ANTONIO MOLINA
ANTONIO MOLINA DE HOCES, cantaor y cancionero payo, más conocido mundialmente en el arte del cante flamenco con su propio nombre artístico de ANTONIO MOLINA, nace en Málaga el día 9 de Marzo del año de 1928, y murió en Madrid el 18 de marzo de 1992. Fue enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid, donde miles de seguidores le acompañaron en su ultimo adiós. Antonio Molina era de una familia muy pobre y humilde, comienza a trabajar a la edad de diez años para ayudar a su familia, en diversos oficios, cuidador de piaras, repartidor de leche, etc. Se viene a Madrid a la edad de catorce años a trabajar y probar fortuna, en lo que buenamente se le presentara, hasta que se presenta en un concurso de Radio España, quedando finalista y siendo contratado para actuar en varias compañías.
La voz más bonita y hermosa
la tuvo este genial cantaor
llamado Antonio Molina,
una voz prodigiosa que dios le dio
para el cante y orgullo
de nuestra perfecta canción,
también cantaor de flamenco
expresando sus cantes
con mucha sabiduría y talento,
para sus pregones y guajiras
fue único por su poderío de voz
bien decir que nadie pudo igualar,
la afición lo tendrá en el recuerdo
para toda la eternidad.
El éxito le llegó a principios de la década de los cincuenta, con canciones como Soy minero, Caballito bandolero, el Macetero, La estudiantina, Adiós España y Yo quiero ser matador. También participó en varias películas, El pescador de coplas, (1953), Esa voz es una mina (1955), Malagueña (1955), La hija de Juan Simón (1956), Café de Chinitas (1957), El Cristo de los Faroles (1957)
Antonio Molina se presento en su primer debut para darse
a conocer en el Teatro Español de Tetuán (Marruecos) siendo protectorado
Español,
allá por los años cincuenta y dos, donde fue muy bien acogido. Estuvo
durante mucho tiempo junto con Juanito Valderrama formando espectáculos. Molina
tenia una voz alta y brillante, de la que quizás abusó hasta perderla
prematuramente, gozó de gran popularidad al frente de numerosos espectáculos
teatrales. Después de unos años retirado regresa de nuevo en 1986.
|
|
En Madrid en la calle
Guzmán el Bueno monta su propia Cafetería con el nombre de Antonio Molina, donde
es regenteada por muy buenos amigos y personal de toda las índoles, es querido y
apreciado por todo el mundo por su bondad y sencillez.
|
|
En 1989 se vio obligado de retirarse de la canción tras el diagnostico medico de
una fibrosis pulmonar, dedicándose a una vida familiar.
|
|
|
|
Una gran antología conmemora el 80º aniversario
del nacimiento de Antonio Molina
Intérprete de canciones como 'Adiós a
España', 'Soy minero' o 'Yo quiero ser mataor'
MADRID.- Hace 80 años, Antonio Molina nació en un modesto barrio malagueño.
Aficionado a cantar desde niño, pocos podrían aventurar que aquel pequeño de voz
aguda no tardaría en convertirse en uno de los grandes ídolos de la canción
española en la mitad del pasado siglo. "Desde 1950, durante 15 años, dejó la
impronta de su finísima voz, de sus falsetes larguísimos. Nadie cantó como él,
en su inimitable estilo. Lo suyo era una mezcla de cante flamenco y canción
andaluza interpretado con una voz de prodigiosas facultades", dice el crítico
Ángel Álvarez Caballero.Canciones como 'Adiós a España', 'Soy minero', 'Yo
quiero ser mataor' o 'Cocinero Cocinero', están impresas en la memoria de varias
generaciones y en la historia de la música popular española. Para conmemorar el
80º aniversario del nacimiento de Antonio Molina, el 25 de marzo se publica una
gran antología de su obra en la que, junto a sus 40 canciones más populares, se
incluye un DVD que por primera vez recoge actuaciones del artista en televisión
y una entrevista. Antonio Molina nació en el barrio de Huelín, también conocido
como 'de las fatigas', de Málaga el 9 de marzo de 1928. De familia humilde,
comenzó a trabajar desde los 10 años como repartidor de leche, cuidador de
cerdos y conejos, camarero, aprendiz de tapicero... Ya en Madrid, en 1949 se
presentó a un concurso de radio, ganó el primer premio de 150 pesetas y un
contrato discográfico con 'La Voz de su Amo'. Su primer EP con cuatro canciones
contenía 'El agua del avellano' y 'El macetero', que aparecen en esta antología.
