LA MACARRONA

 

JUANA VARGAS DE LAS HERAS, bailaora gitana, más conocida en la historia del arte del baile flamenco con el nombre artístico de LA MACARRONA, nació en Jerez de la Frontera, en el barrio de Santiago el día 3 de mayo del año de 1870, y murió en Sevilla el 17 de abril  del 1947, descendiente de Tío Juan y Tío Vicente Macarrón, hermana de María la Macarrona. Se inició siendo muy niña en la vida artística de su ciudad natal. A los ocho años fue contratada para actuar en el café sevillano de La Escalerilla, viéndola bailar el Mezcle, quien la llevó a actuar al Café de Las Siete Revueltas de Málaga, donde según su biógrafo Juan de la Plata, estuvo actuando dos años consecutivos. Después pasó a Barcelona, actuando en los cafés cantantes barceloneses, para reaparecer en Sevilla, en el Café de Silverio, alternando con Lamparilla, Juana Antúnez, La Honrá, Salud Rodríguez, La Viuda, Rosario la de Roble, Mariquita Malvio, Antonio El Pintor, El Varea, El Macaco, Fosforito y don Antonio Chacón

 


bailaora de mucho tronío,
conquisto el mundo entero
con su arte del mejor poderío,
siempre estará en el recuerdo
como la mejor que a nació,
para representar el baile
de la historia que se ha tenido.


 

A continuación forma parte del elenco del sevillano Café Burrero, junto a Fernanda Antúnez y La Mejorana. En Madrid debutó en el Café Romero, volviendo a Sevilla para reaparecer en el Café Burrero. En 1889, debuta en París, en el Gran Teatro de la Exposición, capital a la que volvió en 1912, para dar un solo recital. Prosigue bailando en los cafés cantantes, haciéndolo en 1914, en el Café Novedades sevillano, con la Malena, La Sordilla, La Melliza, La Roteña, La Trini, Rita Ortega, La Macaca, La Junquera, El Tiznao y El Ecijano, hasta 1918 por su paso al Kursaal, y en 1923 al Salón Variedades. En 1922, participa en el espectáculo "Ases del arte flamenco", en el madrileño Ideal Rosales, con la Antequerana, Faíco, El Estampío, El Mochuelo y Ramón Montoya. De nuevo actúa en Sevilla, 1925, en la Parrilla del Hotel Alfonso XIII ç, y al año siguiente realiza una gira por la geografía española con un espectáculo del empresario Vedrines. Otra vez en Madrid, en 1926, actúa en el Monumental Cinema. Después de años formando parte de diversos elencos organizado por El Maestro Realito, retornando a Sevilla, hasta que, en 1933, la Argentinita la lleva, en compañía de otros veteranos artistas, al espectáculo "Las Calles de Cádiz", presentado en Madrid y representado en diversas ciudades hasta 1934.

 


Madrid (Puerta de Alcalá) le rinde honores

 


Paris


Finalizada la guerra civil, reaparece con el elenco de Concha Piquer, interpretando la misma obra. En 1946, un año antes de su muerte, se le tributó un homenaje benéfico en el Teatro San Fernando de Sevilla, con funciones de tarde y noche, en el que actuaron, entre otros artistas de distintos géneros, Pepe El Culata, La Malena, y varios intérpretes jóvenes como Naranjito de Triana, Lolita Sevilla y Dolores La Algabeñita, abriendo la sesión el actor Rafael Cárdenas, que recitó un poema de José Antonio Ochaita. La personalidad artística de La Macarrona, considerada como una de las más destacadas bailaoras de todos los tiempos, fue glosada así por Fernando el de Triana: "Esta es la que hace muchos años reina en el arte de bailar flamenco, porque la dotó Dios de todo lo necesario para que así sea: cara gitana, figura escultural, flexibilidad de cuerpo, y gracia en sus movimientos y contorsiones, sencillamente inimitables. Cuando su mantón de Manila y su bata de cola salen bailando y hace después de unos desplantes la parada en firme para entrar en falseta, queda la cola de su bata por detrás en matemática línea recta; y cuando en los diferentes pasos de dicha falseta tiene que dar una vuelta rápida con parada firme, quedan sus pies suavemente reliada en la cola de su bata, semejando una preciosa escultura colocada sobre delicado pedestal. ¡Esta es Juana la Macarrona! He aquí la mujer más representativa del baile flamenco.


