a café cantante, en el que actuaron artistas muy famosos de esa época gloriosa del flamenco, como Don Antonio Chacón, con quien le unía una gran amistad, y compartió conocimientos con todos los cantaores mineros de la comarca. Ha quedado en el recuerdo como un maestro del cante de Levante, especialmente por tarantas y cartageneras. cante levantino y minero, pertenecen a los Fandangos de Cartagena, de la provincia de Murcia, hubo un cantaor muy conocido llamado El Rojo el Alpargatero, que vivió en la Unión (Murcia), fue el primero que dio a conocer estos cantes, como escuela propia a finales del siglo XIX Se cuenta que fijó la minera y fue decisivo para la formación de los Cantes de Levante. Su hijo, Antonio Grau Dauset, heredó su arte y lo transmitió a grande cantaores como a Antonio Piñana.
Vista de los campos de las minas de la Unión (Murcia)
El Rojo El Alpargatero cultiva el hermoso estilo de la región a que pertenece, marcando su propio sello, engrandeciéndolo en parte, en un estilo creativo, a las variaciones que le imponían su temperamento de sentir el flamenco,. Las arrogantes violencias de su carácter le hicieron ser respetado por los demás; con esto, que ya es una victoria, y no pequeña, se encontró andando el camino que tenía que recorrer; la otra mitad se la abreviaron notablemente sus condiciones de cantaor, realizando una labor tan brillante y tan acabada como la que más, y que es suya, exclusivamente suya, sin que para llevarla a su fin haya pedido los materiales a nadie..
Teatro del festival de las minas en plena actuación |
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Se cuenta que al Rojo el Apargatero
le gustaba mucho ponerse por la mañana temprano en la ventana de su casa para
ver la marcha de los mineros que solían ir cantando algún cante minero cuando
iban a su trabajo. Así fue como engrandeció su impulso creador que llevaba
dentro, que le sirvieron para aprender los cantes mineros, creando con su
personalidad nuevos tonos y formas. Llegando a la mayor superación de grandeza..
La historia de un mito de los cantes mineros
Gelardo documenta la vida de un clásico cantaor murciano, El Rojo el
Alpargatero, configurador de dichos estilos Esta es la historia documentada de
un personaje clave y enigmático dentro de un capítulo clave y enigmático de este
arte. Me refiero al Rojo el Alpargatero, tenido en la tradición oral como
configurador actual del cante de las minas (tarantas, cartageneras, mineras,
etc.). Y algo más. Mucho más. Este libro es también la historia de la familia
del Rojo, la familia Grau. Los hijos de El Rojo el Alpargatero también
estuvieron vinculados a este arte, en especial Antonio Grau Dasset, cantaor y
trasmisor de los estilos de su padre a Antonio Piñana, el gran patriarca
contemporáneo de estos cantes. Antonio Grau Dasset fue también profesor y
director de un colegio de primaria y sus peripecias por Estambul, París, la
Rusia de Rasputín y de la revolución, Japón, China, etc., son dignas de una
novela de Verne. La historia, documental y documentada, del Rojo, según la
cuenta este libro, es también la historia del cante en la Sierra Minera, en
Cartagena y La Unión. Es la historia de la fecunda escuela de El Rojo, donde
descuella Emilia La Satisfecha. Es la historia de los flamencos murcianos, entre
los que sobresale la figura del bailaor cartagenero Juan Martínez, cuyas
andanzas, paralelas a las de Antonio Grau Dasset (que era cantaor del conjunto
de Martínez), narra nuestro paisano Manuel Chaves Nogales en la novela El
maestro Juan Martínez que estaba allí: Andanzas de un bailarín de flamenco en la
Rusia revolucionaria. En la novela, publicada en 1934, se han cambiado datos
y fechas y se han eliminado algunos de los personajes reales. Como el propio
Antonio Grau Dasset, que además de cantaor fue discípulo aventajado del
transformista parisino Frégoli, y que estableció su Café Cantante y de
variedades en la calle Lepic de París. La historia de este libro es también la
de la ascensión y caída de la Sierra Minera, la riqueza súbita que el
descubrimiento de los metales proporcionó a la sierra cartagenera, y la rápida
crisis económica que sobrevino.Y todo ello, como digo, a través de los
testimonios documentales de la época, los periódicos murcianos del momento,
testigos fieles de los hechos. Porque Gelardo utiliza el mismo método de
investigación y escritura flamenca desde hace años, reconstruir una probable
historia de este arte a partir de los testimonios que se conservan, en la línea
de las obras los años noventa de José Luis Ortiz Nuevo. Así encontramos
testimonios que nos presentan a Antonio Grau Mora (1847-1907), el Rojo el
Alpargatero (rojo por pelirrojo y alpargatero por el oficio de zapatero que
durante unos años ejerció en Málaga) como el maestro y configurador de los
cantes levantinos que la tradición oral nos asegura que fue. Seguimos sus
peripecias desde su Callosa del Segura (Alicante) natal y su periplo como
cantaor (y zapatero) por los Cafés Cantantes de Málaga, Almería, Madrid,
Sevilla, Cartagena y La Unión, donde finalmente se establece como empresario
hostelero y cantaor, y donde muere en los inicios del siglo XX.
Actualizado 09.01.2008
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Homenaje a Rojo el Alpargatero |
Autor: José María Ruiz Fuentes |
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