PERET
 

 

ENTREVISTA A PERET

 

"Los franquistas me amenazaron, pero las radios me vetaron en la democracia"

Admirado e imitado durante décadas y reivindicado hoy por una legión de discípulos, el autor de 'Una lágrima' participa mañana a las 21:00 en una nueva sesión de 'La música contada' en el Teatro Cánovas

En octubre de 2008, Pere Pubill Peret (Mataró, 1935) salió a actuar a un Teatro Cervantes de Málaga en el que no había reunidas más de cien personas. Otros artistas habrían pasado de puntillas ante tan fría acogida, pero quienes estuvieron allí recuerdan cómo este hombre se entregó hasta los huesos, en una abrumadora lección de ética. Mañana, el rey de la rumba hace lo propio, esta vez en el Teatro Cánovas y dentro de La música contada. Pocas presentaciones hacen falta.

Comencemos con un tópico: ¿qué va a ofrecer en Málaga para La música contada?

Siento no poder responder a tu pregunta. Sencillamente, no sé qué pasará. Nunca sé lo que va a pasar en una actuación, no llevo apuntes ni nada programado. No sé lo que voy a hacer. Eso lo decidirá el público. Mi trabajo consiste en complacer a la gente, así que me atendré a lo que ellos quieran. Siempre he trabajado de esta manera.

¿Y nunca ha temido enfrentarse a un público poco dispuesto a dejarse complacer?

No, ¿por qué? Estoy con amigos, no tiene por qué ocurrir nada malo. Lo peor que puede pasar es que me pidan una canción muy antigua de la que no me acuerde, o de la que no se acuerden los músicos que me acompañan, que son muy jóvenes. Pero vaya, si eso sucede nos ponemos y lo arreglamos enseguida.

Últimamente se acumulan los homenajes en su honor. El último fue en los Premios de la Música, con un galardón especial por su trayectoria. ¿Hace alguna lectura especial de esta circunstancia a estas alturas de la película?

Nunca he estado muy al tanto de este tipo de cosas. En serio, nunca me han importado los premios, ni he estado pendiente de los que me han podido dar o no, ni he vivido siguiendo las listas de ventas a ver si mi disco estaba el primero o el último. Nunca lo he necesitado. Conozco a algunos que sí, que viven muy al tanto de todo eso, de cómo van a reconocer lo que hacen. Y creo que son unos infelices.

¿En qué momento de su carrera fue usted consciente por primera vez de que estaba haciendo lo que le daba la gana?

Mira, la primera vez que actué salí al escenario con mi prima. Yo era un crío y vestía de corto, pero como se vestía entonces, con un pantalón que llegaba al pecho. Aquello estaba lleno de botones, pero yo solamente me abroché el primero, y así salí a cantar, con todo desabrochado. Desde entonces he funcionado igual: soy como soy, y el público lo sabe. Yo no intento engañar a nadie. No me preocupo por salir más guapo o mejor vestido, sólo me importa satisfacer al público.

Siempre se le ha considerado un inventor, pero ¿quiénes han sido sus maestros?

No ha sido un maestro porque en realidad no he podido aprender nada de él, pero siempre he admirado a Manolo Caracol. Lo que yo quería cuando empecé era cantar como él, pero como no podía por mi voz me dediqué a otra cosa. Caracol es una cosa aparte, es un prodigio que no resiste comparación. El flamenco me gusta mucho, Terremoto, Mairena. Lo que pasa es que mi música viene del rock, sobre todo de Elvis. El ritmo de la rumba le corresponde a Elvis. También me ha gustado siempre Frank Sinatra, pero más por su swing que por su voz. Siempre hay gente de la que puedes aprender algo.

¿Y en qué alumnos se reconoce?

En muchos. A la mayoría de ellos no los conozco. Una vez estábamos en Barcelona, tocando con unos amigos, y se nos acercó un chaval con una guitarra. Le pregunté por lo que tocaba, con intención de aprenderlo, y me respondió: "¡Pero, Peret, si esto lo has inventado tú!" Hay gente que conoce lo que hago mejor que yo mismo. No hay fronteras para la música.

Una curiosidad: ¿Es verdad que compuso Canta y sé feliz como respuesta a los cantautores?

No. He leído esa interpretación, pero no es cierta. Canta y sé feliz la escribí por obligación. Por entonces, para ir a Eurovisión había que enviar a RTVE una cinta con temas que pasaban a un comité de selección. Yo nunca hice eso, pero me llamaron y me dijeron que querían que fuese a Eurovisión con un tema alegre que quedara bien en Europa. Me negué, les dije que no era el momento, que quizá unos años antes habría estado bien pero que entonces yo ya actuaba por toda Europa con regularidad. Eurovisión no podía aportarme nada. Pero aun así me obligaron, me dijeron que ya que no había hecho la mili, aquello sí lo iba a cumplir.

¿Tuvo que lidiar mucho con la censura franquista?

A Franco no lo conocí, ni a su señora. Una vez me invitaron a participar en un festival benéfico en el que iba a estar Carmen Polo, y acepté, aunque al final no actué. Éramos varios artistas y resulta que uno de ellos tenía notables privilegios respecto a los demás: por ejemplo, si todos teníamos diez minutos para ensayar, el podía disponer de dos días. Yo llegué, vi aquello y dije que no trataba con figuras, así que me largaba. José Luis Uribarri, que estaba por allí, me recomendó que me calmara, porque irme podría perjudicarme. Pero no me convenció. Entonces apareció un general, con su uniforme, y me dijo que me lo pensara porque si me iba habría consecuencias. Me amenazó con no volver a trabajar en España. Pero me fui.

¿Cómo acabó aquello?

Benito Perojo, con quien estaba haciendo una película, me acusó de haberle buscado la ruina. Pero pudimos acabar el rodaje y a la semana siguiente me llamaron de RTVE para una actuación en un programa. Y aquí estoy.

¿Y con la censura que llegó con la democracia?

Ésa si me ha afectado y me afecta bastante más. Hace unos años hice un disco llamado Jesús de Nazaret del que nadie sabe absolutamente nada. Las emisoras de radio se negaron categóricamente a pincharlo. Como nadie quería hacer promoción, iba personalmente a los locutores y todos me decían lo mismo: "No podemos poner eso, todas las canciones hablan de Jesús". Luego hice Que levante el dedo y salí en defensa de las mujeres prostitutas, diciendo que no se las podía considerar delincuentes. Y también me lo vetaron.

¿Cómo le gustaría que le recordaran en el futuro?

Con respeto. Y con la verdad. A menudo dicen cosas muy buenas de mí que no son ciertas.

 

Pablo Bujalance / Málaga | Actualizado 14.04.2010 – En la foto de encabezamiento, Peret, durante su actuación en el Teatro Cervantes de Málaga en octubre de 2008.

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