BASTIAN BACÁN
SEBASTIÁN PEÑA PEÑA, cantaor gitano, más conocido en el mundo del arte del cante flamenco con el nombre artístico de BASTIAN BACÁN, nació en Lebrija (Sevilla), el día 15 de octubre del año de 1911, y murió en su domicilio de Lebrija el día 21 de septiembre de 2007. Perteneció a una legendaria estirpe de gitanos matarifes y carniceros: Los Funi. Bastián, era hijo de Juan Peña Peña y de Fernanda Peña Vargas, nacida en Utrera e hija, a su vez, de Fernando Peña Soto (conocido en el ambiente flamenco como “Pinini” y creador de una modalidad de “Cantiñas”) que, aunque nacido en Lebrija, marcha muy joven a Utrera y allí se casa con Josefa Vargas Torres, con la que tiene 2 hijos y 7 hijas; entre ellas, Inés, madre de las famosas “niñas de Utrera”, Fernanda y Bernarda. Otros hermanos de Bastián fueron, Juan, Inés, Fernando, padre del cantaor y bailaor Miguel “Funi”, y, Diego “El Lagaña”, conocido siguiriyero. Todos ellos continuadores en el trabajo familiar de matarifes y carniceros.
El cante de
Bastián Bacán,
que nunca se podrá olvidar
lo llevo
tan dentro de su alma
este gran cantaor gitano,
que será siempre inmortal
para toda la afición de España,
Bastián, el mayor de los hijos de Juan Funi, por sus excelentes aptitudes para el “trato” y conocimiento del ganado, era el encargado de la familia para el rastreo y la compra del mismo –coincidiendo muchas veces con su amigo “El Pelao” que a la postre se convertiría en su suegro- que unas veces se sacrificaba en Lebrija y otras se trasladaba para su venta a diferentes mataderos de la comarca. Este trabajo suponía el manejo de importantes cantidades de dinero para la compra que se cerraba normalmente en la barra de algún bar con el consabido copeo que las más de las veces terminaban en “juerga” donde el cante se erigía en protagonista: es importante resaltar que para Bastián, como para cualquier miembro de esta familia, el cante es consustancial con su ser y estar en la vida; para ellos, cantar y bailar no está ligado con el profesionalismo sino con una manifestación natural de sus sentimientos cotidianos.
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El apodo de “Bacán”, que lo desligaría del legendario “Funi”,
ancestral en esta familia, es consecuencia de su afición al
ciclismo practicante, que le duraría hasta los 60 años, y al
hecho de que sus amigos de pedales lo apodaran con este
calificativo. Como consecuencia, su hijo Pedro, guitarrista de
renombre internacional, adquiere el sobrenombre de “Bacán”
cuando, por tradición familiar, le hubiera correspondido el de “Funi”.
Al igual que Inés, transmisora con su cante del eco de “Los
Bacanes” y Juan, continuador en la profesión familiar de
carnicero. Los tres nacidos de su matrimonio con Ana Peña Vargas
“Ana la del Pelao” de la que enviudó en agosto de 1995.
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Bastían Bacán era cantaor por naturaleza, aunque nunca llegó
a dedicarse a ello como profesión, al margen de algunas
colaboraciones en trabajos de su hijo Pedro. Sin embargo, “el
chache Bacán”, como era conocido en los círculos flamencos, era
poseedor de una sabiduría cantaora fuera de lo común, tanto por
genética como por vivencias: Su abuelo Pinini, su madre
Fernanda, su tío Benito, Juaniquí y otros muchos grandes del
cante gitano, transmitieron a éste los grandes secretos de la
Soleá, La Siguiriya y La Bulería, santo y seña de las familias
cantaoras del Bajo Guadalquivir. Además –y, repito, sin ser
profesional- fue capaz de depurar su propio aprendizaje y
conformar un cante propio, lleno de ricos matices melódicos y de
una gran profundidad expresiva. Fueron muchos los artistas, ya
consagrados algunos, que pasaron por su casa para impregnarse de
sonidos atávicos y del magisterio en “la colocación” del cante.
Se nos fue su cante en vivo pero gracias a su hijo Pedro, los aficionados siempre podrán encontrar la enjundia de su eco en discos como “Noches Gitanas en Lebrija”, “Historia del Flamenco” o “Flamenco en vivo desde Lebrija”. Que Undebé lo acoja en su seno.