BARTOLOMÉ CASTILLEJO
BARTOLOMÉ CASTILLEJO ALBAÑIL, cantaor payo, conocido mayormente con su propio nombre artístico de BARTOLOMÉ CASTILLEJO, nació en Plasencia (Cáceres) en el año de 1933. Perteneciente a la Tertulia Flamenca La Serrana, Bartolomé Castillejo es un máximo exponente de estudioso del cante por saetas. Saetas sin melodía que se remontan al siglo XVI, cuarteleras, de Carmona, por siguiriyas e incluso de su propia creación. En este ciclo de doce espacios dedicados al arte flamenco, entiendo que era de obligado cumplimiento, como así ha sido, que el Ateneo de Córdoba, dadas las fechas en que nos encontramos, nos ofreciera uno de estos espacios dedicado a la saeta. El prestigioso flamencólogo Agustín Gómez Pérez en su libro El flamenco es vida (col. Arca del Ateneo, 1991), en uno de sus capítulos, me parece que el tercero, El flamenco sigue los ciclos naturales del arte, al hablar sobre la saeta, su origen y naturaleza, hace referencia a cuatro teorías: musulmana, judía, pagana y cristiana, llegando a afirmar que las cuatro tienen en común un modo de ser andaluz.
España orgullosa siempre estará ,
de haber tenido cantaores buenos
como el gran Bartolomé Castillejo,
arte reconocido por toda la afición,
de todos estos grandes maestros
siempre quedaran en la historia,
como aquellos mejores baluarte
que el cante flamenco supo dad,
como sus cante de semana santa
para orgullo de toda la humanidad.
Sobre la teoría musulmana dice Agustín Gómez que en el noticiero granadino de 19 de agosto de 1927 escribe el emir Rahman Jizari Ibn-Kutayar de la saeta que "el origen de la música y del metro de estos sentimentales cantares hay que buscarlo en los almuédanos de las mezquitas de Córdoba, Granada y Málaga. Continúa Agustín Gómez diciendo que "no es de extrañar tal observación, Luis de Córdoba, que ha viajado recientemente a una república asiática de la URSS, venía impresionado por haber escuchado ese canto de almuédano que llenaba el espacio de una plaza pública desde un alminar". Si esos almuédanos de Ibn-Kutayar son de Córdoba, Granada o Málaga, tienen más fácil la asociación. La oración del almuédano, o la llamada a la oración, como la saeta, es un canto llano, sencillo, sin melismas, a voz en grito como corresponde a espacios abiertos. Los almuédanos de Córdoba, Granada y Málaga eran andaluces, tenían su aparato de fonación configurado por el espacio andaluz y la circunstancia, su necesidad de expresión. En cuanto a la teoría cristiana, afirma Agustín Gómez que desde enero de 1691 se atribuyen a fray Miguel de la Mora, guardián del convento de San Antonio de Padua, estas palabras: "Todos los meses del año, el domingo de Cuerda hacen misión los PP. de San Francisco al andar en vía crucis con sogas y coronas de espinas y entre paso y paso cantan saetas". El P.Sebastián de Ubrique escribe en su libro (Imprenta Divina Pastora, Sevilla, 1926) de fray Diego José de Cádiz que cantaba muy bien y era creador de saetas, que anduvo predicando sus misiones, fundó casas de religiosos y confirmó en la fe por los años 1750 y 1791. El P. fray Feliciano de Sevilla, capuchino, publicó en Granada, en 1741, su libro Luz apostólica; en él, 241 saetas diversas "para echarlas en la misión". El P. Diego de Valencina, en su Historia documentada de la saeta y los campanilleros nos dice: "Denominábanse entonces saetas aquellas coplas que los misioneros entonaban por las calles para excitar a los fieles a la piedad y al arrepentimiento".
