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MANUEL MOLINA - CANTAORES/AS |
Listado de cantaores por orden alfabético |
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MANUEL MOLINA
MANUEL ORTEGA VARGAS, cantaor gitano, más conocido en el mundo de la historia del arte del cante flamenco gitano con el nombre artístico de MANUEL MOLINA, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) el día 9 de marzo del año de 1822, murió en su pueblo natal de Jerez de la Frontera el día 23 de septiembre del año de 1879, fue muy popular entre los cataores del buen cante gitano, sobre todo por el cambio por seguiriyas único creador que dejo famosa en la historia para la escuela del cante flamenco, como lo demuestra lo mucho que se ha escrito de él, desde Demófilo, que lo consideró “cantador generalísimo”, hasta Guillermo Núñez del Prado en 'Cantaores andaluces' (1904). Sus seguiriyas no han caído en el olvido.
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Este cantaor jerezano fue un artista gitano de un poderío extraordinario en
todos los sentidos. Seguiriyero nato, aunque destacara en otros estilos
netamente gitanos, como las soleares, tonás, livianas o romances clásicos. De
poderío económico también, como el Planeta, por sus negocios relacionados con el
ganado y la carne, lo que le permitió viajar por toda Andalucía y participar en
fiestas, suponemos que en ocasiones pagadas por él mismo. Se sabe por tradición
oral que era una especie de mecenas de otros cantaores, como Frasco el Colorao o
Tomás el Nitri. De extraordinaria generosidad, su solvencia económica le
permitía disfrutar de todos aquellos cantaores, sobre todo gitanos, que
despuntaban en Jerez, Cádiz o Sevilla. Sintió predilección por Enrique el
Mellizo y Silverio, por ejemplo, además de por los citados Frasco el Colorao y
el Nitri, con el que al parecer había parentesco familiar.
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Manuel Molina cantaría más por afición que por necesidad económica, como era el
caso de Antonio Monge El Planeta. Quizá se vino abajo en los setenta, cuando
tenía cincuenta y tantos años, y a lo mejor por ese motivo decidió ir a cantar a
Madrid en 1876, al Teatro de la Bolsa, acompañado, eso sí, de su hijo José, que
entonces tenía solo 23 años. Acostumbrado a cantar en la zona de Cádiz a
Sevilla, el hecho de ir a actuar a un café madrileño demuestra que a lo mejor
tuvo que tomar la decisión de cantar cobrando. Daría la mitad de mi sangre por
poder viajar en el tiempo y ver llegar a don Manuel a la Villa y Corte, con su
séquito calé, para deleitar a los parroquianos con su voz potente y, al parecer,
de un sonido y brillo especiales.
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Manuel Ortega Vargas, que así se llamó realmente –podría pasar por hijo del
Fillo–, nació en Jerez de la Frontera el 9 de marzo de 1822, como ya publicó
José María Castaño en De Jerez y sus cantes (Almuzara, 2007), hijo del jerezano
Bartolomé José Ortega Jiménez y de la jerezana María Vargas Jiménez. Sus padres
se casaron el 23 de marzo de 1823 en la Parroquia de San Miguel, con Manuel ya
nacido. Ella, la madre, era viuda de Juan Ortega, así que era su segundo
matrimonio. El padre había nacido también en Jerez, el 21 de enero de 1794 y fue
bautizado en la Parroquia de San Mateo, la más antigua de la ciudad. Era hijo de
un Manuel Ortega Molina de Puerto Real (Cádiz), seguramente de la familia
portorrealeña de Antonio el Fillo, aunque esto esté aún por confirmarse, lo que
haremos en cuanto sea más fácil volver a viajar y visitar archivos. Manuel
Molina puede tener sangre del Fillo tanto por línea paterna como materna. O sea,
por los Ortega-Jiménez de Puerto Real y Jerez.
Nuestro cantaor debió de apellidarse Ortega Molina, como algunos de sus hermanos, pero su padre se casó con una viuda apellidada Vargas. En la partida de nacimiento de José Ortega Vargas, el hijo cantaor de Manuel Molina, que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1853 en el número 15 de la calle Honsario, cuyo documento damos a conocer aquí, aparece como abuelo paterno Bartolomé Ortega, padre, pues, de Molina. Lo curioso es que en la partida de bautismo de este Bartolomé conste como Pedro Bartolomé, y en la de su boda, como José Ortega Molina, hijo de Manuel Ortega y Ana Jiménez. ¿Cómo aparece como Molina de segundo apellido, si era hijo de Ana Jiménez? Un lío morrocotudo que habrá que desliar manejando otros documentos. En cualquier caso, Molina no era un apodo, como se ha insinuado, sino el segundo apellido de su abuelo portorrealeño, al que al parecer llamaban Curro Molina.
