CHLOÉ BRÙLÉ DAUPHÍN

CHLOÉ BRÙLÉ DAUPHÍN, bailaora flamenca, más conocida mundialmente con su propio nombre artístico de CHLOÉ BRÙLÉ DAUPHÍN, nació en Montreal (Canadá)  en el año de 1978, licenciada en danza clásica por la escuela de Les Grands Ballets Canadiens, empieza su carrera como bailaora flamenca en la compañía de Javier Latorre, actuando en festivales como la Bienal de Sevilla, el Festival de la Guitarra de Córdoba, Festival de Jerez, entre otros, con el espectáculo ‘Rinconete y Cortadillo’.

El baile lo lleva en la sangre
porque nació con mucho arte,
asombrando al mundo entero
con su bello traje de volante,
reina de belleza y compás
cuando se pone a bailar
moviendo su cuerpo con arte
Chloé Brûlé Dauphín es grande.

En 2004 participa en el espectáculo ‘Torero Al-Lucinógeno’ de Israel Galván y en ‘Inmigración’ de Ángeles Gabaldón. De agosto de 2004 a febrero de 2005 actúa como bailaora solista en el espectáculo del tablao El Flamenco de Tokyo. Junto al bailaor Marco Vargas crea en 2005 el espectáculo de calle ‘Las 24. Cuando uno quiere y el otro no’, premiado en el Festival de Teatro de Palma del Río y presentado en festivales como el Mes de Danza de Sevilla o el Festival Flamenco de Mont de Marsan. La obra también cuenta con una versión para teatro que, con la colaboración al cante de Juan José Amador, se ha presentado en foros como el Festival de Teatro de Mérida.

Marco Vargas y Chloé Brûlé crean “LAS 24″ y “Cuando uno quiere y el otro no…”, este último, acompañados del cantaor Juan José Amador, espectáculo premiado en la Feria de Teatro en el Sur por Mejor dramaturgia y Mejor Espacio Sonoro, Premio del público al Espectáculo Más Innovador en Gira en la XX Feria Internacional de Teatro y Danza de Aragón. Marco Vargas y Chloé Brûlé, en la XV Bienal de Flamenco de Sevilla (2008), han obtenido el Giraldillo a la Innovación por Ti-META-BLE o el tiempo inevitable.

Hace varios años se produjo un feliz encuentro entre tres artistas: Juan José Amador, Chloé Brûlé y Marco Vargas. Feliz porque a raíz de esa colaboración los tres artistas, con personalidad y escuelas de aprendizaje diversas, encontraron un punto de encuentro para generar varios espectáculos de enorme originalidad. La fórmula les ha funcionado, y por ello perseveran en su intento de querer seguir ahondando en esa línea de investigación creativa que les ha producido buenas críticas y éxito de público. En esta ocasión, sin embargo, ha habido un cambio sustancial de planteamiento, pues si en anteriores espectáculos eran los bailaores quienes desgranaban sus sentimientos desde el interior, en este “Tripolar” es Juan José Amador quien se convierte en sujeto de emociones. El montaje se inicia con el teatro desnudo, incluso la chácena está abierta por lo que en cada coliseo el comienzo de la obra será distinta. Desde ahí los intérpretes resuenan sus zapatos por escaleras e incluso ascensores; tiran y transportan cajas e inician una presentación casi performática, más cerca de lo contemporáneo que del flamenco. Una cama aparece en escena y en ella Juan José Amador. Desde ahí la obra toma el apellido de flamenco por derecho propio. Amador no es sólo cantaor, es actor, baila y toca la guitarra e incluso tiene momentos de humor para relajar la tensión de escena. El espectáculo tiene una enorme fuerza interior, desvelando además la capacidad emotiva y de transmisión de los bailaores, que nos ofrecen movimientos flamencos mezclados con contemporáneos de una factura interesantísima. Amador es como el as de diamante de una baraja dancística.
ABC – DANZA - MARTA CARRASCO – 24/02/2011