En 1952 debutó en Madrid con el espectáculo 'Así es mi cante' y en 1953
protagonizó su primera película, 'El pescador de coplas', en la que interpretaba
temas como 'Yo quiero ser mataor' y 'Adiós a España', dos pasodobles que
situaron a Antonio Molina en la cima de la popularidad. El éxito continuó con
nuevos espectáculos y películas, a ritmo de una por año, de las que salieron
canciones como 'Soy minero', 'Soy un pobre presidiario', 'Si a ti te llaman
Consuelo', 'Mi rosa morena', 'La hija de Juan Simón' o 'María de los Remedios'.
Son grandes éxitos de los años 50 y 60 del pasado siglo, cuando Antonio Molina
vivió su época dorada como gran estrella de la música española. Sus canciones
sonaban constantemente en la radio y fue el primero en actuar en plazas de toros
ante más 10.000 personas
Actualizado jueves 06/03/2008 18:59 (CET) ELMUNDO.ES
El falsete más divino era él
Antonio Molina habría cumplido hoy 80
años · Su legado en la copla y el flamenco se mantiene intacto, aunque nadie ha
sido capaz de imitar la habilidad de su voz
Convertida en alivio y escape, a veces arrimada a la maestría y otras al
escarnio, la música popular española que despertó tras la Guerra Civil tuvo
también a sus virtuosos, artistas humildes cuyas cualidades innatas les habrían
conducido, en otras circunstancias, por derroteros mucho más selectos, pero que
terminaron prestando sus habilidades a la copla y al flamenco, que ganaron así
grandes momentos de gloria. El registro vocal de Antonio Molina resultaba
abrumador y lo resulta todavía hoy: basta escucharle en algunos de sus discos o
películas para comprender que gran parte de lo que un cantante de postín debe
aprender acerca de entonación, impostación y respiración él ya lo traía
incorporado de casa. En su boca, el falsete se convirtió en asunto de Estado.
Hoy, 9 de marzo, el malagueño habría cumplido 80 años. Una oportunidad, como
cualquier otra, para recordarle y rendirle homenaje. El prodigioso timbre de
Antonio Molina pudo haberse convertido en carne de cañón para los explotadores
de la industria cultural de la época, pero, lejos de quedar en bluf, su ascenso
al éxito fue medido y requirió iguales dosis de paciencia y dedicación.
Consciente de sus posibilidades, Antonio Molina de Hoces abandonó Málaga y se
trasladó a Madrid en 1942, con sólo 14 años. En plena época de los niños
prodigio, y por mucho que aún fuera un chaval indefenso ante el mundo, sus
virtudes apuntaban a otros territorios. Su primera gran oportunidad tardaría en
llegar casi diez años: en 1951 ganó un concurso para artistas noveles en Radio
España y participó en su primera película, El macetero. En 1952 firmó su primer
contrato serio, como protagonista en el Teatro Fuencarral, pero el mejor aliado
de Antonio Molina fue la radio. La difusión de sus canciones extendió su fama
por todas partes y pronto aquel muchacho con pinta de debilucho, armado con una
voz por la que parecía cantar el mismo Dios, se convirtió en símbolo de una
España que necesitaba recomponerse para evitar volver a caer en el foso. De
alguna forma, el portentoso falsete prometió en los años 50 el pan que llegaría
en los 60 de la mano del turismo: hablarán de nosotros y de nuestro tiempo, nos
recordarán cuando todo esto acabe. Antonio Molina no era Maria Callas ni Enrico
Caruso, pero pudo haberlo sido. La copla era la moneda de cambio habitual en
España y a ella consagró sus formidables agudos. Ya en 1954 debutó con un
espectáculo propio, Hechizo, en el Teatro Calderón. No tardarían en llegar
himnos como Soy minero, Soy un pobre presidiario, Adiós, España, Cocinero,
cocinero, Dos cruces, Gibraltar, María de los Remedios y Yo quiero ser mataor,
retratos costumbristas articulados en una voz que pudo haber conquistado
cualquier escenario del mundo. Una filmografía con diez títulos imprescindibles,
como El pescador de coplas, El Cristo de los Faroles, La hija de Juan Simón y
Esa voz es una mina, completó una de las mejores iconografías españolas del
siglo XX. Antonio Molina murió en Madrid en 1992, víctima de una fibrosis
pulmonar que se le había detectado dos años antes, justo cuando recibió un Disco
de Platino en reconocimiento a su trayectoria artística. Existe una saga de
artistas con su apellido, pero parece que el futuro hablará más de él.