A pesar de ser muy primitivo, cuando nació Manuel Molina ya había muchos cantaores y muchas cantaoras en Jerez de la Frontera. Sin ninguna duda, Manuel creció escuchando u oyendo hablar de los Cantorales –Pedro, José, Manuel y Juan–, Tío Luis el de la Juliana, María la Jaca, Curro Casado, La Junquera, Manuel Furgante, Tía Salvaora y los Macarrones. Lo haría tanto en fiestas familiares como de esas que ya entonces, e incluso medio siglo antes, se celebraban en casas particulares de gente de poderío económico, como ocurría en Triana en las primeras décadas del XIX con Antonio Cagancho, Francisco la Perla o Curro Puya. Eran herreros, alfareros, esquiladores o tablajeros, que después de una dura jornada de trabajo acudían a fiestas y sacaban unas monedas. Ese tuvo que ser el mundo mágico del niño Molina, el hijo de Bartolomé.
Parece ser que a Manuel Molina le gustó poco el teatro, puesto que no actuaba en los de Jerez, como lo hicieron el Loco Mateo, Joaquín Lacherna o Antonio el Marrurro, entre otros. ¿Estamos ante otro raro de la historia del cante, como Tomás el Nitri o Tomás Pavón? Puede ser. Sin embargo, para no ser del teatro, lo que llamamos un artista, llama la atención el predicamento que parece que tenía en su tiempo entre los propios artistas, con seguidores de su estilo como Carito y el Chato de Jerez, María la Serrana, Antonio Chacón o Manuel Torres. Son los que meten en Sevilla los estilos seguiriyeros del Señor Molina, como le llamaban, donde Pastora Pavón, Tomás, Vallejo, Centeno, Fernando el Herrero, El Gloria, Pepe Marchena, Pepe el de la Matrona y otros muchos los adoptan y los hacen sevillanos. La cabal de Manuel Molina (Vivo con pena) es quizá la seguiriya más sevillana que existe, más incluso que algunas de cantaores sevillanos, que bebieron más en Cádiz, Jerez y los Puertos. El macho de Manuel Molina, como le llamamos en Sevilla, le dio muchas noches de gloria a Manuel Vallejo y, más tarde, al morisco Diego Clavel. Quizás rizaron demasiado el rizo, pero ese macho o cabal ha levantado a muchos aficionados de sus sillas en teatros y festivales de verano.
Manuel Molina, también conocido como Curro Molina, es incluido por Demófilo en la relación de intérpretes insertada en su obra Colección de cantes flamencos, en la que recoge la siguiente letra de siguiriya, indicando “atribuida a Molina el de Jerez, cantador generalísimo; esto es, que así cantaba por siguidillas y soledades como por tonás y livianas”: “Caye e la Porvera / que es anchita y larga / cuando pasaba mi hermana Rosa / toa la yenaba”. Ricardo Molina, en su obra flamenca, analizó así su cante: “El Señor Manuel Molina fue uno de los grandes maestros jerezanos del cante [...]. Estuvo dotado de poderosa inventiva musical y de consumado arte para la siguiriya y los martinetes, cantes esenciales de su raza”.
Entre la varias coplas que se le atribuyen se encuentra la que dice: “Dicen que duermes sola / mienten como hay Dios, / porque de noche con el pensamiento / dormimos los dos”. Es una copla que, en la actualidad, la interpretan los más destacados cantaores, y muy especialmente para acompañar el baile, dado que su música y las características de sus tercios se prestan para una entonación alta y la adaptación a las distintas coreografías. La trayectoria artística de este jerezano nacido en el barrio de San Miguel, que alternaba con sus negocios de ganados y carnes, por lo que le llamaban “señor”, se centró primordialmente en las reuniones de aficionados cabales en los colmaos de Jerez, Cádiz y Sevilla, aunque algunas temporadas lo hizo en los cafés cantantes de las citadas ciudades, especialmente en los sevillanos Café de Variedades y Café de Lombardos, a petición de sus numerosos seguidores, porque no lo necesitaba económicamente.
Manuel Molina murió en la calle Rui Lope de Jerez, número 1, el día 23 de septiembre de 1879, como consecuencia de fiebre perniciosa, cuando tenía 58 años. Falleció a las 20 horas de la tarde. ¿Qué es la fiebre perniciosa? Enfermedad febril producida por un protozoo, y transmitida al hombre por la picadura de mosquitos anofeles. Es una forma grave del paludismo. Tuvo, pues, una muerte mala el pobre de Manuel Molina. Manda narices que se lo llevara un mosquito.
Bibl.: A. Machado y Álvarez (Demófilo), Colección de Cantes Flamencos, Sevilla, Imprenta El Porvenir, 1881 (3.ª ed., Madrid, Cultura Hispánica, 1975); R. Molina, Obra flamenca, Madrid, Demófilo, 1977; M. Ríos Ruiz, “Molina, Manuel”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. VII, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, pág. 644.
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Homenaje a Manuel Molina Cante por |
- Recopilación por José Maria Ruiz Fuentes |