La Macarrona, Pepe Torre, Manuel Torre, y Manolo de Huelva,
entre amigos, Fiesta en el tiro de Pichón de Tablada, Sevilla

Vista panorámica de Jerez de la Frontera

 


Sobre la Macarrona fulgen todos los prestigios.
Es una emperatriz gitana de más lato abolengo que Pastora. Álcese de su silla con la majestuosa dignidad de una reina de Saba. Soberbiamente. Magníficamente. Sube los brazos sobre la cabeza como su fuese a bendecir al mundo. Los hace serpentear trenzando las manos, que doblan las sombras sobre las sombras de sus ojos. Ha llegado al fondo del tabladillo, tras el revoleo de su falda almidonada oculta al
tocaor. Desde el fondo avanza redoblando su taconeo sobre el tabladillo, del que se alza al polvo como una nube que fuese a elevar hacia el cielo a la bailaora. Lentamente, con una cadencia religiosa, desciende los brazos hasta doblarse a la altura del vientre, que avanza en una liturgia, entreabre la boca sin brillo, y muestra sus dientes, rojizos como los de un lobo, tintos de sangre. Y el rojo pañolito anudado sobre la nuca. En otro ritmo isospechalble balancea una pierna y roza el tablao con la punta del pie, entre el gracioso revoleo de las enaguas, levemente subidas con la diestra, y en lo alto la siniestra, cuyo índice a punta al cielo. Y luego enarca entrambos y son como las asas de la anáfora de su cuerpo. Gira. Se expande por el escenario el amplio vuelo almidonado de la gran cola blanca del vestido de batista. Es como un pavo real, blanco, magnifico y soberbio. Sobre su cara de marfil ahumado, la blancura agresiva y sucia de sus ojos, y sobre su pelo negro y mate, se desmaya un clavel que cae rendido de estremecimientos en el redoble final de aquellos pies de maravilla calzados con zapatillas de carmín, como si hubiese un charco de sangre a sus pies. La gente permanece silenciosa y anhelante, con un fervor un poco religioso, mientras los pies de la Macarrona acompasan su baile. Los acordes de la guitarra tienen ahora un valor ínfimo. Porque la Macarrona baila a compás de su taconeo bárbaro. La Macarrona se transfigura. Su cara negra, áspera, de piel sucia, cruzada de sombras fugitivas, entre las que relampaguean los ojos y los dientes, se ilumina en la armonización de la línea del cuerpo. Es tan grande la belleza de la línea del cuerpo. Es tan grande de la belleza de la línea del cuerpo, que arrulla la fealdad de la cara. Sin duda que el espíritu de esta mujer en otra carne bailo en el palacio de un faraón. Y en la corte de Boaddil".
El Diario de Cádiz, en su edición de 12-1-1889, publicó la siguiente declaración del Shah de Persia, entusiasmado por el baile de La Macarrona en París: "Esta graciosa serpiente, es capaz de hacerme olvidar a todas mis almées de Teherán".
El guitarrista y pintor
Fabián de Castro y La Macarrona, año 1907

 

Silverio Franconetti. En 1870 dirigió el salón "El Recreo" de Sevilla, y posteriormente, en asociación con Manuel Ojeda "El Burrero" (Café del Burrero) y Frasquito "El Manga", amplio el local y lo rebautizo como "Café de la Escalerilla". En este punto es importante aclarar que el primer café cantante que se estableció en Sevilla fue en 1842 en la antigua calle Lombardos, hoy Muñoz Olive, también existía el de la Plaza de la Paja, el de la calle Triperal, actual Velázquez, pero no hay duda de que Franconetti, fue el que le dio el espaldarazo y el arranque del éxito a la afición por el cante hondo.

Tras la ruptura con sus socios, fundo en 1881 el "Café de Silverio" en la calle Rosario de Sevilla, que pronto se convirtió en punto de referencia del Flamenco y lugar de reunión de lo más granado de este arte a finales del siglo XIX. Antonio Chacón, La Serneta, Francisco Lema "Fosforito", Miguel Macaca, Dolores <<La Párrala>>, La Mejorana, etcétera.

VIDEO

 

Datos extraídos del Diccionario Flamenco Cinterco - 1985. poema e imágenes de José Maria Ruiz Fuentes

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El Arte de Vivir el Flamenco © 2003
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