Pablo Bujalance / Málaga | Actualizado 09.03.2008
Mina
de recuerdos del rey de la copla
Un pequeño museo en Loja reúne la mayor
parte del legado personal y artístico del cantante
A Carlos Ortega aún se le escapan las lágrimas cuando contempla su posesión más
preciada. Con una concentración absoluta pone sobre la mesa una pequeña caja de
madera. "El recipiente no es lo importante", afirma. Del interior, y con sumo
cuidado, coge su "joya de la corona". "Este pañuelo de seda perteneció al
maestro", cuenta y, para que conste en acta, Ortega adjunta a la explicación una
serie de fotografías en las que el cantaor Antonio Molina, el maestro, lo luce
al cuello. Objetos y recuerdos como ese pañuelo, "que no tienen precio", son
precisamente lo que hacen de este museo de Loja un lugar único. Carlos Ortega
alardea de tener la colección más completa de España sobre la vida y obra de
Antonio Molina. De hecho, ya han sido varios los coleccionistas de toda España
que han pujado por alguna de estas pertenencias y que, como manifiesta el
propietario, "nunca saldrá de esta habitación". Cada charla con Carlos Ortega
permite viajar en el tiempo. Es como si nunca se saliese del Café de Chinitas,
como si una melodía eterna continuase en la mina. Ortega es un trotamundos
bonachón, de aspecto imponente pero afable al que las circunstancias de la vida
sitúan, a él y a su museo, en Loja. Desde su soleado estudio no para de recordar
aquellos primeros encuentros con "el maestro", como él le llama. También hay
recuerdos de los primeros autógrafos y de las primeras películas que contaban
con la presencia destacada del malagueño universal. Ortega asegura que lo suyo
es "una filosofía de vida" que a veces la gente no logra entender, pero que es
compartida por los miles de seguidores que nutren el club de fans de Molina, del
que él es parte activa. En esta habitación-museo es posible encontrar de todo.
Por supuesto, sus discos, de los que no falta ninguno. Y todas las películas,
perfectamente conservadas, desde El macetero, de 1952; hasta Andalucía Chica,
del año 1988; además de los carteles anunciadores de todas los espectáculos
donde intervino Molina. Buena parte de esta colección viene directamente desde
la casa de Antonio Molina. Ortega habla con cotidianidad e los cafés que se tomó
en Madrid con el maestro, de las largas charlas con su esposa e hijos y con las
visitas sin avisar que siempre eran bien recibidas. Cuenta con ironía la
anécdota que le sucedió en la casa del cantante con unos agentes de Molina.
"Demoró la firma de esos contratos millonarios por atenderme. Decía que los
amigos que llegábamos de Barcelona nos merecíamos más respeto", recuerda para
referirse a la tremenda humanidad que tenía el coplero y el respeto que
trasmitió a sus seguidores hasta el último día de su vida. La procedencia de las
piezas son tan variopintas como sus recuerdos. "Muchas son de cuando estaba
haciendo la mili", destaca Ortega, que cumplió su servicio militar en Madrid por
afición a Antonio Molina: "Allí es donde está el rastro más grande, así que me
escapaba todas las semanas para comprar algo". Desde entonces no hay nada que
se le resista. Bueno, hubo una cosa. "Me faltaba un disco para completar mi
colección y no lo encontraba por ningún lugar", pero mi amigo Rafa del bar La
Gaviota me regaló Soy minero, su primer LP, y con el que completé la colección",
apunta. La vida del cantante malagueño ha estado envuelta en dudas en aspectos
claves, como el lugar y la fecha de su nacimiento. Ortega es la única persona, a
excepción de la propia familia, que posee una fotocopia del DNI del cantante,
que él mismo se lo entregó como muestra de gratitud por su fidelidad. "Son
muchos años detrás de él", reconoce. "Ya conocía a la familia, representantes y
hasta los productores que hacían sus películas", de ahí que ahora custodie todo
ese material. Esta pasión le llegó con tan sólo 16 años. La primera canción
escuchó del maestro fue el cha cha chá Rosa Malena, mientras que el primer
encuentro fue en 1980 en el Teatro Alegría de Sabadell. Desde entonces, tuvo una
pasión paralela, el cante, al que se dedica profesionalmente. En 1991 grabó su
primer disco, Homenaje a Antonio Molina. Desde entonces, canciones, galas y
discos que le han valido el reconocimiento de TVE con el primer premio a la
mejor interpretación de Molina.
