GINESA ORTEGA
GINESA ORTEGA CORTES, hija de payo y gitana, conocida en el mundo del cante flamenco con el nombre su propio nombre artístico de GINESA ORTEGA, nació en Metz, Francia, en el año de 1967. Aunque nació en Francia, esta cantaora catalana de origen gitano vivió desde los pocos meses de edad en Cornellá de Llobregat (Barcelona), canta con rajo y jondura y se entrega apasionadamente al flamenco desde los doce años de edad, formada artísticamente en Cataluña, en un cante clásico de base, tiene una gran versatilidad y se interesa también por los sonidos del jazz, se integra en sus inicios en el grupo de flamenco-fusión Iberia.
Ginesa Ortega
te llaman,
Cantaora de buen poderio
por tu arte y saber del cante,
con estilo y buena solera,
te ganas a todos los públicos
y afición de España entera,
el cante lo llevas en tus venas,
que va recorriendo tu cuerpo,
con arte sabiduría y grandeza
para toda la afición que te adora
por ser una cantaora tan buena.
Entre otros y posteriormente, ha colaborado con la Orquesta del Teatre Lliure, con la compañía teatral La Fura dels Baus o con Joan Manuel Serrat, a quien acompañó en la grabación de su tema Los macarras de la moral del disco Sombras de la China (1998), posteriormente Ginesa Ortega ha homenajeado a Serrat versionando Aquellas pequeñas cosas, incluida en su propio disco Por los espejos del agua (2002) y en catalán el tema Temps de pluja, incluida en el disco colectivo Per al meu amic Serrat (2007). En 1991 Ginesa Ortega graba con la Orquesta del Teatre Lliure dirigida por Josep Pons El amor brujo de Manuel de Falla, después su discografía flamenca personal es la siguiente: Siento (1997). Oscuriá (1999). Por los espejos del agua (2002). Flamenca (2006).
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Aunque nace en tierras francesas, esta cantaora de
ascendencia gitana y levantina, se traslada en su niñez a
Barcelona, ciudad donde reside actualmente. La vinculación al
flamenco se produce ya en aquellos primeros años de vida de modo
que a los doce años comienza a cantar profesionalmente. Desde
entonces, participa en los más importantes festivales y
recitales del circuito flamenco, cosechando diferentes
distinciones en este género, entre ellas, un primer premio en
Las Minas de La Unión. El propio devenir de su trayectoria
musical, unido a su curiosidad artística, la llevan a
interesarse por el mundo del jazz, integrándose en el grupo de
flamenco-fusión Iberia. Con esta agrupación formada por los
músicos como Joan Albert Amargós y Carles Benavent, participa en
diferentes festivales de jazz en Francia, Alemania y Dinamarca,
compartiendo cartel a Chick Corea y John Mc Laughlin.
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En 1990 graba ‘El Amor Brujo’ de Manuel de Falla con la
Orquesta del Teatre Lliure (Harmonia Mundi, 1991). El disco se
convierte en un éxito internacional, de ahí que se interprete en
directo en escenarios como el Queen Elizabeth Hall y el Royal
Albert Hall de Londres, el Festival de Edimburgo, la sede de la
Unesco en París, el Festival de Tanglewood, en el Lincoln Center
de Nueva York y el Hollywood Bowl de Los Ángeles. Entre 1990 y
1993 colabora con la compañía catalana de teatro La Fura dels
Baus en una gira mundial. Como fruto de esta colaboración,
graban la obra musical ‘Noun’, galardonada con premios como el
de ‘Crítica Teatral’ y el ‘Ciutat de Barcelona’.
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Ginesa Ortega colabora nuevamente en 1993 con la Orquesta del
Teatre Lliure en la grabación del disco ‘Canciones Populares de
Federico García Lorca’ para la discográfica Harmonia Mundi.
