LA ARGENTINA
ANTONIA MERCÉ Y LUQUE, Bailarina de español y bailaora, más conocida por el nombre artístico de LA ARGENTINA, originado por su país de nacimiento, Buenos Aires (Argentina), en el año de 1890, y murió en Bayona (Francia), el día 18 de julio de 1936. Hija de padres españoles, profesores y primeros bailarines del Teatro Real de Madrid. Desde los seis años residió en España. Discípula de sus padres, a los catorce años debutó en el Teatro Romea de Madrid, y también en el Apolo. Un grupo de intelectuales le organizó un recital en el Ateneo de Madrid, siendo la primera bailarina que actuó en esta entidad cultural. Del madrileño Teatro Romea pasa al Príncipe Alfonso y después al Salón de Madrid, alternando el baile con el cuplé. Seguidamente alterna en la Sala Imperio con Raquel Meller y Tórtola Valencia.
Recorrió el mundo entero,
con el mejor arte sin igual,
se gano a toda la afición,
por su manera de bailar,
era como un torbellino
con arte gracia y compás,
que se metía en tu cuerpo
sin podértela arrancar.
Abandona Madrid
en 1911 y se instala en París, siendo contratada en el teatro de variedades Le
Jardín, donde interpreta una serie de bailes andaluces acompañándose con las
castañuelas. Continúa sus actuaciones en la capital francesa, en 1912, en el
Trianon Palace, y durante los dos años siguientes recorre Alemania, Bélgica,
Gran Bretaña y Rusia, aumentando su repertorio con bailes y coreografías sobre
obras musicales de Albéniz y Granados. La guerra mundial le sorprende en Rusia,
desde donde regresa a Francia y se une a un conjunto español llamado El Embrujo
de Sevilla, en el que figuran Faíco y Antonio el de Bilbao, que debuta en el
Teatro Alhambra de Londres. Se traslada a América. Iniciando una gira que
comienza en Buenos Aires, en 1915, y termina en Nueva York, donde en 1916 se
presenta en el Teatro Máxime Elliot's, con el estreno de Goyescas de Granados,
tras haber recorrido Uruguay, Chile, Venezuela, Méjico y Cuba. Regresa a Francia
en 1918, y prepara el montaje de El amor brujo, de Falla, durante cuatro años, y
aconsejada por el compositor viaja a Granada, para conocer los bailes de los
gitanos del Sacromonte, en los que se basa para interpretar La danza del fuego.
Mientras realiza estos ensayos, prosigue sus actuaciones en Francia. Estrena la
obra en el Trianon Lyrique de París, en 1925, con un éxito que se puede sopesar
a través de los comentarios de la crítica, entre ellos los siguientes: Antonio
Fernández Cid: «es una versión deslumbrante»; Ángel Zúñiga; "que no toque nadie
lo que ella estampó rotundamente, como perfil de una medalla". Y del mismo
Falla: «Usted y El amor brujo son una misma cosa». Se presenta, en 1926, en la
parisina Sala Gaveau con bailes sobre obras de Granados, Albéniz y Falla. En
esta ocasión la elogia el famoso crítico André Levinson. En 1927, baila por vez
primera en el Teatro de los Campos Elíseos de París, y a continuación realiza
una tournée por todo el mundo: Egipto, India, Filipinas, China, Japón, Estados
Unidos, Checoslovaquia, Austria, Suecia, Italia, Gran Bretaña. etc. La aclaman
como a la primera bailarina de la época, y una fecha fundamental para su
trayectoria v sobre todo para la danza española, es mayo de 1929, al presentar
en 1a Opera Comique de París su primera Compañía de Baile Español, es decir, la
primera compañía española de ballet que se conocey que supone un nuevo camino
para nuestras danzas, en la que entre otros artistas figuraron La Joselíto y
Frasquillo.
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Vuelve a realizar una gira por distintos
continentes, y en 1933 ofrece su primer recital en la Ópera de París, lo que
representa su definitiva consagración, añadiendo a su ya amplísimo repertorio
sobre piezas musicales españolas, los estilos flamencos: el zapateado, el tango,
las alegrías, etc. El 22 de junio de 1935, hizo un viaje de veinticuatro horas,
desde París a Madrid, para tomar parte en el festival que se organizó en el
Teatro Español, para contribuir a la edición del libro Arte y artistas flamencos
de Fernando el de Triana, que le dedicó su autor. Siempre mantuvo el deseo de
perfeccionar El amor brujo, y en 1935 presentó este ballet en el Teatro Español
madrileño, interpretando la figura de Candelas y Vicente Escudero la de Carmelo,
Miguel Molina hizo de espectro y Pastora Imperio de Lucía. Era su intención.