M. É. Solís / Loja | Actualizado 15.12.2008. Fotos, Una de las imágenes más
conocidas del famoso cantante malagueño Antonio Molina, que hoy tiene en Loja
parte importante de su legado. Carlos Ortega entona una copla de Molina en su
museo de Loja.
Antonio Molina: ni minero, ni torero, cantante y actor
Su peculiar
estilo, su voz cristalina y su inconfundible falsete, le convirtieron en el
cantante más famoso de la década de los 50. Patriarca de una dinastía de
artistas, se cumplen esta semana 25 años de su muerte
‘Yo no
maldigo mi suerte porque minero nací y aunque me ronde la muerte no tengo miedo
a morir, no me da envidia el dinero porque de orgullo me llena ser el mejor
barrenero de toda Sierra Morena, de toda Sierra Morena’. Las radios de la década
de los 50 atronaban con esta y otras melodías interpretadas por Antonio Molina,
un cantante malagueño de peculiar estilo, voz cristalina e inconfundible e
interminable falsete. Aquella hambrienta España de la posguerra, ávida de
líderes, se identificaba con la voz salida de la garganta de un igual. Un hombre
cuyo sueño había sido ser torero: ‘No fui torero porque nunca tuve ocasión,
aunque el valor creo que no me hubiese faltado’... ’Creo que esa es la pasión
más grande que he tenido y tengo’. Pero el destino de Antonio era otro y podía
llenar ruedos, pero con aquellos que acuden a admirar su voz. Esta es la
historia del niño que soñó con ser torero, se hizo famoso como minero y triunfó
como cantante y actor: DE NIÑO A CANTANTE Nacido en 1930 el seno de una familia
pobre, empezó a trabajar a los diez años, repartiendo leche por las calles de su
Málaga natal. Emprendedor ya desde niño, debió dejar este oficio cuando decidió
vender botellas de leche (aguada) por su cuenta montado en un burro. De
naturaleza inquieta y rebelde, se escapó de casa dos veces, y la Guardia Civil
no fue muy conmiserativa con sus orejas. Después se escaparía en tren en varias
ocasiones. Cuidó cerdos y conejos, hasta que, muy joven, se colocó de camarero
en un bar, se fugó a Madrid con su dueña, que abandonó al marido por él, y allí
convivieron durante un tiempo. Pero, hombre inquieto, pronto cambió su condición
de ‘mantenido’ por el trabajo en una tapicería. Trabaja luego de camarero en un
bar cuando es descubierto por el maestro Legaza, que le oye canturrear de mesa
en mesa. De su mano, ingresa en una academia, en la que se instruye en la
interpretación musical, allí se gestan sus primeras creaciones. 150 PESETAS:
DESPEGUE DESDE BARCELONA Corre 1949 cuando el niño Antonio, con 19 años, gana un
concurso en Radio España de Madrid, persiguiendo por aquel entonces un sueño:
ser alguien en el cante . El premio, 150 pesetas y el coste del viaje, con los
que es bonificado en el concurso, son su pasaporte a la fama. Antonio firma un
contrato con una casa discográfica de Barcelona, con la que graba canciones ya
míticas, entre las que destacan El agua del avellano o El macetero , que dan
título a un cortometraje, que será su primer contacto con el cine. TRIUNFO ENTRE
CANDILEJAS En 1952 debuta en el madrileño teatro de Fuencarral con el
espectáculo Así es mi cante. Las composiciones del libreto copan las
programaciones radiofónicas. Pero Antonio aspira a más y pronto las salas de
teatro se le quedan pequeñas. Sabedor de su poder para congregar al público, que
le adora, monta sus espectáculos de variedades en plazas de toros, que llena sin
