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CONCHITA PEÑA “LA CARAJARAPA” - BAILADORES/AS |
Listado de cantaores por orden alfabético |
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CONCHITA PEÑA “LA CARAJARAPA”
CONCEPCIÓN PEÑA GÓMEZ, bailaora, más conocida en el mundo de la historia del arte del baile flamenco con el nombre artístico de CONCHITA PEÑA “LA CARAJARAPA”, nació en el Sacromonte (Granada) en el año de 1934. Comenzó bailando muy joven en la Zambra del Pitirili y posteriormente en La Faraona y La Golondrina. Con la Zambra de la Golondrina actúo en el Hotel Palace durante varias temporadas. Bailó para Ava Gardner, Cantinflas, María Félix y Carol Baket. La fotografiaron para tarjetas del Sacromonte.
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Actúo en la película 'Noches Andaluzas' y existe una fotografía de Conchita
amamantando a su hijo que ganó un primer premio en el Liceo de Granada. Sobrina
de María y Carmela las Carajarapas, prima de Mariquilla y de Antonio González».
Al terminar de leer, agarró la foto de Dieuzaide como si fuera un mapa del
tesoro en el que marcar las coordenadas: «Se fue a un pueblo de Málaga, donde
puso un bar. Y todavía vive» La casa de Conchita está en la misma orilla de la
playa, en Benalmádena, Málaga. Es una casa pequeña de techos bajos y puertas
marrones, como si fuera una cueva frente al mar. Hace años, el local de al lado
fue el restaurante de la familia, el que montó su marido, ya fallecido, mientras
ella bailaba en el tablao de Mariquilla. La sola idea de recibir a alguien de
Granada la tiene loca. «Granada, ¡ay mi Granada! ¡Mi tierra!», dice nada más
mencionarle la ciudad. Al preguntarle por su edad pide que le sostengan el vaso
–literalmente– conforme se pone en pie: «¡Mira mi edad!». Conchita baila con
soltura, con energía, como si una adolescente se escondiera debajo de su piel;
una piel que va camino de los 90 años.
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Bailaora. Y de las buenas. En el patio, sentada en su butaca, recibe nerviosa la
fotografía de Jean Dieuzaide. «¡Oh, mi niño! ¿Pero cuándo se hizo esta foto?
¡Hará una pila de años!». Conchita repasa las caras y los detalles que se
esconden en la imagen. Su memoria ya no es lo que era, pero la piel no olvida.
Parece mentira que Conchita Peña y la 'Mujer gitana del Sacromonte' sean la
misma persona. Ellas, de hecho, se miran como completas desconocidas. Y así,
concentradas en los ojos de la otra, el ceño fruncido de Conchita aparece como
la firma del pintor: el agujero negro de su propia galaxia. Sí, son la misma.
«Rodé con Kirk Douglas. Él quería llevarme a otro lado, por ahí, y yo no quise... Yo estaba casada» «Rodé con Kirk Douglas. Él quería llevarme a otro lado, por ahí, y yo no quise... Yo estaba casada» «¡Mira, mamando la teta! Yo siempre daba de amamantar a mis hijos. Y si estaba bailando, me los traían para que los amamantara», recuerda. Entonces Conchita descubre la otra foto, la de Navarrete, y su cuerpo se menea como una ola al romper. «Qué bonita. ¡Mira qué colores!». Conchita bailaba a todas horas y con todo el mundo. «Todo el mundo me quería, me miraban muy bien», confiesa. «Bailaba flamenco, bailaba por bulerías, bailaba por soleá, bailaba por alegrías... ¡Bailaba mucho!».
Conchita, la mujer gitana del Sacromonte, llenaba los teatros de Francia, América, Japón... «¡Y de todos los sitios! Que con los años que tengo se me han olvidado la mitad». En esas idas y venidas se topó con el cine y con la farándula hollywoodiense. «Rodé con Kirk Douglas. Él quería llevarme a otro lado y yo no quise...», dice mirando para otro lado, tapándose la boca con las fotos de Yan y Navarrete.
¡Vaya! –ríe ahora, a carcajada batiente, asintiendo con la cara– Me dice mi marido: ¿Qué te ha dicho ese hijo de... mamá? Me ha dicho que si me voy con él a comer, le respondí. Y me dijo: Le voy a dar una patada ahí –subraya– que se los voy a poner de corbata» –y ríe otra vez, divertida.
Con el oleaje, Conchita intenta reconstruir los fragmentos de su vida. Hace treinta años salió del Sacromonte para montar un tablao flamenco en Torremolinos, con Mariquilla, con quien se crió. Asentados en Málaga, ella y su Manolo decidieron quedarse por allí, con sus cuatro hijos, y montaron el restaurante. Pese a los bailes, las películas y el arte, su nombre no está en ningún archivo, más allá del libro de Curro Albaicín.
«Es una pena que no se sepan los nombres, pudiéndose saber», lamentaba Curro, en su cueva, nada más localizar el paradero de Conchita. «No es lo mismo que veas una foto que ponga 'Gitano del Sacromonte', como esta, a que ponga La Feana, La Gallina o La Carajarapa. Esos nombres y esos motes son la historia de Granada. Una historia que se habló en todo el mundo. ¡El Sacromonte y Granada fueron famosas antes fuera que dentro de España! Quiero ponerle los nombres a todas las fotografías que hay en los archivos granadinos. Quiero hacer ese trabajo gratuito, por amor a que se quede grabado, y no me hacen caso. Nadie me ayuda. Nadie».
Conchita La Carajarapa abre una caja y reparte sobre la mesa su colección de fotografías personales. «Esta soy yo y este mi Manolo, el que mama en la fotografía que has traído, unos años más tarde», apunta. Cada una de sus fotografías podría escribir un relato precioso, desde Lola Flores a Camarón. «Y yo ni siquiera soy gitana –guiña–. Mi padre era de Madrid».
Conchita La Carajarapa destapa un rotulador y firma la fotografía de Dieuzaide con su nombre. «Es la primera vez que hago un autógrafo», sonríe orgullosa, camino de los 90.
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Datos dd https://www.ideal.es/culturas/busca-mujer-gitana-sacromonte-granada-foto-20200615125904-nt.html recopilación de José Maria Ruiz Fuentes |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |