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CONCHITA ARANDA - BAILAORES/AS |
Listado de cantaores por orden alfabético |
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CONCHITA ARANDA
CONCHITA
ARANDA FOSA, bailaora, una gran profesora de baile, conocida mundialmente con su
propio nombre artístico de CONCHITA ARANDA, nació en Cádiz el día 14 de
noviembre de 1931. Con antecedentes familiares paternos en el mundo del teatro.
Nieta de Antonia Trespalacios “La Canónica” y del apuntador teatral Manuel
Aranda. Sus abuelos paternos eran de Jerez y los maternos de Antequera. Desde
muy joven demostró cualidades para el baile, por dicho motivo su padre la apuntó
en la única academia que existía en la Ciudad y cuyo director se llamaba
Bernardo “El Aceitunero”. Como a Conchita no le iba aquel tipo de baile de moda
entonces (ella lo denominaba “baile por lo fino”) a la semana abandonó sus
enseñanzas. La gran bailaora gaditana ha fallecido este miércoles día 9 de
septiembre del año 2020, en el Hospital San Carlos a los 88 años de edad
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En casa del guitarrista Eloy Blanco, que era vecino suyo, se organizaban muchas
juergas flamencas en las que acudían muchos flamencos del Puerto de Santa María
y en donde invitaban a Conchita para que bailara. En 1964, cuando contaba con
15 años de edad, fue a Barcelona, formando parte del cuadro flamenco “Los
Chavalillos de España”, junto a los gaditanos Antonio Mera “Almendrita” y
Paquito Gutiérrez, de la calle Sopranos, que cantaba bastante bien por el
célebre Pepe Blanco. El primer bailarín era Goyito Reyes y cantaba “Naranjito de
Triana”. El grupo estuvo actuando juntos durante tres largos años.
Se casó con “Bendito” en la Iglesia de la Merced (Barrio de Santa María), el 5 de septiembre de 1951. Manolo Caracol cariñosamente la llamaba “La Bendita”, con el que actuó en Méjico Distrito Federal en el año 1958.
EL GRUPO
En 1953, se constituye el grupo. Después vendría París y detrás toda Europa rendida ante el trío gaditano. En 1958 y por mediación de Juan Vargas (el de la Venta) viajan a Méjico con Manolo Caracol, en una gira que duró un año. Dejan plantado al maestro, cuando éste partía para Buenos Aires, según Cascarilla porque “todo lo que tenía de buen artista, lo tenía de guasa”. Con el tiempo Caracol, les pasó factura, impidiendo su contratación en Los Canasteros. Nuevamente parten de gira por toda Europa. En Francia se les tributa un homenaje en el Teatro de las Naciones de París. Trabajaron en Madrid con Lola Flores, con la que actuaron varias veces en televisión en el programa “Galas del Sábado”. En su etapa madrileña actuaron en los tablaos Torres Bermejas y El Duende; en Barcelona en la Sala Catalán y la Sala Tío Pepe de Bruselas en la que Cascarilla dirigió un cuadro flamenco.
En 1971 realizaron una gira por Australia que duró cerca de dos años. El 4 de mayo de 1992, las peñas, entidades flamencas e instituciones le brindaron un merecido homenaje en el Teatro Andalucía (El Gran Teatro Falla por aquel entonces se estaba remodelando), que contó con la participación de Alfonso del Gaspar, Manuel Sordera, Chano Lobato, Rancapino, Adela La Chaqueta, Fernanda de Utrera, Juanito Villar y Mariana Cornejo. Han bailado ante la Reina Juliana de Holanda, y el rey Hussein de Jordania en París. Con motivo de la visita de la Reina Doña Sofía a Cádiz para la inauguración del Centro Cultural de Flamenco La Merced, tuvieron la oportunidad de bailar ante ella. El Ayuntamiento gaditano, en sesión celebrada en 3 de octubre de 1997, acordó conceder la denominación “Gitanillos de Cádiz” a una calle en el barrio de La Laguna
La bailaora Conchita Aranda, para siempre, en Santa María
Hoy se inaugura
la escultura realizada por José Antonio Barberá, el mismo artista que trabajó en
la obra de Chano Lobato
"Estoy
muy nerviosa y cuanto más se acerca el día más nerviosa estoy. ¿Y si lloro? Qué
vergüenza, ¿no? A mí bailar no me importa, eso no me pone nerviosa. Pero esto...
Esto... Creo que es muy grande. Voy a estar ahí siempre...". Siempre en el
Barrio, muy cerquita de la calle Público, donde se crió. Conchita Aranda y una
bata de cola, esa que manejaba diestra, como un buen capitán con la mar,
haciendo bailar a las olas. Concha Aranda y su bata de cola esculpidas en bronce
-por obra de las manos del escultor José Antonio Barberá, el empeño de la
asociación de vecinos Las Tres Torres, el dinero de Cemabasa y la mediación del
Ayuntamiento de Cádiz- estarán desde hoy, a partir de las nueve y cuarto, y para
siempre en el entorno de la plaza de la Merced. "Esto es un honor muy grande
para mí y por eso, si cuadra, lo agradeceré bailando un poco, pero un poco que,
bueno, ya tengo una edad, de hecho, el 14 del mes que viene cumplo 80 años",
dice cariñosa la bailaora que ya tiene en su haber honores como la Medalla de
Plata de la provincia o ser hija Predilecta de la ciudad, además de Gaditana del
Año, por el Ateneo de Cádiz. La artista, que también ha sido durante muchísimos
años profesora de baile de otras tantas generaciones de bailaoras gaditanas,
está "muy satisfecha" con el trabajo realizado por José Antonio Barberá, el
mismo escultor que hace unos años elaboró el monumento al cantaor Chano Lobato
situado a las puertas del Centro Flamenco de la Merced. "Soy yo", asegura
rotunda. Barberá también se encuentra "muy contento" con el resultado de su
nueva obra. "Todo surgió el mismo día de la inauguración de la estatua de Chano,
pero luego se enfrió la cosa", recuerda el artista que a finales del año pasado
recibió la confirmación para poner en marcha esta obra que cuenta con un molde
final "de 500 kilos" asegurado "por una estructura de hierro" pero que parece
leve y ligera gracias "al movimiento y el equilibrio" que recorren la escultura.
"El trabajo de los volantes de la bata ha sido muy duro, porque todos llevan
hueco y también he hecho muchos estudios de la cintura, de las caderas, he
trabajado mucho la espalda, porque Concha la llevaba bailando siempre al límite.
Ha sido difícil pero merece la pena porque creo que el resultado es muy bueno.
Es muy hermosa", defiende Barberá que idea a una Concha en pose de baile y con
un rostro que refleja la madurez de una bailaora de unos 40 años. "No, a mí que
me sacaran las arrugas y estar ahí para siempre no me gustaba", ríe la
integrante de las míticas formaciones Los Chavalillos de España y Los Gitanillos
de Cádiz. La altura de la artista también ha tenido que ser modificada. Así, tal
y como explica el creador, "aunque las proporciones se han respetado si he
aumentado la altura porque la bata de cola es bastante amplia", resuelve. Esta
noche Cádiz tiene una cita con una de sus más grandes artistas. De esta forma,
además del descubrimiento del monumento, las puertas del Centro Flamenco de la
Merced se abrirán para acoger a todos aquellos que quieran acompañar a Concha
Aranda en un día feliz. Tanto la artista como la asociación de vecinos del
Barrio de Santa María invitan a todos aquellos flamencos y aficionados a
compartir "un día especial".
Tamara García / Cádiz | Actualizado 06.10.2011 - Conchita Aranda, durante una
de sus actuaciones.
La máxima del punta y tacón
La bailaora y
profesora Conchita Aranda descubre su escultura en la Merced rodeada por su
familia, sus amigos y varios artistas que se sumaron al homenaje
"Punta
y tacón, tacón punta, punta y tacón, tacón punta...". Qué aburrimiento... Yo
quería bailar por soleá. "Paciencia", pedía mi tio Bendito a, entonces, una niña
de ¿seis, siete años? No recuerdo exactamente los años de infancia que atesoraba
cuando Conchita Aranda, su mujer, daba clases de baile a las chiquillas y
muchachas que acudíamos a la peña flamenca Juanito Villar. "Punta y tacón, tacón
punta...", nos repetía a las más pequeñas Conchita marcando el compás con las
palmas y a golpe de melena. Había que coger fuerza en las piernas. Yo no lo
entendía. Yo quería bailar por soleá. Y, aún así, obedecíamos y taconeabamos.
Años después, las escobillas, los replantes, la serie de pasos no resultaban tan
complicadas gracias a la máxima de "tacón punta, punta y tacón".... Una
sentencia que el viernes se repetía en mi cabeza como una letanía. Allí estaba
Conchita, la misma coleta que agarraba de raíz para sacudirla en la salida de la
bulería (algo que sus alumnas imitamos con orgullo), la misma elegancia en el
plante a pesar de su pequeña estatura, la misma majestad en el braceo. Allí
estaba, al filo de los 80 años y agradeciendo como mejor sabe, bailando, el
cariño de todos aquellos que acudieron al acto de inauguración del monumento que
lleva su figura junto a la Merced. A la gran personalidad del baile que fue la
recuerdo en fotografías, en todo lo que me cuenta mi tío Bendito que, junto con
ella y José Vargas Cascarilla, recorrieron países y continentes llevando el
nombre de su ciudad con Los Gitanillos de Cádiz, y en algunas de sus últimas
aparaciones profesionales cuando yo rozaba la adolescencia. A la profesora la
llevo en los pies, en los brazos, en el pelo, en la piel. Doña Concha Aranda me
enseñó, como a otras tantas generaciones de gaditanas, a bailar y a subir a un
escenario. De mí no hizo carrera, pobre, pero sí de muchas otras. Y, sobre todo,
por encima de todo, me enseñó, junto con mi abuela, a respetar, a entender y a
amar con todo mi corazón esa disciplina tan hermosa que es el baile flamenco.
Por eso, el pasado viernes, no fuimos pocos los que nos emocionamos al
contemplar a Conchita Aranda apuntando la bulería sobre el escenario con el
cante de Felipe Scapachini, uno de los artistas de Cádiz que se quiso sumar al
homenaje a la bailaora y profesora al igual que Carmen de la Jara, Manoli de
Gertrudis, su hermana Paca, Charo Ramírez (hermana de Chano Lobato), Luisa la de
Enrique, Naim Real y un grupo de mujeres que aprendieron a bailar con Conchita
tanto de la peña de La Perla como en Juanito Villar. La alcaldesa de Cádiz,
Teófila Martínez y varios de sus concejales, el presidente de la Asociación de
Vecinos Las Tres Torres, artífice de este homenaje, el flamencólogo Félix
Rodríguez, que presentó el acto, el presidente de la Cátedra de Flamencología,
Antonio Barberán, y los presidentes de varias peñas de la ciudad compartieron
con Conchita su día especial, además de José Antonio Barberá, autor de la
escultura, muchos aficionados, su hijo, sus nietos, su marido y el amigo
Cascarilla. Hubo cante, poemas y baile. Y hubo cariño y muchos recuerdos. Y el
compás de fondo del punta y tacón, tacón y punta.
Tamara García / Cádiz | Actualizado 10.10.2011 - Conchita Aranda, abrazada
por su marido Bendito y acompañada de Cascarilla, contempla su monumento.
Muere Conchita de 'Los Gitanillos de Cádiz'
La gran bailaora
gaditana ha fallecido este miércoles en el Hospital San Carlos a los 88 años de
edad
Concha
Aranda agarraba la raíz de la coleta en la que recogía su abundante melena y la
hacía dar vueltas y vueltas; era la salida de su bulería, a veces, su entrada;
un sello personal que paseó por escenarios de medio mundo cuando el mundo era
grande, difícil y sólo al alcance de unos pocos. Concha Aranda, toda cabello
azabache, toda ojos, en pantalones como Carmen Amaya o en bata de cola como
domando todo el mar de su tierra, lo bailó y se lo puso por montera siendo la
gran estrella del trío Los Gitanillos de Cádiz, que compartía con su marido
Alfonso Bendito del Valle y José Vargas Cascarilla. Un trío, hoy 9 de
septiembre, definitivamente desaparecido con la muerte de la gran bailaora
gaditana que ha dejado este mundo que tan bien conoció a la edad de 88 años en
el Hospital San Carlos debido a un fallo multiorgánico. Su único hijo, Alfonso
del Valle, ha querido agradecer la labor del facultativo José Gonzo Aparicio
Oliver que estos últimos días ha tratado a la artista en el hospital isleño
donde estaba ingresada tras ser trasladada desde el Puerta del Mar tras
encontrarse mal en su domicilio, en el gaditano Campo del Sur, en el que se
había retirado de la vida pública prácticamente desde que su marido Bendito,
fallecido en 2018, sufrió una caída tras la que empezó a deteriorarse su estado
de salud. Pero antes de que todos estos achaques se cruzaran en su camino, pocos
gaditanos no conocían desde lejos el perfil de esta pareja menuda e inseparable
cuyos destinos se cruzaron de manera definitiva en Barcelona, donde ambos
coincidieron buscando la vida del artista, a pesar de que se conocían desde
niños en el barrio de Santa María, él, de Mesón, ella, de la calle Yedra aunque
criada en Público. Allí, en el corazón del barrio, donde siempre vivirá tras la
inauguración de su efigie en octubre de 2011 en la plaza de la Merced, Conchita
(Cádiz, 1931) se sintió atraída a muy temprana edad por el baile, incluso fue
alumna, durante un corto periodo de tiempo, de esa figura no lo suficientemente
reconocida en la ciudad como fue El Aceitunero, profesor de profesores. Conchita
Aranda y Bendito del Valle, junto a la estatua de la bailaora en la plaza de la
Merced.Conchita Aranda y Bendito del Valle, junto a la estatua de la bailaora en
la plaza de la Merced. Hija de Fermín Aranda y Concepción Fosa, encontraría en
sus abuelos paternos antecedentes artísticos en el mundo del teatro pues era
nieta de Antonia Trespalacios 'La Canónica' y del apuntador teatral Manuel
Aranda, sin embargo, fue en las fiestas en la casa de su vecino, el guitarrista
Eloy Blanco, donde se despertaría su amor por el flamenco. En 1946, sólo con 15
años de edad, partió Conchita a Barcelona con el grupo Los Chavalillos de España
y allí es donde se reecontraría con Bendito con quien se casaría en Cádiz, en la
iglesia de la Merced, en 1951. Dos años más tarde, junto con Cascarilla, al que
conocian también del barrio, formaron el grupo Los Gitanillos de Cádiz donde
volvieron a conquistar Barcelona y hasta París, donde fueron para 3 meses y se
quedaron 14 años. La bailaora Conchita ArandaFrancia pero también Holanda, país
que recorrieron durante tres meses en los años 60 junto con la bailarina
cantante y actriz Josefine Becker, la Venus de bronce, y con el guitarrista
clásico Narciso Yepes; México, junto a Manolo Caracol, Argentina, dos años de
gira en Australia... En definitiva, 17 años de Gitanillos de Cádiz donde el
baile de Conchita Aranda despuntaba por su elegancia, maestría y gracia.
Diecisiete años llevando el nombre de su ciudad por los cinco continentes que le
valió al trío para recoger reconocimientos en su tierra como la Medalla de Plata
de la provincia, Hijos Predilectos de la ciudad y una calle que se inauguró en
1997. El último de esos detalles de Cádiz con la artista fue la inauguración de
la estatua que recrea su figura en bata de cola y que está situada junto al
Centro Flamenco de la Merced junto a otras dos grandes estrellas del flamenco
gaditano, Chano Lobato y Mariana Cornejo. "Creo que esto es muy grande. Voy a
estar ahí siempre", diría aquel octubre de hace 9 años Conchita, posiblemente,
la última vez que se la vio bailar en público. Lo hizo rodeada de amigos y de
su ejército de alumnas de varias generaciones, porque fue Conchita también una
gran maestra de maestras, a las que enseñaba desde su regreso a Cádiz en 1974 en
academias en El Cantábrico y en las peñas Canalejas, de Puerto Real, y La
Amistad, La Perla de Cádiz y Juanito Villar. Y bailó Conchita aquel 5 de
octubre, bailó al filo de los 80 años y como si el tiempo no pasara; bailó con
sus manos como palomas, con sus ojos encendidos, con sus pies sabios en las
artes del punta y tacón, y con su pelo, ¡qué pelo!, girando una y mil veces en
la salida de la bulería.
TAMARA GARCÍA - Cádiz, 09 Septiembre, 2020 - Conchita Aranda, acompañada por
Bendito del Valle a las palmas y por Peret a la guitarra
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Enlace Festival de Jerez + recopilación de José María Ruiz Fuentes |
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