EL MUNDO, Martes 15 de Junio de 1999
CULTURA
La Niña de la Puebla falleció ayer, a los 90 años, después de
cantar el fin de
semana en un homenaje. Iba a recibir la Medalla de las Bellas Artes
Muere la reina del cante antiguo
SEVILLA.. Dolores Jiménez Alcántara La Niña de la Puebla pasará a la mitología del cante. Ha muerto sobre el escenario cantando por soleares, su sueño flamenco. Pero lo hizo antes de tiempo. Sólo le faltaba un mes para cumplir los 91 años y unos días para recibir en Santiago de Compostela la Medalla de Oro de las Bellas Artes de manos del Rey Don Juan Carlos.
El pasado fin de semana la Peña Flamenca de
Huelva le dedicó un homenaje. Ella no dudó en subir al
escenario. La voz se le quebró, aquella voz tan templada que
contrastaba con los timbres rotos del cante desgarrado. Cayó al
suelo y fue trasladada al Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva.
Luego al Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y, ante la
gravedad de su estado, la llevaron al Hospital Carlos Haya de
Málaga. Ayer moría de una embolia cerebral a los 90 años, y más
de 70 de sabiduría flamenca.
Muchos de los artistas allegados a La Niña de la Puebla, se
trasladaron ayer a Málaga para despedir su memoria y en su
localidad natal, Puebla de Cazalla (Sevilla), sus vecinos
recibieron ayer con consternación la noticia.
Uno de sus amigos y también natural de Puebla de Cazalla, José Menese, comentaba ayer el tributo que recibió la cantaora en su pueblo, donde tiene una estatua y el recuerdo de la primera vez que escuchó su voz: Fue en los festivales de mi pueblo. Pero lo que ahora recuerdo de ella es lo que dijo en un festival en Ojén. Iba a cantar una petenera y se dirigió ál público para decirle que ese palo no tenía mal bajío, como se suele decir, lo que pasa es que nadie se atreve a cantarlo. Y tenía razón.
Admiración.
Otros artistas que la acompañaron en su historia
flamenca fueron Juanito Valderrama o los guitarristas Paco de
Antequera y Curro de Antequera. Este ultimo rescataba el
carácter enciclopédico de la Niña de la Puebla y que resumía su
gran saber de todos los cantes. De su cante, recordó la
perfección en su forma de cantar, que conocía todos los estilos
y que se pierde una figura del cante flamenco, no del pasado,
sino del presente y del futuro.
Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, en los últimos
tiempos, eran otros de los guitarristas que acompañaron su voz.
Sanlúcar subrayó que se perdía una referencia del flamenco de
ayer y destacó los estilos que cantaba con más deleite, esos
cantes de ida y vuelta, colombianas y guajiras,
que también iban con su carácter. como sus
FANDANGOS
La cantante Rocío Jurado declaró ayer a Efe que la principal
aportación de La Niña de la Puebla al cante fue su dulzura y
musicalidad. «Ella tenía», declaró Rocío Jurado, ese timbre tan
limpio con que interpretaba todos los cortes y colores del
flamenco. Su voz era cristalina, me encantaba escuchar esos
dibujos que
hacía con la voz. Yo la conocí hace tiempo, pero
ella ya era mayor, y tengo que decir que como persona era la
amabilidad personificada. Para mí fue un orgullo el día que se
acercó y reconoció mi labor como cantante.
Cultura
Desde que se trasladó a Málaga, hace ya 40 años,
vivía entregada a su familia. La ceguera que padeció desde su
infancia no le impidió disfrutar de una de sus principales
pasiones, además del flamenco, la literatura. Así, viajó muchas
veces a Madrid para adquirir libros en
Braille
de sus favoritos, Cortázar, García Márquez, Roa
Bastos o Víctor Hugo. Ese es uno de los rasgos que recordó ayer
el director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, Manuel Herrera.
Era una mujer culta. Siempre estaba leyendo. Ella representaba
el señorío en la escena por su gran personalidad interior. En
una época en la que triunfaba el grito, ella era la musicalidad
y los matices. Ha sido una pérdida irreparable para la cultura
andaluza,.Como no podía ser de otro modo, ya son varias las
peñas y asociaciones flamencas que rendirán algún homenaje a su
memoria. De momento, el alcalde de su localidad natal, Manuel
Duarte Suero, anunció que en un Pleno extraordinario se decidirá
si se establece un día de luto y la ONCE, organización que
mantenía relación con la cantaora, le dedicará también un
recuerdo.
EVA DÍAZ PÉREZ
La luz y la dulzura de una voz
La
Niña de la Puebla se ha despedido cantando por soleá. Estuvo el pasado sábado
dando un recital en Huelva y, nada más arrojar luz sobre las oscuras melodías
lebrijanas, cayó al suelo y hubo de ser trasladada a un centro hospitalario. De
ahí a Sevilla y, ante el empeoramiento, urgente traslado al Hospital Carlos
Haya de Málaga, donde falleció en la tarde de ayer a causa de una embolia
cerebral.
La Niña de la Puebla fue admirada por todos los amantes del
flamenco, fueran defensores del flamenco ortodoxo o heterodoxo. No cabe duda de
que en los últimos años el mundo flamenco le ha reconocido la actitud
imperturbable de esta gran señora del cante a la que todos tuvimos como
portadora de los sentimientos más humanos del pueblo andaluz. Conocedora, como
nadie, de todos los estilos flamencos, y especialmente, de palos en desuso que
cultivaba en ámbitos íntimos y familiares
Un poderoso y revelador instinto, no exento de una mueca de generosidad ante el cariño de la afición, le permitió a Dolores exigirse a sí misma a fin de madurar hasta el magisterio supremo. En ella, como punto de convergencia, incidió, pues, todo un cúmulo de imágenes poéticas que abrió cauce a la dulzura luminosa del cante.
Si bien a sus casi 91 años ha sido de las pocas reliquias
vivientes de la ópera flamenca, justo es recordarla ahora por la
exquisitez de su tesitura canora, con la que consiguió abordar
desde los estilos más complejos a los más livianos o menos
vistos en los últimos años.
Tras unas gafas oscuras se escondió, pues, el secreto de los campos de nuestra Andalucía. Cultura, quietud vivificadora y clarividencia ante las viejas cosas de una tierra añeja. Paradójicamente, se ha ido la Niña de la Puebla y enfrente todo sigue confuso.
MANUEL MARTÍN MARTÍN
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