esfuerzo. Desde 1956 hasta 1967, recorre España y América con compañías propias
y espectáculos multitudinarios. Algunos de sus títulos son: Cuna de Coplas,
Festival de cante flamenco, Cante y toros, La copla y el cante, Llegan los
ídolos, Coplas al viento , Vendo alegría y Pregones de coplas . UNA VOZ AL
LIMITE, EL SECRETO DE SU ÉXITO Antonio Molina es uno de los pocos artistas
españoles que logra el récord de grabar más de mil títulos. La clave de su éxito
radica en: Una melodiosa y dulce voz, que le convertían en un intérprete
perfecto de la tonadilla y el cuplé, géneros ambos que triunfaban entre sus
coetáneos . Interminables falsetes, con los que alargaba las frases de sus
estribillos hasta límites nunca conocidos en un artista de su estilo. La
interpretación de un cante flamenco ligero, algo descafeinado pero agradable,
que alterna con fandangos, fandanguillos, milongas y guajiras (los llamados
cantes de ida y vuelta). Sea como fuere, su voz de ruiseñor le permite brillar
con igual acierto en todo los géneros. ¿Su verdadero secreto?: Su capacidad para
comunicar con el público. CARNE DE CELULOIDE Era Antonio Molina un hombre
atractivo de cabello espeso negro y ensortijado de grandes ojos negros y
carnosos labios y piel morena. El prototipo del galán español, en definitiva.
Sumado eso a su portentosa voz y desenvoltura frente a las cámaras, le permitió
protagonizar varias películas, algunas de enorme aceptación popular. Entre ellas
destaca Esa voz es una mina , su gran éxito personal. Pero la reposición regular
de sus títulos en pantalla nos permiten recordar aún hoy muchos otros de sus
títulos: El pescador de coplas, La hija de Juan Simón, Café de Chinitas, o
Puentes de Coplas. OCASO Y MUERTE DE LA VOZ DE LA POSGUERRA En 1967, joven aún,
decide retirarse, para dedicarse a la vida familiar. En 1986 regresa a los
escenarios. El título de su espectáculo es un premonitorio Adiós mi España . Su
reaparición fugaz en Madrid pasa desapercibida, el tiempo de Antonio ya había
pasado. El broche a su carrera lo pone en 1989 cuando definitivamente deja de
actuar en galas. El año siguiente, recibe junto a sus compañeros, entre los que
destaca el también célebre Juanito Valderrama, un preciado Disco de Platino como
reconocimiento a su trayectoria artística. Un año antes se le había
diagnosticado una fibrosis pulmonar, que se agravaría y silenciaría su voz para
siempre el 18 de marzo de 1992. Los excesos cometidos durante cuarenta años
forzando la garganta para conseguir esos falsetes que le han encumbrado le pasan
factura. Sujeto a una botella de oxígeno, de la que aspira mediante una sonda de
plástico, en el crepúsculo de sus días confiesa a la prensa: ‘No por culpa del
alcohol o el tabaco, que yo si algo bebía era una copita antes de salir a
cantar. Los excesos fueron con mi voz’. El patriarca de los Molina descansa en
paz en el cementerio de Fuencarral, barrio madrileño que le acogió durante sus
últimos años de vida. Cinco de sus ocho hijos, Ángela, Paula, Miguel, Mónica y
Noel, también se dedican a la interpretación y la música. Olivia Molina, su
nieta, también es actriz. De casta les viene a los Molina, sin duda
TERESA AMIGUET - 22/03/2017
VIDEO |
Antonio Molina - Si el Agua de tus Fuentes ,Zambra Flamenca.. |
AUDIO |
Homenaje a Antonio Molina |
Homenaje
a Antonio Molina |
|
Autor: José María Ruiz Fuentes |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |