MENÚ PRINCIPAL |
Inicio |
Presentación |
Cantaores |
Guitarristas |
Bailaores/as |
Estilos del cante |
Canción Española |
Datos Flamencos |
Dedicatorias |
Entrevistas |
Historias |
Homenajes |
Poesías |
Recitales |
Recordando Cantaores |
Tertulia Flamenca |
Noticias |
PROGRAMAS DE RADIO |
Arte y Compás |
Escuela del Cante Flam. |
Programa Cadena SER |
Programa de radio |
AUDIOVISUALES |
El saber del Cante |
Fotografías |
Galerías |
Títulos |
Videos |
CONTACTOS |
Libro de visitas |
Notas |
Tablero de Anuncios |
Contacto |
Links |
ACCESOS DIRECTOS |
SOLEDAD MIRALLES - BAILAORES/AS |
Listado de cantaores por orden alfabético |
A B C D E F G H I J K L M N Ñ O P Q R S T U V W X Y Z | ||
SOLEDAD MIRALLES
SOLEDAD MIRALLES, bailaora gitana, flamenca belleza, gracia, temperamento así podría comenzar la carta de presentación de una artista polifacética, con una intensa carrera a ambos lados del Atlántico, que, como tantas otras, ha caído injustamente en el olvido, más conocida en la historia del arte del baile flamenco ccon su propio nombre de SOLEDAD MIRALLES, nació en Novelda (Alicante), en el año de 1902, pero se crió en Sevilla, en el barrio de la Macarena, y se consideraba Sevillana. Con cuatro hermanas bailarinas y un hermano picador apodado “Madriles”, el destino de la niña parecía estar marcado por el arte. Murió en 1987 a los 85 años.
|
|
En 1919, la prensa sitúa a Soledad Miralles en distintas ciudades españolas,
como Barcelona, Palma de Mallorca o Bilbao, donde el suyo constituye “el número
de fuerza” del Salón Vizcaya (Eco Artístico, 30-11-1919). En enero del año
siguiente se presenta en el Teatro Romea de Madrid, junto a grandes figuras del
género de variedades, como Ofelia de Aragón o Amalia de Isaura. Se trata de un
programa “verdaderamente insuperable” (La Acción, 23-1-1920), y las artistas son
muy aplaudidas. Unas semanas más tarde, Soledad se presenta en otros locales de
la capital de España, como el Madrid, Concert o el Parisiana. En este último
coincide con Carmen de Triana. La prensa la define con estas palabras: “Soledad
Miralles, danzarina, también de la tierra de María Santísima, de cabellera negra
y ojos no menos traidores y relampagueantes, que atraen como el abismo” (La
Correspondencia de España, 23-3-1920).
|
|
Poco después, el Diario de Almería anuncia la presentación de “la celebrada y
distinguida cupletista y bailarina Soledad Miralles, que con gran éxito está
realizando una tourné por los principales cines de España” (28-3-1920). Segovia,
Bilbao y San Sebastián constituyen algunas de las paradas de esa exitosa gira.
En referencia a su actuación en la capital donostiarra, leemos lo siguiente:
“Soledad Miralles gusta más a cada presentación. Su bello palmito, su figura
esbelta y su exquisito arte de buena bailadora le han hecho meterse al público
en el bolsillo” (La Correspondencia de España, 25-5-1920).
|
|
De nuevo en la capital de España, en el mes de septiembre la artista debuta en
el Ideal Rosales y vuelve a cosechar grandes éxitos en el Madrid-Cinema:
“Soledad Miralles es una bailarina de cara y hechura gitanas, que baila
magistralmente y tiene mucha simpatía. El público del Madrid-Cinema no se cansó
ayer de aplaudirla, y tuvo que hacer dos o tres bailes más de los anunciados”
(La Acción, 7-9-1920). Poco
después se presenta en el Hotel Palace, y continúa su gira por distintas
ciudades españolas, como Logroño o Córdoba. A la ciudad andaluza llega en el mes
de octubre, contratada por el Sr. Bezares, empresario del Teatro Circo. Allí
comparte cartel con la genial Pastora Imperio -de hecho, hay quien la considera
su sucesora-, y recibe grandes ovaciones: “Soledad Miralles, nuevo y soberbio
brote de flamenquería, heredera, con Laura de Santelmo, del pretérito faraonismo
de Pastora Imperio, figura ya maternal” (La Esfera, 16-10-1920).
|
|
“Soledad
Miralles fue ovacionadísima, viéndose obligada a hacer muchos números” (La Voz,
22-10-1920). “Soledad Miralles: viva imagen de un agradable decadentismo […].
Morena de gitanería, ojos de suaves traiciones, es esta chiquilla la fantástica
visión de una Andalucía rebelde y loca. Con su esbeltez, que prodigiosamente
conmueve al grito de los íntimos imperativos de su intención, triunfa y vence”
(La Voz, 26-10-1920). “La gentil bailarina Soledad Miralles, que con su arte y
su gracia ha sabido conquistarse las simpatías del público, ejecutó varios
números de su repertorio, siendo muy aplaudida” (La Voz, 28-10-1920).
Una artista que no deja indiferente a nadie
Con sólo dieciocho años, la artista alicantina-andaluza ya ha sabido ganarse el respeto del público y la crítica, y levanta pasiones allá por donde va. Así describe Juan Pujol una de sus actuaciones: “Se alzó el telón, y una silueta esbelta, frágil, se deslizó sobre las tablas, con la gracia armoniosa de un ave que vuela sobre el cristal de un agua quieta. Y sentí que mi corazón se paralizaba de estupor, como ante una maravillosa epifanía. […]
Era una niña, apenas púber, fina y pálida. Y bajo su vestido de percal y su pañoleta de crespón, dibujábase un cuerpo de Tanagra, hecho de curvas suaves, palpitante y estremecido al ritmo de la música y llevado y traído por la melodía gitana como una pluma por el viento. Callaba la gente, con la intuición de hallarse ante un milagro, vencida por el prodigio de la bailaora virginal y diabólica. El rostro oval, bajo la profusa cabellera sombría, tenía la palidez de un lirio. Era una faz de heroína de novela de 1830, con dos inmensos ojos negros que alternativamente se encendían con los fuegos del pecado o se entornaban bajo el peso de no sé qué dolorosa melancolía. Y viendo cómo su cuerpo palpitaba y giraba sobre los sonoros arabescos de los violines, mientras ondulaban sus brazos y tenían sus blancas manos una fugitiva apariencia de alas, suspenso ante su volubilidad y su gracia, me dije:
Sólo bailando así es como pudo Salomé obtener, del tetrarca de Jerusalén, la cabeza del Bautista […]
Tienen sus danzas, puramente populares, una estilización que el espectador de gustos estéticos poco depurados no razona, pero adivina vagamente algo que constituye la causa del encanto, del embrujamiento con que se la contempla; y es que entre los diferentes ‘pasos‘ y ‘poses‘ de su baile no hay solución de continuidad en la belleza ni en la gracia de sus líneas, en el ritmo armonioso de su cuerpo, que se retuerce y se encoge y se dilata, con la elasticidad y la facilidad de una llama viva. Ella sonríe, al compás de sus crótalos; se desliza fugitiva; echa hacia atrás la cabeza, pálida y ardiente; se desmaya en una languidez que la hace entornar los temibles ojos negros. Y no es posible sorprender, entre gesto y gesto, entre actitud y actitud, el instante del esfuerzo, ese momento de imperfección a que no escapan las demás bailarinas” (ABC, 2-10-1920).
En 1921, la prensa vuelve a situar a Soledad Miralles en Madrid, en locales como el Parisiana, el Ideal Room o el Majestic Club. Nos desvela, además, una nueva faceta de la artista: su afición por la denominada ‘fiesta nacional’. A partir de este momento, son frecuentes sus apariciones en distintos festejos taurinos, en los que, montada a caballo, tiene el honor de pedir la llave.
A finales de ese año, Soledad continúa cosechando éxitos en distintos teatros madrileños, como el de Fuencarral o el Moderno, así como en el Hotel Palace, en cuyo cartel aparece especialmente destacado el nombre de nuestra artista. La prensa de la época no deja de elogiar sus espectáculos:
“Soledad Miralles. He aquí una verdadera artista de baile; cosa, por supuesto, difícil de encontrar.
Baila con muy buen sentido musical y con mucha soltura, sin esas exageraciones que algunas veces entran en lo ridículo. Es, pues, muy digna de verse, y la aplaude mucho el público” (La Tribuna Escolar, 7-1-1922).
En octubre del año siguiente regresa a tierras andaluzas “la notable bailarina, estrella del arte de varietés, SOLEDAD MIRALLES. Arte, lujo, elegancia” (Diaro de Córdoba, 19-10-1922), que se presenta en el Salón Ramírez de Córdoba, y en el Teatro Vital Aza de Málaga.
“Soledad tiene juventud, belleza y gracia en la figura, y además se presenta en las tablas con gran lujo en el decorado y vestuario.
Todo esto, unido a que baila de manera admirable, tanto los números de género, como en los flamencos, le asegura constantemente el éxito.
Soledad Miralles dará muy buenas entradas al Salón Ramírez durante su actuación, que es de desear sea del mayor tiempo posible” (La Voz, 20-10-1922).
Tras su periplo por Andalucía, Soledad despide el año en el madrileño Teatro Versalles, donde comparte cartel con distintas artistas de variedades. La prensa destaca sus cualidades como “bailarina de temperamento que baila bien” (La Unión Ilustrada, 10-12-1922), si bien las críticas no son tan favorables respecto a su faceta de cupletista.
VIDEO |
|
Datos http://www.flamencasporderecho.com/soledad-miralles-i/ + recopilación de José María Ruiz Fuentes |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |