CARLOS RODRÍGUEZ

CARLOS RODRÍGUEZ, bailarín y coreógrafo de clásico español y flamenco, más conocido en la historia del mundo del arte del baile flamenco con su propio nombre artístico de CARLOS RODRÍGUEZ, nació en Madrid, en el año de 1975. Bailarín y coreógrafo de clásico español y flamenco, en 1995 fundó junto a Ángel Rojas la compañía Nuevo Ballet Español (NBE), que ha servido a los dos para hacer un flamenco alejado del puro y tradicional, mezclándolo con otras disciplinas más contemporáneas.

Comenzó Carlos Rodríguez con el Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar, después de haber quedado finalista con trece años en las audiciones del Ballet Nacional de España. El Ballet Teatro Español de Luisillo, el Ballet Español de Madrid y el Ballet Zambra, son otras de las compañías en las que bailó el joven creador. De la compañía de José Antonio y los Ballets Españoles fue solista y en 1994 consiguió, junto a Ángel Rojas,  el premio al mejor bailarín sobresaliente en el Certamen Nacional de Coreografía.

Su primera experiencia coreográfica la tuvo junto a Rojas en La zapatera prodigiosa, creada para el Teatro de la Danza de Madrid. A ésta, y ya al frente de su compañía NBE, le siguieron Infierno S.L (1995), Canela y fuego (1996), Sangre flamenca (1997), Flamenco Directo (1998), Furia (2000), Alma (2006), Sangre (2008) y Cambio de tercio (2009), entre otras. Romeo y Julieta, estrenada en 2003, es la única creación que ha realizado Carlos Rodríguez, dentro del NBE, en solitario.

En 2008 cambiaron el nombre de su entidad para pasar a denominarse `Rojas y Rodríguez Compañía´ y estrenaron el espectáculo Baile de máscaras, encargo de la Comunidad de Madrid en conmemoración el Bicentenario de la Guerra de la Independencia, con música original de José Nieto y Daniel Jurado. Carlos Rodríguez recibió el Premio Villa de Madrid Pilar López al mejor intérprete de danza (2005).

Carlos Rodríguez baila desde los 8 años, cuando gracias a las clases de baile que tomaba su hermana, descubrió que él también quería bailar. Una casualidad del destino, porque él en ese momento practicaba kárate y terminaba su clase antes que la de su hermana. Siempre llegaba con su madre quince minutos antes de que terminase la clase de su hermana y en ese pequeño rato disfrutaba con ilusión de lo que veía. Así se dio cuenta de que "el baile era una forma de expresar cosas que siento y que no puedo expresarlas de otra forma, ni con palabras ni nada", una bonita forma de hablar de la pasión de su vida, porque desde ese momento se dedicó por completo al baile.