NIÑO DE MURCIA
NIÑO DE MURCIA, cantante y guitarrista de flamenco, más conocido en el mundo de la historia del arte de la buena música flamenca con el nombre artístico de NIÑO DE MURCIA, nació en Zeneta, (Murcia), nació en España y marchándose a Francia a los 20 años de edad conocido por sus canciones españolas y latinas. Fue contratado por la discográfica Disques Festival que publicó la mayor parte de sus grabaciones. Mayormente, cantó en castellano, pero también publicó numerosas canciones en francés y en muchos otros idiomas.
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Alcanzó fama internacional, sobre todo en Europa, África y Oriente Medio. Sus
canciones en español El Emigrante y Esperanza (original de Charles Aznavour)
quedaron como canciones icónicas al inicio de los años 1960 en Francia, así como
sus famosas versiones de muchas clásicas como Granada, Guantanamera, Malagueña,
etc. Entonces, tenemos a principios de los años 60 a Niño de Murcia desconozco a
día de hoy el nombre que se esconde tras este alias buscándose la vida por los
numerosos clubes de la capital parisina sin otro aval que su guitarra, su voz y
su galana apostura. Pero he aquí que en uno de estos clubs debió ser visto y
oído por algún productor francés y entra a grabar para Disques Festival un EP en
1961.
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Al año siguiente, también para el mismo sello, sale para el mercado gabacho su
versión de Esperanza, un chachachá de Tito Puente que estaba arrasando en esos
días en nuestro país interpretada por Enrique Montoya entre otros muchos. La
adaptación de Niño llegará al nº 6 de las listas de ventas en el país vecino y
lo convierten en un artista de gran consideración y respeto. Precisamente el pan
y la sal que se le había negado en su tierra donde no ha pasado de ser visto
como un representante de la Hispania bizarra del desarrollismo. En Francia
permanecería durante 30 años desarrollando una extensa carrera profesional,
actuando, grabando un buen número de discos y labrándose una reputación que aún
a día de hoy le precede, por lo menos en Francia, claro, donde ha continuado la
saga con alguno de sus vástagos.
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En la anterior visita de Niño de Murcia a este saloncito comentaba que es
difícil tomarse en serio a este intérprete y no lo decía sólo por su singular
timbre de voz. A día de hoy sigo sin saber si el propio Niño se tomaba a sí
mismo en serio y si su peculiar estilo lo acercaba más a uno de aquellos
cantantes humorísticos que comenzaron a abundar en aquellos días de principios
de los años 60 y cuyas parodias adquirieron casi tanta fama como las
adaptaciones originales.
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Sus desafines y gorgoritos, a veces excesivos y a destiempo, y su abuso de
melismas, a veces también sin ton ni son, no supusieron ningún obstáculo para
que Niño fuera considerado en Francia como un cantaor de flamenco en toda regla.
Así lo anunciaban y así lo creerían ellos...Tampoco la mayoría de los temas que
grabó e interpretó lo acercan al cante jondo, más bien lo contrario, sentía una
especial afición por composiciones que encajarían a la perfección en lo que se
ha dado en llamar en algunos círculos como pañis bizarro. En este campo es donde
Niño no tiene rival y aquí es donde nos vamos a detener nosotros.
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Recopilación de José Maria Ruiz Fuentes, |
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