ENTREVISTA HISTORICA A El MOCHUELO cantaor flamenco (Estampa, 1936)

 

 Sic transit gloria mundo. Cincuenta años o La vida de un cantaor

Transcripción literal de la revista ‘Estampa’ de Madrid. Entrevista firmada por José Simón Valdivieso y publicada el 23 de mayo de 1936


Antonio Pozo el Mochuelo con el periodista Valdivieso
(Foto Contreras y Vilaseca, Estampa)


Antonio Pozo el Mochuelo (Foto Martínez, Estampa)


LO QUE VA DE AYER A HOY

Quién no ha oído alguna vez, cómo un gramófono, después de inevitable carraspeo preliminar gritaba con su vocecilla lejana y agria de gnomo acatarrado: “Farruca cantada por “el Mochuelo”?

“El Mochuelo” ha sido, entre los cantaores de flamenco, el de mayor popularidad. Los habrá habido más considerados por los inteligentes, pero más del dominio público, más universalmente conocidos, no.

Pues bien, “el Mochuelo”, el auténtico Antonio Pozo, viejo y pobre, luchando bravamente con la vida, simultanea la humilde ocupación de camarero en un bar excéntrico, con sus actuaciones en el tablao del único café de cante que en Madrid queda, donde con voz temblona y como empañada de una amargura tácita que el público no advierte, canta unas coplas tristes, de un simbólico dramatismo que resbala sobre la sensibilidad primitiva del auditorio (catetos que vinieron a vender sus hortalizas al Mercado de la Cebada, escribientes de juzgados, jaques y marchositos, maestros de obra, daifas de literatura rusa…) “Castillos he visto yo – abatíos por la tierra…”, canta el Mochuelo con su voz húmeda de lágrimas, mientras el público apaga con el fragor de su orgía rural los dos últimos tercios de la “soleá”: “naide se tenga por grande, que er mundo da muchas güertas”. Sic transit gloria mundi!

Hemos hablado con el Mochuelo. Frente al reporter, este hombre chiquitín y pulcro, se crecía recordando sus épocas de gloria y de triunfo, y en su mirada lucía un brillo de juventud que desmentían canas y arrugas de consuno. He aquí lo que nos dijo el célebre cantaor:

Tengo sesenta y tres años y soy casado reinsidente. ¡Valor que tiene uno!

¿Es usted andaluz?

De Seviya, pos claro. De Seviya, na ma. ¿De dónde iba yo a se, cristiano?

¿Hace mucho que empezó usted a cantar?

Unos cincuenta años. Era yo un chavea con mis buenos dose añitos y trabajaba de aprendiz de cuchillero dándole ar fuelle, que era pa lo único que servía y por lo que me daban reá y medio diario. ¿Osté carcule! Un día me oyó de canta un guardia, que era amigo de mi padre, y me dijo: “Chavea, tu quies cantá ande te oiga la gente que chanela de cante?” “Por claro que quiero”, contesté. Y fue y me llevó a un café que había en la Puerta de Carmona. Cante, gusté mucho… y no me dieron na, pero ar día siguiente me hisieron de vorvé y me dieron un duro. Lo primero que he ganao con er cante. Después hise una turné por Málaga, Córdoba y Ronda con el célebre Silverio Franconetti y las auténticas “Viejas ricas”, cobrando mi sueldo tos los días. De ahí arranca “mi carrera”.

CIEN MIL DUROS “CANTIÑEÁNDOSE” POR MALAGUEÑAS

¿Le ha producido mucho el cante?

He cobrao de sueldo hasta veinte duros diarios. Y de los discos de gramófono he llegao a cobrar hasta siete mil quinientas pesetas por impresionar una sola matriz. Pero el dinero, ande se ganaba de verdá era en las reuniones, cuando había verdaderos y güenos afisionaos ar cante, que pagaban como príncipes. ¡Aquella época buena de los altos de Fornos…! Así, en globo, creo que he venío a ganar en mi vida de cantaor unos cien mil duros.

¿Y conserva usted…?

Cuatro pesetas treinta y sinco séntimos, que es to mi capital en este instante.

¡Brava cifra!

Me ha gustao vivir bien y no le he dao nunca demasiada importancia al dinero. Se ha rosao uno con la grandesa, y algo se pega de sus costumbres.

¿Con la grandeza? Precisemos: ¿a qué llama usted la grandeza?

Pues, hombre, yo he cantao en casa del Marqués de la Romana, del Gran Duque Wladimiro; ante su Majestad el Rey dos veses… Si esto no es la grandesa, usté dirá.

Y de España, ¿ha salido usted?

Estuve en América. He cantao en Buenos Aires, Rosario, Montevideo, Méjico… Gusté mucho y traje plata; pero de todo ello sólo me queda este dije, recuerdo de un homenaje que me hicieron en Buenos Aires. Ya ve usté que es de oro y tiene sus piedras finas; pues ni en los momentos más difísiles ni de mayor desesperansa, me ha pasao siquiera por la imaginación el desprenderme de él. Pué ser que un prestamista le diera bastante valor, pero pa mí vale mucho más. ¡Romantiquismo! Una mijita romántico que es uno.

¿Qué es lo que canta usted mejor?

Lo que canto con más cuidao, las malagueñas. Lo que me ha dao más fama, las guajiras y la farruca. Pero canto de to. Cante jondo propiamente dicho, que es eso que llaman cante serio los profesionales y que comprende las siguiriyas gitanas, soleares, jaberas, polos, cañas, martinetes, tonás, livianas, etcétera; y cante tirao, como son las alegrías, bulerías, fandanguillos… ¡Ah!, y además, canto jotas y asturianas.

EL PRIMER CANTAOR QUE SE PRESENTÓ AL PÚBLICO BIEN VESTIDO Y SIN VARA

¿Cuál es el origen de su apodo?

Pues verá usté. Cuando yo empesé, estaban de moda entre los cantaores el Canario grande y el Canario chico. Una noche estaba yo cantando en un cuarto y unos que me escuchaban desde fuera estaban comentando: “El Canario grande no es, y el Canario chico tampoco; ¿qué pájaro será este?”. Y un chuflón que les oía, contestó: “¿Pues no estáis viendo ustede que canta de noche? ¿Qué pájaro va a se? Un mochuelo”. Y con er Mochuelo me quedé. Hombre, si va usté a publicar esto no se olvide de desir que yo acabé con aquel tipo de cantaor vestío de corto, que subía al tablao con una varita pa haserse son. Diga usté que yo he sío er primero que se presentó al público bien vestío y sin vara.

LA VEJEZ TRISTE DEL REY DE LAS FARRUCAS

Y este hombrecillo, que ha sido en sus años mozos un ídolo de multitudes, que con los jipíos y trinos de su garganta privilegiada, lo conquistó todo: amor, fortuna, popularidad, va ahora a exhibir su figura senecta y a cantar con voz rota aquellas mismas coplas que antes enardecían de entusiasmo y ahora ni siquiera escuchan los que no ven que el Mochuelo, en su triste decadencia, se ahoga, más que por falta de facultades, por exceso de pena.

 

JOSÉ SIMÓN VALDIVIESO

http://www.flamenco-world.com/artists/mochuelo09/emochuel18062009.htm

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