Cuatro años después, recibe por segunda vez el premio ‘Ciutat de
Barcelona’ "por la integración del flamenco dentro de las
músicas actuales". Colabora de nuevo con La Fura en la
presentación del filme ‘Muerte en Granada’, que se estrena en el
Palacio de Congresos de Granada. Es entonces cuando se
reencuentra con sus raíces flamencas, grabando ‘Siento’ (Harmonia
Mundi, 1997), su primer disco en solitario. El trabajo, que
incluye composiciones propias, cuenta con la colaboración de
músicos como Jorge Pardo, Tino di Geraldo y Carles Benavent.
Asimismo, participa en festivales dedicados a nuevas voces del
flamenco en España y Japón. Ya en 1998 interviene en el festival
‘Actual 98’ y presenta su segundo disco ‘Oscuriá’ (Harmonia
Mundi, 1998). Tras fichar con la discográfica independiente
Picap, saca al mercado en 2002 su tercer disco en solitario,
‘Por los espejos del agua’. En 2005 publica 'Flamenca'.
CRÍTICA DEL PABLO GARCÍA MANCHA PUBLICADA
EN EL DIARIO LA RIOJA
Ginesa
Ortega tiene una mirada dulce que se pierde en el infinito
cuando saborea la malagueña, cuando acurruca la garganta y el
llanto se entremezcla con su fuerza y su dulzura. Ginesa Ortega
no sabe de amarguras y cuando el dolor del cante se hace
necesario, ella parece dotarlo también de esa melosa sonanta que
resguarda en su garganta, que como un tesoro anida en el corazón
de una cantaora efervescente y poderosa, no muy larga, cabal y
clásica. El concierto tuvo dos partes y su sentimiento también.
A medida que fue apoderándose la noche de las circunstancias,
los temblores iniciales fueron dando paso una y otra vez a
cantes más comprometidos, a la ilusión que supone para los
aficionados contemplar con los oídos cómo se navegaba en los
albores del cante –gitano tal vez, universal seguro– por los
ritmos abandolaos o por esa siguriya deliciosa que embaucó hace
casi un siglo a Manuel de Falla, un clásico que cuando casi
todos miraban al flamenco con desprecio, depositó su corazón en
un Manolo Caracol que era un niño, un niño inteligente que
cantaba con un perfil casi mítico, como las esculturas de Miguel
Ángel Sáinz, una nueva pasión descubierta por Ginesa y artista
al que dedicó uno de los cantes del pasado jueves. Pero esta
cantaora, además de dulce, es inteligente. Ella sabe que en los
espacios pequeños el cante debe decirse con minuciosidad y sin
alborotos. A Ginesa se la imagina uno por la Barceloneta,
paseando por la playa descalza y soñando la taranta o el compás
milagroso que tienen los tientos cuando por arte de magia se
hacen tangos, o la soleá, mimada en este caso por Juan Ramón
Caro, un guitarrista con barba y aire de intelectual, que
origina silencios y convulsiones, que es capaz de arrullar a
Ginesa y que comparte con su compañera de viaje ese amor por el
flamenco, esa sensación de que lo que ellos hacen sobre el
escenario es mucho más que una simple actuación: conocen el
tesoro que arropan y por ello lo cuidan y respetan. Sin
embargo, aunque Ginesa Ortega se deshizo en una siguriya
inolvidable y me estremeció con su malagueña, dio la sensación
que parte del público no vivió el mismo arrebato. Son cosas del
arte, dirán; son cuestiones que no tienen explicación y que
quizás convenga no buscarla para dejarse llevar por la aventura
de la ingravidez de lo que no resiste análisis, de lo que no se
puede medir porque el alma no pesa ni ventiún gramos. Se
acabaron –un año más y van diez– los Jueves Flamencos en el
Salón de Columnas. Pero los aficionados estamos de enhorabuena:
la semana que viene actúa en Logroño Enrique Morente. No se lo
pierdan.
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AUDIO |
Homenaje a Ginesa Ortega |
Datos tomados de muy buenas fuentes, poema de José Maria Ruiz Fuentes |
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