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Pero existe otro libro del que es autor el P. Cué, sacedote
jesuita, que tituló Como llora Sevilla. En él se puede leer que "La saeta es la
música del gemido. Es el gregoriano de Sevilla -y pienso que dice Sevilla porque
fue allí donde se encontró con la devoción popular de la Semana Santa y donde,
por primera vez oyó cantar una saeta- un gregoriano, dice, florido y meridional,
no para catacumbas, sino para el aire libre". De mi cosecha, yo diría que la
saeta es la oración de arrepentimiento que nace en el corazón de un artista
creyente y que, de forma espontánea, se rompe en su garganta para perderse en la
noche buscando los caminos del Cielo. Posteriormente, el P. Cué, siguiendo con
su relato sobre las saetas, afirma que él vio a un hombre del pueblo arrancarse
con una saeta al pasar un paso. "Nunca lo olvidaré. Aquel hombre, sin respeto
humano, en medio de la multitud inmensa, decía en público su compasión a la
Virgen. Su voz se quebraba y en sus ojos debía haber lágrimas". Pues bien, un
hombre anónimo, como aquel que tanto impresionó al sacerdote jesuita, se
encuentra hoy entre nosotros. Se trata de Bartolomé Castillejo, amigo desde hace
más de una treintena de años, aficionado al flamenco, arte que practica de forma
acertada y notoria. Y como hombre de fe y artista que es, siente la necesidad de
manifestarse cantando saetas ante las imágenes que en la Semana Mayor se pasean
por nuestras calles recordándonos que un hombre llamado Jesús de Nazaret, en
presencia de María, su madre, tuvo muerte de cruz para redimir al mundo pecador.
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Recuerdo una noche de Domingo de Ramos, en la calleja que une
Puerta del Rincón con la plaza del Conde de Priego, a la entrada en Santa Marina
de la Hermandad de los Gitanos que, de forma espontánea e inesperada vivíamos un
momento mágico. Habíamos salido a ver las procesiones varios matrimonios, entre
nosotros se encontraba Ángel Marín, experto flamencólogo y una autoridad sobre
las saetas, coautor con Melgar Reina del libro Saetas, pregones y romances
litúrgicos cordobeses, que durante muchos años ha cantado saetas, sobre todo a
la Virgen de los Dolores. Le pregunté si pensaba cantar y me contestó
negativamente. Yo sé que los artistas tienen su momento y no insistí. Esperamos
la llegada de la Hermandad y al poco rato, en la acera de enfrente descubro la
presencia de Bartolomé. También le pregunté sobre sus intenciones y me contestó
con un lacónico "ya veremos". Pero pronto se desvanecieron mis dudas. Nada más
hacer acto de presencia el paso del Cristo, Bartolomé cantó una saeta. Ángel
Marín se sintió y cantó otra. Quien les habla recitó una poesía. Y el ambiente
subió de tono, cuando al llegar el paso de la Esperanza el capataz dio la orden
de "¡Pararse ahí!". La saeta cuartelera emergió de acera a acera en aquella
noche primaveral para clavarse en el rostro de la Virgen intentando beber sus
lágrimas de dolorosa. Otra saeta, otra poesía, más saetas, más poesías. Fue un
momento mágico y fervoroso que surgió de forma inesperada. Han pasado ya muchos
años y en nuestras vidas también han ocurrido muchas cosas. Pero cada Domingo de
Ramos recordamos aquel momento único e irrepetible que tuvimos la suerte de
vivir. Pero ya es hora de que escuchen a nuestro artista, que esta noche nos
hará un adelanto de lo que podremos vivir en las calles de Córdoba la próxima
semana. El amigo Bartolomé Castillejo va a cantar una serie de saetas antiguas,
empezando con una saeta sin melodía del siglo XVI. Y como no puede ser de otra
manera, ya que es flamenco, al final cantará una saeta por seguiriyas, para
terminar con otra saeta, creación suya, que está basada en la saeta antigua. A
esta saeta, cuando se la presentó en el Conservatorio a su profesor, el
catedrático de Guitarra Flamenca don Manuel Cano, este le hizo el acompañamiento
musical. Ángel Mendieta Baeza. Venero Flamenco en Bodegas Campos, (col. Arca del
Ateneo, 2007).
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Duración 1:17 |
Datos de http://www.ateneodecordoba.es/mediawiki/index.php?title=Bartolom%C3%A9_Castillejo_Alba%C3%B1il audio y fotos de la Peña Fosforito, arreglo y poema de José Maria Ruiz Fuentes |
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