Según se ha escrito, aparecer como la antítesis de Pastora Imperio, que en su
versión de 1915 era todo temperamento gitano. La Argentina quiso contrastar, al
bailar las dos juntas, la otra forma estilizada de bailar el citado ballet. En
1936 vuelve a estructurarlo, esta vez acompañada de Vicente Escudero, llevando a
cabo una versión a base de cuadros con movimientos violentos y fuerte colorido,
que estrena en España, y después en París, concretamente en el Teatro de la
Ópera. El 18 de Julio de este año, se traslada desde Bayona a San Sebastián,
para presenciar un recital de danzas vascas que se celebra en su honor. Cuando
vuelve a su casa de Bayona sufre un infarto de miocardio y fallece
repentinamente.
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Estaba en
posesión de la primera condecoración concedida por el Gobierno de la Segunda
República española, entregada por Manuel Azaña en 1931. También fue distinguida
por el Gobierno Francés, que le otorgó la Orden de la Legión de Honor. En la
sala Pleyel de París, existe la siguiente inscripción: «En recuerdo de la que
aquí bailara y que fue llama viva y pura armonía de España». En Francia se creó
la Asociación de Amigos de La Argentina y en el Museo de la Opera dc París
figuran trajes y objetos que le pertenecieron, por ser la única bailarina que
tuvo por vez primera el inusitado honor de celebrar conciertos en aquel teatro,
dedicado por entero a la representación de ópera y ballet. En la capital
francesa, se le tributó un homenaje al cumplirse los veinte años de su muerte,
participando en él organismos oficiales, entidades culturales, músicos,
escritores y artistas de diversos géneros. Otro homenaje se le rinde en Madrid,
en 1982, organizado por el Comité Español del Consejo de la UNESCO. Las obras
más destacadas que se han escrito sobre su vida son las siguientes: La
Argentina, de Andrés Levinson; La víe bréve de La Argentina, de Suzanne F.
Cordelier; La Argentina, vista por José Clará, con textos de Néstor Luján y
Xavier Montsalvatge. Artículos, comentarios, incluso poemas, proliferan en torno
a la mítica bailarina. Algunos. Por ser juicios de expertos en amplios aspectos
de la danza, deben mencionarse para un mayor conocimiento de su personalidad
artística. Vicente Escudero le dedica un capítulo en su obra Mi baile,
alabándola en estos términos: Antonia Mercé que fue la creadora de una escuela
de baile, tan propia, tan genuina, que de ella partieron y a ella vienen a parar
cuantos pretendieron o intentan dar universalidad a la danza española. Y sigue
diciendo al hablar de sus castañuelas: «Su genialidad alcanzo, sin embargo, el
grado máximo de expresión con los palillos, lo que le valió el título de "reina
de las castañuelas". Fernando de Triana: <Mucho se ha dicho de Antonia Mercé
pero falta esto: que no sólo es la primera bailarina en el teatro sino la mejor
bailaora en el tablao». A José Clará, escultor que la dibujó en múltiples
movimientos y conocía todas sus coreografías, le parecía que «su versión de El
amor brujo es la versión más culta de la danza popular andaluza, más domada, la
más perfecta que se haya hecho jamás. Ángel Zúñiga, que la conocía desde cuando
bailaba en las salas de variedades, opina sobre su técnica así; <conocía por el
estudio lo que había que hacer y evitar en cada baile. Fue prodigio de
sensualidad en la Serenata de Malats, femenina candonga en Cuba de Albéniz, una
luz que estallaba como cohete en las banderillas de fuego de su Corrida de
Valverde y sus castañuelas siempre repicando a gloria» Andrés Levinson el mejor
crítico de danza de París: «.gracias al esfuerzo de esta europea, el baile
ibérico se eleva hasta la dignidad de un gran arte. La Argentina rompe con la
voluptuosidad del origen carnal de su baile. Sujetando el ritmo y convirtiendo
sus pasos en danza, transforma por ejemplo su famosa Corrida en un juego amable
y delicioso el drama sangriento de los ruedos y los ritos de muerte de la
Tauromaquia». Sebastián Gasch: «Ritmo y nervio, instinto y regla, ciencia e
inspiración. Argentina tenía tantas almas como trajes llevaba. Su talento
poliédrico permítale interpretar con auténtica perfección todas las danzas de
las regiones españolas, amén de las de la España colonial, dando a cada una de
ellas la técnica y el carácter apropiados». Vuillermoz: «Cada una de sus danzas
es una creación psicológica, hasta sus entradas y salidas, su manera de saludar,
de conceder o rehusar un bis, son igualmente pinceladas de una finura
deliciosa». García Lorca: «Una bailarina española o un cantaor, o un torero,
inventan, no resucitan, crean. Crean un arte único que desaparece con cada uno y
que nadie puede imitar». El estudioso de baile Lessington, llega a la conclusión
de que: «La mejor de todas fue Antonia Mercé, La Argentina. Ni Paulova, ni
Taglioni, ni Elssler: La Argentina».
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Datos extraídos del Diccionario Flamenco de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz Cinterco - 1985. poema y postales de José Maria Ruiz Fuentes |
El Arte de Vivir el Flamenco © 2003 |